La melodía de un alma (2025)

CAPÍTULO 9

Desde ese día Álex estuvo pensando en la propuesta de René, y siempre llegaba a la misma conclusión, era una locura pasar los próximos años de su vida casada con él, aunque solamente fuera de palabra.

Aunque René tenía razón, si se casaba con él terminarían la mayoría de sus problemas económicos, pero se sentiría fatal consigo misma. Se encontraba en una complicada encrucijada y no podía pedirle ayuda a nadie porque se lo había prometido.

A media mañana recibió una noticia fatal y que podía haber decantado la balanza del lado de René. Le acababan de informar que no le renovaban el contrato, al acabar el mes se quedaría sin trabajo y no tenía ni un céntimo ahorrado porque casi todo iba destinado al cuidado de su madre. Pero esa no era la única mala noticia que recibiría esa semana, al no renovarle el contrato, el banco se retractó y ya no le iban a dar el préstamo que hasta hace poco tenía concedido.

Parecía que el destino confabulaba en contra de Álex para que aceptara ese dichoso negocio llamado matrimonio que René le ofrecía.

Llegó su último día de trabajo y estaba muy decaída, ya no sólo por haberlo perdido, que era lo más grave de todo, si no por todo lo que dejaba allí, grandes compañeros con los que el trabajo siempre se le había hecho más ameno y la animaban en los días de bajón. Salió de aquel sitio por última vez y no sabía hacia dónde dirigirse, no quería volver a su casa porque últimamente se le caía encima, así que empezó a caminar por la ciudad sin rumbo fijo y sin prestar atención a la hermosa estampa que Sevilla le ofrecía.

Cuando se cansó buscó un banco libre para sentarse mientras escuchaba música. Todavía podía recordar a su padre diciéndole «La música cura las penas y amansa a las fieras, chiquitita» Así la llamaba en honor a su canción favorita Chiquitita del grupo sueco ABBA, una canción que Álex había cantado a su padre cada día hasta que él se fue. La buscó en su lista de reproducción para poder escucharla.

«Chiquitita dime por qué, tu dolor hoy

te encadena. En tus ojos hay una

sombra de gran pena…»

Tan sólo escuchar la primera estrofa de la canción no pudo evitar que las lágrimas acudieran a sus ojos. Por suerte sus padres no estaban ahí para ver lo que sufría su hija, les hubiera partido el corazón.

«Chiquitita no hay que llorar, las

estrellas brillan por ti allá en lo alto.

Quiero verte sonreír para compartir

Tu alegría, chiquitita…»

Esa parte solía cantársela Salva, su padre, cuando ella estaba triste por algo. Y era mágico porque después de eso, Álex volvía a recuperar la sonrisa. Daría su vida por volver a escucharlo cantarle. La melancolía y el mal momento en el que se encontraba le estaban pasando factura y no le gustaba que nadie la viera llorar.

Estaba cerca de un centro comercial y se dirigió al baño del mismo a terminar de desahogarse. Cuando acabó espero a que no hubiera nadie para salir a lavarse la cara, después de eso fue a buscar su coche para volver. Al llegar, Noe, la novia de Juanmi, estaba en la puerta de su casa.

—¿No me digas que llevas mucho tiempo esperándome?—Álex llegó hasta ella y se saludaron.

—Nada tranquila, acabo de llegar—respondió Noe—Pensaba que volvías antes del trabajo.

—Sí, normalmente llego antes, hoy me he descuidado un poco. Vamos, pasa.

Las dos chicas se sentaron en el sofá y comenzaron a hablar sobre el trabajo de Álex, la cual aún no le había dicho a nadie que ya no lo tenía.

—Por cierto, he venido a invitarte a cenar, hace mucho que no vas por allí.

—No tengo mucho tiempo, ya lo sabes—se excusó—Pero hoy no puedo, Bea y su novio me han invitado también a su casa, así que…—se encogió de hombros colándole semejante mentira piadosa.

—¿Te puedo hacer una pregunta?

—Por supuesto, hay confianza. Dime ¿Qué quieres saber?

—¿Te pasa algo con Juanmi o conmigo? Lo digo porque últimamente parece que cada vez que ocurre alguna cosa, somos los últimos en enterarnos. Es como si nos rehuyeras…

—¡No, claro que no!—se sorprendió al escuchar eso—Habrá sido casualidad…

—Álex no somos tontos, algo te pasa con nosotros y me gustaría que tuvieras la confianza que tú dices que tenemos para decírmelo—Noe la tomó de las manos en un gesto cariñoso.

—Bueno…Es que a mí me sabe mal que cada vez que tengo un problema, que últimamente es demasiado a menudo, tenga que salir Juanmi siempre en mi ayuda, dejando todo de lado, incluida a ti. Ya no somos los niños que éramos salvándonos mutuamente el uno al otro, tú deberías ser lo primero en su vida y yo debo de pasar a un segundo plano, y si seguimos en este plan, vas a terminar odiándome Noe, y es lo último que quiero, porque me consta que él te quiere con locura y yo no quiero ni puedo ser un estorbo entre vosotros.

—¿Cómo puedes pensar que a mí me molesta eso? No me molesta en absoluto Álex, lo entiendo perfectamente. Desde que conocí a Juanmi siempre me habló de ti y de vuestra relación desde que erais pequeños—le explicó—Tenéis un vínculo que pocas personas tienen hoy en día y eso es precioso. Jamás he sentido celos por tu culpa, no soy así y por supuesto nunca he tenido motivos para hacerlo. Si entre vosotros no ha habido nada en todo el tiempo que lleváis conociéndoos, dudo mucho que ahora se diera.




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