El día amaneció gris y fresco, muy acorde con el estado de ánimo de una futura novia que estaba terminando de arreglarse. El día anterior recorrió el centro comercial con desgana junto a Bea en busca del atuendo adecuado a la altura de tan gran acontecimiento.
Al final se habían decidido por un sencillo vestido color verde botella de manga larga que le quedaba por encima de la rodilla con escote en pico bastante discreto que le sentaba realmente bien, pero al no estar acostumbrada a verse así, se sentía extraña al mirarse al espejo. Se recogió el pelo en una coleta alta y repeinada, con el día tan malo que hacía, era la mejor opción.
Una vez había acabado, cargó sus dos maletas en su coche y entró de nuevo a revisar que no se había dejado nada encendido o abierto, suspiró mientras cerraba la puerta antes de irse. La próxima vez que la cruzara ya no sería la misma persona.
René estaba decidiendo qué debía ponerse para un día tan importante como aquel. No quería ir casual pero tampoco vestirse con algo excesivo. A pesar que tenía el vestidor repleto de ropa, nada le convencía. Estaba a punto de desesperarse cuando le informaron desde la portería que Toni y Bea estaban allí. La pareja subió y la chica se escandalizó al verlo aún sin prepararse.
—¿Todavía estás así? Vamos con la hora justa—se quejó Bea.
—Ya te vale, que va a llegar antes Álex al ayuntamiento que tú.
—Sí…ya sé—se rascó la cabeza—La verdad es que no sé bien cómo debo ir vestido—confesó.
—¿No estarás hablando en serio?—René afirmó con la cabeza—¡Sois increíbles! Álex ayer estaba igual que tú, pero pudimos solucionarlo. De verdad no sé en qué estabais pensando los dos—refunfuñó—¿Puedo intentar ayudarte?
—Sí, pasá—todos entraron al impresionante vestidor del futbolista.
—¡Qué fantasía de vestidor!—la muchacha quedó impresionada.
Bea empezó a buscar algo adecuado para René, había mucho donde elegir afortunadamente. En pocos minutos ya había encontrado las prendas adecuadas, un pantalón azul marino a juego con una chaqueta del mismo tono, una camiseta blanca carísima que aún tenía la etiqueta puesta y unas zapatillas blancas también sin estrenar.
—Aquí tienes—se lo dio todo a René—Más te vale vestirte rápido o llegaremos tarde.
—Cariño, tranquilízate que parece que eres tú la que se casa.
—Créeme que, si yo alguna vez me caso, lo tendré todo bien supervisado…Empezando por el novio—le sonrió con amor a su chico.
Poco después, René apareció perfectamente arreglado para el día de su boda.
—¿Llevas los anillos?—le recordó Toni.
—Sí, cierto—se acercó hasta un mueble del salón y guardó la cajita en el bolsillo interior de su chaqueta.
—¿Has comprado anillos?—preguntó Bea—Que bonito detalle ¡Bien pensado!
—Gracias, sólo espero que Álex no me los tire a la cabeza—bromeó.
—No lo hará, yo me encargo de ella. Venga vámonos—entrelazó cada brazo con los de ellos y todos juntos salieron al encuentro de Álex.
Cuando encontró aparcamiento, Álex estaba a quince minutos del ayuntamiento caminando. El día se había tornado cada vez más desagradable y cuando no le quedaba mucho para llegar, comenzó a llover, empapándola de pies a cabeza. Aligeró el paso todo lo que pudo hasta que finalmente se reunió con todos en la puerta.
—¡Álex! ¿Qué te pasó?—René trató de contener la risa porque si lo hacía, era capaz de dejarlo plantado.
—Olvidé ducharme esta mañana, así que he decidido hacerlo por el camino—el sarcasmo en su respuesta les hizo saber el nivel de humor de la muchacha.
—Ven, busquemos un baño, estás hecha un desastre—Bea se la llevó de allí rápidamente.
—Pero ¿Por qué vino caminando? Acá hay estacionamiento privado.
—Creo que no lo sabía, pobrecita. Esperemos que Bea sepa calmarla.
Las dos chicas entraron al baño, Álex trató de secarse la cara con papel y limpiar sus gafas para poder ver algo.
—Métete ahí—señaló el habitáculo donde estaba el inodoro—Quítate el vestido y dámelo, a lo mejor consigo secarlo un poco con el chisme este de secarse las manos.
—Bea, tengo caladas hasta las bragas, da igual.
—¡Qué ordinariez!—la muchacha se partía de risa—Déjame intentarlo.
—Está bien…—Álex se resignó y le dio el vestido—Me voy a volver a mojar cuando salga, tengo el coche en el quinto pino.
—¿No sabes que aquí hay parking?
—Creo que es más que obvio que no.
—Bueno pues ahora ya lo sabes. Deja tu coche aquí, ya tendrás tiempo de venir a por él.
—Tengo mis cosas ahí, tengo que llevármelo—Álex tenía la cabeza asomando por la puerta mientras hablaba con su amiga. Harta de verla intentar secar su vestido, salió en ropa interior y se lo arrebató—Trae, no pierdas más tu tiempo.
—No tienes remedio…Por cierto, tengo que decirte algo que va a pasar. Que vaya por delante que yo me acabo de enterar para que luego no te enfades conmigo.
—¿Y ahora qué?