Álex aprovechó que estaba por la zona para ir a visitar a su madre. Como era habitual, Gloria era incapaz de reconocer a su hija, pero la chica no desistía hasta entablar conversación con ella sobre cualquier cosa. Al final de cada visita, siempre le pedía un abrazo de despedida y la mujer se lo daba con gusto a esa desconocida tan agradable.
Al llegar a casa, no le apetecía subir y tener que encontrarse con su marido, así que optó por ir a dar un largo paseo. Después de una buena caminata, cuando estaba a punto de entrar al portal, pudo reconocer la figura de una mujer que miraba el edificio con bastante interés.
—¿Qué haces aquí Cristina?—la mujer morena y bastante distinguida, se volvió para quedar cara a cara con ella.
—Comprobar que era cierto lo que se dice sobre ti—bajó la mirada hasta la mano donde Álex llevaba puesta su alianza de matrimonio—Te felicito, hasta que por fin has entendido que la vida sin dinero es de mediocres, has hecho bien.
—Ahora que ya lo sabes, vete y no vuelvas—escupió con rabia—Y para que lo sepas, la mediocridad no está reñida con el estatus de una persona. Y si no mírate a ti, lo ruin que eres a pesar de tener tanto dinero. Tienes a una madre que te necesita y podría tener una mejor calidad de vida si no fueras la egoísta que eres. No tienes alma Cristina.
—Ahora que estás casada con un tipo que está forrado, deja que él se encargue—la mujer se echó su melena morena a un lado mientras hablaba—Por cierto, no está nada mal el chico—René acababa de salir del garaje e iba para allá—Podrías presentármelo, al fin y al cabo, somos familia.
—Vete a la mierda Cristina—no aguantaba la presencia de su hermana.
—Uy, creo que llegué en mal momento—comentó René.
—Tú debes ser René ¿No? Yo soy Cristina la hermana de Álex, encantada de conocerte.
—Me apena no poder decir lo mismo de vos—no hacía falta que le hablaran de ella, se veía de lejos la clase de mujer que era a simple vista.
—Es una lástima, yo que venía a felicitaros por la boda…—Álex no aguantó más y entró al edificio—Esta niña lo que le gusta ser el centro de atención. Desde pequeña es así.
—No te conozco de nada, pero te pido que no te vuelvas aparecer por acá y mucho menos que vayas a molestar a Álex.
—Sólo Dios sabe las cosas horribles que te habrá contado sobre mí. No te creas nada, es una exagerada y a veces hasta un poco mentirosilla. Siempre estuvo muy consentida, sobre todo por su padre…
—No me interesa nada que quieras decirme sinceramente—René la cortó, esa mujer era realmente mala—Andate de acá y no te molestes en volver.
Entró al portal y le cerró la puerta en la cara, no iba a perder el tiempo con una persona tan dañina, tenía cosas más importantes que hacer. Cuando subió a la casa, no escuchó nada, Álex debía estar en su habitación.
Estaba siendo un día complicado para ella, y que su hermana apareciera sólo para atormentarla había sido la estocada final. Se había prometido a sí misma ser fuerte e intentar no venirse abajo en ese tipo de situaciones, pero a veces la sobrepasaban.
Se metió en el baño y cerró la puerta, René no tardaría en subir y sabía que iría a buscarla para hablar. Se quitó las gafas y se echó agua en la cara y en el cuello para tratar de calmarse. Mientras se miraba al espejo dejó correr su dolor al mismo tiempo que el agua iba eliminando las pruebas de su debilidad.
Poco después, unos toquecitos en la puerta de su habitación, la distrajeron de todos sus pensamientos intrusivos.
—Álex ¿Podemos hablar?—y tal y cómo ella ya sabía, ahí estaba René.
—Sí, dame un momento por favor.
—Te espero en la sala.
Respiró hondo y se lavó la cara de nuevo para que no notara nada, si algo era René, era preguntón. Cuando salió, la estaba esperando sentado en su sofá.
—Ey ¿Está todo bien?
—Sí, perfecto—mintió—Dime ¿De qué quieres hablar?—se sentó junto a él.
—Perdóname por lo que dije en la casa de tus amigos, yo no pienso eso de vos, lo juro. Estaba nervioso y dije cualquier cosa. Soy un tarado, lo siento muchísimo Álex.
—Olvídalo, no te sientas mal. No me importa lo que pienses de mí, es una tontería ¿Algo más?
—¿Por qué vino tu hermana a buscarte? Pensé que ustedes no se llevaban.
—Vino a aplaudirme por haberme casado con un hombre adinerado, es una bruja. No sé cómo de alguien como mi madre que es pura bondad, ha podido salir un bicho como Cristina—hizo una pausa para tomar aire—No te equivocas, nosotras nunca tuvimos relación, la última vez que la busqué, fue para pedirle ayuda con lo de mi madre hace mucho tiempo, y ella muy amablemente se partió de risa y me echó de su casa—le explicó—No la había vuelto a ver hasta hoy.
—Lo siento mucho, la familia no se elige.
—Ya, la de sangre no, desgraciadamente—sonrió con tristeza—Pero sí la del corazón, y ahí si tengo mucha suerte con las personas que pertenecen a ella—suspiró—Si mi hermana te ha dicho algo para molestarte o lo que sea, te pido perdón, y por supuesto ignórala, es lo mejor que puedes hacer. Y ahora que está todo aclarado, te dejo en paz—se levantó del sofá y caminó unos pasos.