La Mate del Omega

CAPÍTULO 5

Después del incidente de esta mañana con Yeyetzi, no he dejado de estar nerviosa. Las horas han pasado como una eternidad, lo peor es que no sé qué esperar. Atleinemik entro a mi cuarto, se sentó frente a mi cama, donde estoy sentada, me miro desanimado, como si se diera cuenta que estoy preocupada. Le sonreí.

- Ven aquí.

Extendí mis brazos y él apoyo su cabeza en mis piernas, mientras lo acariciaba.

[…]

- ¿Por qué te protegería? – preguntó una temblando.

- Porque me conoce… lo ayude cuando estaba herido, él me protegió por eso – conteste nerviosa, sintiendo mis parpados pesados de repente.

- No… los lobos atacan a cualquiera, esto… esto no es normal, ese animal no se comporta como debería.

[…]

- Ahora que lo pienso, sí es raro que no me ataques a mí, pero si a los demás – dije para mí misma, bajé la mirada y sostuve sus mejillas - ¿acaso te gusto? – pregunté con una sonrisa y me reí por mi propio comentario – ay no, que ocurrencia la mía.

Atleinemik lamio mi cara con entusiasmo, haciéndome reír aún más, me estaba haciendo cosquillas.

Lo alejé un poco – okey ya, ya vi que te agrado – dije, pero luego, mi sonrisa se borró – pero no está bien que ataques a los demás… sé que lo hiciste para defenderme, pero no estuvo bien, alguien salió herido, y no puedo permitir que esto vuelva a pasar, ¿entiendes?

Mientras hablaba, Atleinemik se mostró triste, como avergonzado, apenado, pero su semblante cambio, mostrando sus dientes por un segundo, después de mi pregunta, dejando de mirarme. Parece que no está de acuerdo del todo.

- ¿Atleinemik? – gruño por lo bajo, al mismo tiempo que se erizo su piel – no quiero que lastimes a nadie más, ni siquiera a Yeyetzi – me volteo a ver molesto – ¿de acuerdo? – asintió reacio, aun sin convencerme.

Antes de que pudiera decir algo más, el sonido de unos cascos llamo mi atención. Atleinemik voleo su cabeza, en dirección al sonido. De inmediato, su cuerpo se tensó, mientras un gruñido salía de su garganta, salí de mi habitación hacia la entra de la cabaña.

A lo lejos, divise al líder del pueblo, junto a Yeyetzi y unos soldados, galopando a nuestra dirección. Atleinemik detrás de mí, gruño más fuerte cuando los vio, mostrando un estado de alerta, con sus orejas hacia atrás.

- Tranquilo – le dije sobando su cabeza, aunque yo no lo estaba, más teniendo al líder frente a mí, cruzando el cerco de madera que rodea mi casa.

Vestía una capa de piel de eso, que cubría parte de su traje negro, con algunos bordados en color gris, dándole un toque de elegancia, su cabello largo y negro está atado en una cola alta, resaltando las facciones de su rostro.

Su semblante es intimidante, pero no es eso lo que me inquieta, sino el hecho de que no éste asombrado o atemorizado por ver a Atleinemik, como si los están los otros que lo acompañan.

Camine un poco antes de llevar mi mano a mi corazón, mostrando respeto (es nuestra forma de saludar) – mi señor.

- Así que es verdad – me dijo el líder Itzmin con gran seriedad, viéndonos a mí y a Atleinemik.

El líder, a pesar de ser alguien frio y de pocas palabras, es un buen gobernante, me permitió vivir en la cabaña de mi maestra, sin pagar impuestos, trabajando como sanadora para poder mantenerme. Nunca actúa por impulso, ni se deja guiar por las apariencias, les da a todos la oportunidad de defenderse, si son acusados de algo.

Le tengo un gran respeto por eso.

Y bajo estos hechos, esperaba que me diera la oportunidad de hablar, sobre todo porque su querida hija salió lastimada.

Todo padre protege a sus hijos…

-Mi señor, entiendo que está aquí por lo que pasó con su hija, pero, por favor, déjeme explicarle antes de que tomé una decisión – dije rápidamente, más nerviosa de lo que creí.

- Puedes hablar.

Aprete mis labios, no sabía cómo empezar.

- Hace unos días, fui al bosque a buscar agua, en el rio, ya que su hija derramo toda la que tenía almacenada – confesé con nerviosa.

- ¡Eso es mentira! – grito enojada la pelinegra, que portaba un vestido morado, resaltando su piel morena, y el vendaje de su brazo. El líder alzo su mano para que ella callara, dejándome continuar.

- Fui durante la noche, pero mientras regresaba, me encontré con tres lobos, ellos me persiguieron, y cuando estuve a punto de morir Atleinemik, mi lobo, me salvo de ellos, pero recibió heridas grabes, provocando que se desmallara, y pues… no tuve el valor de dejarlo solo, así que lo traje a mi casa, para curarlo.

- ¿Y desde entonces está aquí? – me interrumpió.

- Sí, su pata delantera fue la más afectada, por eso lo deje quedarse en mi casa hasta que se recuperara.

- ¿De verdad crees que nos puedes engañar? – hablo Yeyetzi molesta, hasta que Atleinemik le rugió, espantándola, sonreí – los lobos son animales salvajes, no pueden convivir con humanos. De seguro le diste alguna de tus hiervas para controlarlo y hacer que me atacara – ¿es enserio?

Las plantas solo causan efectos físicos. Sí hay algunas que provocan mareos, alucinaciones, aturdimiento, quemaduras, etc., pero no son capaces de controlar la mente, aparte de que estas plantas suelen ser venenosas. No se pueden usar a menos que quieran dañar a alguien.

- No le he dado nada – declare firme.

- Claro que sí, eres una envidiosa que siempre busca tener todo lo que es mío.

¿Qué?

- ¿De qué hablas? – pregunte frunciendo el ceño, no entiendo que quiere decir.

- No te hagas la tonta, cuando éramos niños siempre estabas con mi hermano, hiciste que se enamorara de ti, con la esperanza de que, algún día, se casara contigo y te convirtieras en la nueva señora líder.

Mis ojos se abrieron como platos, y mi boca formo una perfecta “O”. ¿Era por eso que siempre me agredía?, ¿Por su hermano?




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