Durante estos cuatro primeros días, nos habíamos librado de las preguntas pero en algún punto tenían que llegar, el problema era que no sabíamos cuando. Así se llegó el viernes, sus amigos nos interceptaron cuando yo me estaba despidiendo de Mark para ir a mi lugar.
—Hey Emily, si no te molesta, ¿puedes quedarte a charlar un momento?—Jack me detiene del brazo.
No puedo ser grosera pero no puedo evitar sentirme algo incómoda con la idea, hay puro chico en su círculo de amigos. Me límito a asentir con la cabeza y me pongo a lado de Mark.
—¿Por qué eres tan callada?—cuestiona Matías, el amigo pelirrojo de Mark.
—Mmm, bueno... la verdad soy muy distraída y me cuesta enfocarme en una conversación. Tengo tantas cosas en la cabeza como mi trabajo, los deportes y los estudios; quiero pensar que para tener una buena charla debes tener tiempo—respondo.
Uff, que honesta.
A callar, digo para mis adentros. Todos se miran entre sí, no parecen muy convencidos del todo con mi respuesta pero aún así asienten sin más.
—Sí tu lo dices, ¿y cómo fue que sales con nuestro amigo Mark?—Inquiere Jack.
Bum, la pregunta bomba. Y en toda tu cara.
¿No se supone que estamos del mismo lado? Boba.
Cuando me conviene.
Busco una respuesta rápida en mi cabeza, vamos piensa, piensa.
—Tenemos buena química, ¿verdad changuito?—le doy un ligero codazo a Mark en busca de apoyo.
—Claro, así es, pequeña—él asiente con la cabeza mientras me mira.
— ¿Por qué le dices "changuito"?—pregunta el pelirrojo curioso.
—Bueno, el primer día que lo traje en la moto, es tan tímido que solo decidió sostenerse de mi suéter, ya se imaginarán que parecía, así es, un chango colgado de una rama aferrado para no caer—Todos estallan en carcajadas, excepto Mark que me fulmina con la mirada.
—¿Y qué es lo que más te gusta de Mark?—cuestiona otro de sus amigos, después de que han terminado de burlarse.
—Su cabello y su inteligencia, eso es lo que más me gusta de él—sin titubeos, esa es mi respuesta, algunos fruncen el ceño tratando de comprender la situación.
—De verdad le gustas, Mark. Eres afortunado—le asegura Jack, mientras Mark se sonroja.
Me pongo nerviosa, por primera vez me siento así frente a la gente. Todo esto es tan díficil de digerir para mí, quizá sea esa la razón por la que estoy tan nerviosa. Después de eso, me despido y me voy a mi lugar aún con mi corazón latiendo a mil por hora.
Al día siguiente, nos encontramos en la banqueta, Mark me está explicando un tema. Mientras habla me doy cuenta de que tiene talento para saber explicar los temas sin que parezcan agobiantes. Estoy sumergida en lo que dice que lo hace parecer tan sencillo. Sin previo aviso, Verónica y Diego pasan por ahí. Mark se pone de pie y mira a Verónica.
—Hola, chicos—Verónica sonríe hipócritamente.
—Que bueno que estudien—nos dice Diego mientras nos mira.
Solo eso y luego siguen su camino. Mark vuelve a sentarse a mi lado, pasa la mano por su cabello desordenando parte de el en el proceso.
—Oye, no quiero entrometerme ni nada, pero ¿nunca tuviste nada que ver con Diego? Muchos dicen que él fue quién te regalo la moto.
Diego es el tipo de chico presumido solo porque su familia es adinerada. Siempre quiere hacer sentir menos a cualquiera. Va a nuestra preparatoria, para mi fortuna va en otro grupo. Definitivamente él no es mi chico ideal, siempre va a fiestas y tiene vicios. Él le podría dar todo a cualquier chica bonita a cambio de... pasar el rato con él.
—Claro que no. Mi moto me la gané yo, con mi propio esfuerzo; además ya te había dicho que me gustan los chicos inteligentes—Mi voz denota enojo y frustración.
—Entonces, ¿podría gustarte yo?
—Quizá, dejando ese tema de lado volvamos a lo que importa.
¿Quizá...?
Solo lo dije para hacerlo sentir bien, por supuesto.
Ha pasado de todo, he aprendido un poco más sobre las maravillosas matemáticas. Mark también me ha echado una mano explicándome sobre temas de otras materias. Aún así, sigo un poco molesta con él, no entiendo como puede dudar de mi integridad, es obvio que yo no saldría con Diego. Esa noche me duermo molesta. Muy molesta. No entiendo como es que alguien puede causarte ese tipo de emociones, sin duda, Mark estaba causando un torbellino en mi vida. Uno muy caótico, emocionalmente hablando. Solo quiero que esto termine pronto para poder volver a la normalidad.
El lunes por la mañana, antes de que comiencen las clases, me quedo por mi propia decisión en el círculo de amigos de Mark. A sus amigos no parece molestarles en lo absoluto, al contrario, disfrutan de mi presencia. Estoy escuchando lo que dice, atenta.
—Les voy a contar un chiste—Mark mira a sus amigos quienes hacen muecas de desagrado.
—No hagas eso, a menos de que quieras quedarte sin novia—Jack se mueve y se pone detrás de mí, me cubre los oídos con sus manos. Aún así sigo escuchando y él vuelve hablar—, tus chistes son tan malos que dan pena en lugar de dar risa.
—Muy bien, a petición del público—Mark ignora sus burlas y hace una pausa; luego sigue—. Ahí va, llega un paciente al doctor y le dice: "Doctor llevo cinco días soñando con hormigas jugando al fútbol", el doctor dice: "Tomese esto y hoy podrá dormir sin esos sueños" y el paciente responde: "¿Está loco? ¡Hoy es la final!"
Mark se retuerce de la risa, como si no hubiera un mañana. Sus amigos niegan con la cabeza en desaprobación. Sin poder evitarlo, comienzo a reír. Tal vez el chiste ha sido raro y sin chiste, pero me ha causado gracia. Todos me miran sorprendidos, incluso Mark deja de reírse cuando me escucha y su mirada me grita un "gracias".
—Sí que tienen química, par de raros—Jack le da una palmada en la espalda a Mark y tras eso todos se alejan de nosotros.
—Gracias por reírte de mi chiste, de alguna manera siempre me haces sentir mejor—dice Mark cuando ya estamos solos—. Eres una chica increíble, Emily. Me da orgullo poder decir que eres mi novia falsa.