Aquel había sido un buen entrenamiento, René podía sentirlo en su cuerpo, estaba agotado pero contento. Se encontraba en su mejor momento de forma física e intratable en la portería, se podría decir que la vida le sonreía.
Llegó a casa dispuesto a disfrutar del resto de su día libre, pero el timbre interrumpió su tan ansiado oasis de libertad.
—Alfredo—se sorprendió al ver allí a su representante y amigo—¿Qué hacés vos acá?—abrió más la puerta para dejarlo pasar.
—Tenemos que hablar René—se sentó en la mesa junto a él—Es un tema serio.
—¿Qué pasó?
—Estás a punto de cumplir el tercer año de residencia en España y…es el tiempo máximo que puedes estar aquí sin ser ciudadano español legalmente hablando.
—¿Qué me querés decir con eso Alfredo?—no quería pensar en lo que se le estaba pasando por la cabeza.
—Que, o te haces con la nacionalidad española, o tendrás que abandonar el país en poco tiempo.
—¿Me estás jodiendo?—se levantó violentamente de la mesa—¡Eso no puede ser así! ¡Estoy trabajando acá desde hace años!—se pasó una mano por el pelo tratando de pensar—¿No hay nada que se pueda hacer?
—Sí. Solicitar la ciudadanía, pero eso lleva años René, puede ser un proceso muy desgastante.
—Haré lo que sea, pero yo ni puedo ni quiero irme de acá.
—Hay otra opción, pero…no sé si será de tu agrado. Aunque aligeraría todo y podrías seguir con tu vida aquí como hasta ahora.
—Ya decime lo que sea y lo haré.
—Casarte con una ciudadana española—soltó de sopetón.
—Casarme… ¿Yo? ¿Estás seguro que es la mejor opción?
—Si quieres seguir aquí, sí.
René volvió a sentarse, se había quedado helado. Respiró hondo un par de veces. ¿Tendría que casarse con todo lo que eso conllevaba o debía renunciar a su sueño y olvidarse de lo que más amaba en su vida?
—¿Cuánto tiempo tengo?
—No mucho René. Y si consideras la idea de casarte, asegúrate de elegir bien a la chica indicada porque deberéis permanecer casados mínimo dos años y aparentar que sois un matrimonio de verdad, eso incluye la convivencia. Al igual que te digo que podéis ser investigados en cualquier momento para certificar la veracidad del matrimonio.
—Pará…No me digas más, por favor. Dame tiempo para pensarlo. ¿Sí?
—Está bien, te dejo, pero tienes que darte prisa.
René despidió a Alfredo y se fue a tumbar en su caro sofá. Su vida iba a cambiar de una u otra manera y debía estar preparado para cualquier cosa.
Otro viernes más, Bea y Álex estaban trabajando en la discoteca. Esa noche tuvieron compañía en su barra. Toni, «el casi algo» de Bea y su inseparable amigo René.
—¿Por qué no les dices que se vayan?—se quejó Álex—No pintan nada aquí.
—Tengo que contarte algo—Bea miró a ambos lados y se acercó a su amiga—Cuando acabemos, me voy con Toni a su casa.
—¿Qué? ¿Para qué?—la chica se cruzó de brazos.
—Joder Álex, no creo que tenga que explicártelo…
—Haz lo que quieras. Pero por favor, no te hagas ilusiones con ese tío. Sólo diviértete y ya está, que es justo lo que él pretende hacer—los observó a los dos por encima del hombro de Bea—Lo que no entiendo es por qué ha venido el otro. ¿Necesitáis carabina?—se mofó.
—¿Para no pasar la noche solo y aburrido quizás?—comentó en tono irónico—Son tan amigos como lo somos tú y yo.
—Me parece muy interesante la relación entre esos dos, pero me temo que tenemos que volver al trabajo, guapita—añadió Álex.
Mientras estaba allí sin quitarle el ojo a la dueña de sus pensamientos, Toni notó a René más callado de lo habitual.
—¿Me vas a contar ya por qué llevas días que no pareces tú?
—No es nada, son imaginaciones tuyas nada más—René bebió de su refresco, ese día ni siquiera le apetecía una copa.
—¿Tu familia está bien?—hasta donde él sabía, era lo único que podía tener preocupado a su amigo.
—Sí, con ellos está todo bien, gracias a Dios—respondió sin ganas.
—¿Algún problema con el club? ¿Te han dado una mala noticia?—el joven negó con la cabeza—¿Me vas a tener toda la noche preguntándote cosas hasta que acierte?
—No…Es que, no sé cómo decirte que…Probablemente me tenga que ir pronto de acá.
—¿Te vas a ir a otro equipo? ¿Por qué?—era algo totalmente inesperado, él sabía cuánto quería René a su club y a la ciudad.
—No me voy a otro equipo Toni. Me tendré que ir del país, mi visado está por vencer y si no obtengo la ciudadanía española, me largan de acá.
Toni escuchaba como su amigo le relataba toda la conversación que había tenido con su representante y las diversas opciones que tenía para poder seguir con su vida tal y como la conocía.
—¿Y qué vas a hacer? ¿Te vas a casar?
—No me queda de otra me parece—resopló agobiado—La cosa es ¿Con quién?