La melodía de un alma (2025)

CAPÍTULO 15

En cuanto René salió de la habitación, Álex abrió una de sus maletas en busca de algo seco para ponerse. Entró al baño, sacó todos sus artículos de higiene personal y los puso sobre las distintas repisas y aún le sobraba espacio. Se quitó la ropa mojada, se lavó la cara y se cepilló el pelo para que se le secara. Entonces le surgió una duda ¿Dónde debía dejar la ropa sucia?

No quería molestar en exceso a René, pero se veía en la obligación de hacerlo, fue hasta el salón y abrió la puerta.

—¿René dónde puedo…?—se calló porque estaba hablando con alguien a través del móvil—Perdón.

—Ya vuelvo mamá—se levantó del sofá y fue tras ella—¿Necesitás algo?

—Sí, pero puedo esperar. Sigue con lo que estabas haciendo.

—Tengo que decirte algo, pero no sé cómo lo vas a tomar… Mi mamá te quiere conocer.

—¿Qué? Pero… ¿Ella sabe lo nuestro?

—Yo no tengo secretos con mi mamá, Álex. Lo sabe todo de mí como cualquier madre. Sé que no querés hacerlo, pero necesito que me ayudes o no me dejará tranquilo.

—¿Y qué le digo? ¡Me muero de la vergüenza! ¿Tú has visto las pintas que tengo?—se señaló a sí misma.

—No importa, no tenés que decir nada, saludá y ya.

—Pero yo…

—Por favor…decime que sí—le suplicó.

—Vale…voy—soltó la ropa en la habitación y se dirigió al salón.

—Ya estamos mamita. Vení—alargó el brazo para que se sentara a su lado—Mamá, esta es Álex y ella es mi mamá, Valentina.

—Hola Álex, gusto en conocerte linda—la mujer la analizaba sin ningún disimulo a través de la pantalla.

—Igualmente señora…—estaba tensísima.

—No me digas señora por favor. Eso se les dice a las ancianas y yo aún estoy joven para eso.

—Perdón, no quería incomodarte.

—Nena, relájate, no te voy a morder—Valentina se sorprendió por la timidez de la joven. No era para nada la mujer que ella se había imaginado—Te agradezco mucho lo que estás haciendo por mi hijo.

—No tienes que agradecerme nada, él me está ayudando a mí también, muchísimo de hecho.

—Es que mi René es así, ya lo vas a ir conociendo—se escuchó una puerta abrirse en casa de Valentina—Recién llegó Mía con Matito ¡Mía!—llamó a su hija a voces—Vengan, estoy hablando con René y su esposa—todos escucharon como unos pasos se acercaron a toda velocidad.

—¿Vos sos Álex?—preguntó una chica que se parecía a René—Yo soy Mía, y este es Matito, mi hijo. Encantada de conocerte.

—Igualmente…—se quedó bloqueada, no sabía que más decir.

—La están asustando, Álex no está acostumbrada a tanta efusividad—quiso salir en su defensa.

—Pues está casada con el argentino más intenso y cargante que conozco, más le vale ir acostumbrándose.

—Creo que os voy a ir dejando. Encantada de conoceros—Álex se despidió y se fue a su habitación.

—No es la clase de mujer que esperaba…—comentó Valentina a sus hijos.

—¿Y qué es lo que esperabas mamá?—René sentía curiosidad por la opinión de su madre.

—No sé, una más…hecha, más…mujer. Conociéndote esperaba otra cosa, pero tengo que decir que no me desagrada.

—Lo que mamá quiere decir es que está demasiado chica para vos ¡Es una nena René! Parece recién salida de la secundaria ¿En qué estabas pensando?

—Si se acuerdan que esto es un teatrito ¿No? Ella y yo no tenemos nada que ver más allá de nuestro negocio ¿Qué importa si tiene dieciocho o sesenta años?

—Lo sé, pero uno nunca sabe hermano. La mina está linda y van a vivir solos durante mucho tiempo, puede pasar cualquier cosa.

—Mía, dejá de ver cosas donde no las hay. Eso jamás ocurrirá—sentenció René.

—Ya chicos, dejen de discutir—intervino su madre—Tu hermano tiene razón, conozco a mi hijo. Si eligió a esa chica es porque es la correcta para su acuerdo.

—Gracias mamá.

—Por nada hijo. Me alegro mucho de que estés solucionando todo, espero que para tu próximo casamiento pueda estar presente.

—No ha sido real y tampoco sé si habrá otro alguna vez. Pero si se da, obvio que ustedes tienen que acompañarme.

—Más te vale hermanito, porque antes de que te cases con quién sea, yo le tengo que dar el visto bueno.

—¡Uy, hasta miedo me da pensar que ese día llegue!—bromeó René.

—Bueno hijito, te dejamos que sigas con tus cosas. Dale saludos a Álex y dile de mi parte que no se preocupe, que no me la voy a comer, si se porta bien con vos, obvio.

—La espantaron, pobrecita, pero se los daré. Les mando un beso, las amo.

Dejó el móvil sobre el sofá y no sabía bien qué debía hacer, finalmente se acercó hasta la habitación de Álex y tocó la puerta.

—Pasa—pudo escuchar desde fuera.

—Perdoná a mi mamá y a Mía, a veces hablan de más—quiso disculparse—Siento mucho si te incomodaron.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.