Más de dos años después…
Álex acababa de terminar de comer, estaba muy cansada y era más que probable que se fuera a descansar un rato. Estaba terminado de limpiar todo cuando René llegó a casa.
—Hola ¿Ya comiste?—preguntó viendo todo lo que estaba secándose sobre la encimera.
—Sí ¿Y tú?
—Sí, recién almorcé con los chicos—le explicó—Álex, tengo algo que decirte…Tiene que ver con mi familia.
—Ya sabes que yo…—René la interrumpió.
—Sí, ya sé. Pero esto tiene que ver con la convivencia, entonces tenés que saber. Mi mamá, mi hermana y mi sobrino vienen para acá a pasar la navidad.
—Emm, vale. Me alegro mucho por ti, llevas muchos años sin poder verlos, es una gran noticia.
—Gracias. La verdad es que estoy muy contento, tengo muchas ganas de abrazarlos. Así que ya lo sabés, dentro de poco tendremos visita.
—Me doy por enterada. No te preocupes, que para cuando ellos vengan, dejaré la habitación libre.
—¿Pero qué decís? Simplemente te dije para que supieras, no para que te vayas.
—Yo no pinto nada con vosotros. Además, necesitas la habitación para ellos y a mí no me importa volver a mi casa.
—No es necesario que te vayas. No nos queda mucho para que nos divorciemos y creo que sería lindo pasar la navidad con mi familia y despedir este negocio de forma amigable para al menos conservar un buen recuerdo.
—A ver que yo creo que hay algo que se te está escapando…Tienes dos habitaciones libres y cuatro personas además de ti en esta casa. A tu hermana y al niño los puedes meter en el cuarto de la cama grande, y si yo ocupo el otro ¿Dónde metes a tu madre? ¿Contigo?
—¡Claro que no!—no pudo evitar echarse a reír—Tengo veintiocho años, lo de dormir con la mamá a mis años ya no da.
—Por eso mismo, ella se tiene que quedar donde estoy yo. Y yo me voy a mi casa porque no pienso dormir en ese sofá—lo señaló—Por muy cómodo que sea.
—También te podés quedar en mi habitación—Álex abrió los ojos como platos—Quiero decir a dormir. La cama es enorme y sólo son unas cuantas horas, vos te levantás muy temprano y yo algunas veces ni llego a dormir—quiso explicarse para evitar malos entendidos—Si te volvés a tu casa, tendrás que madrugar aún más y es una tontería que lo hagas cuando la solución al problema es tan sencilla. Sólo serán unas semanas, pensalo y me decís—René salió de la cocina antes que Álex pudiera decir algo más.
La aludida no tuvo tiempo ni de aceptar ni de negarse a esa proposición. Lo estuvo pensando y supo que él tenía razón, pero aún no le daría una respuesta, esperaría a ver cómo se iban desarrollando los acontecimientos.
El día anterior a la llegada de la familia de René, comenzó a guardar sus cosas en sus maletas dejándolo todo disponible para que otra persona ocupara la habitación.
—Ya veo que finalmente tomaste una decisión—comentó René al verla con maletas y todo.
—Pues sí, ya lo ves—salió de la habitación pasando de largo dirigiéndose a la suya—¿Necesito permiso para entrar?
—No…por supuesto que no—René jamás esperó que ella aceptara su propuesta—¿Te quedás acá entonces?
—A no ser que hayas cambiado de opinión, sí—abrió la puerta y ella pasó tras él—Ojalá me puedas hacer un hueco en tu minúsculo vestidor.
—Sí, claro…Está bueno que te quedes al final—René observó la enorme cama y luego la miró a ella—¿Qué lado preferís?
—El que haya libre, no tengo un lado de la cama favorito.
—Yo tampoco lo tengo.
—Emm, entonces me quedo con este—señaló el más cercano a la puerta de la habitación.
—¿Estás segura de eso? Mirá que igual te pueden querer llevar los monstruos en la noche.
—Lo dudo mucho—respondió con una media sonrisa—Son ellos los que deben temerme a mí.
—Entonces de ahora en adelante y mientras te quedes acá, dormiré tranquilo porque vos los espantarás a todos—en lo que mantenían esa absurda conversación, René recordó que así era Álex antes que tomase la decisión de ignorarse y no sabía por qué, eso le gustó.
—No te relajes del todo por si acaso—bromeó Álex.
—¿Te digo algo? Pensaba que no aceptarías quedarte acá.
—No es algo que me haga ilusión. Pero si pensabas que me iba a comportar como una niñita pudorosa y que te diría eso de «no podemos dormir en la misma cama, eso no está bien» y cosas así, te equivocarías mucho. Yo no soy una mojigata que se hace la decente, sé lo que hay, en este caso nada por suerte. Esas cosas sólo ocurren en las novelas malas o en películas románticas con todos los clichés del mundo.
—Créeme, me convenciste con esa tremenda explicación. No tengo nada que añadir.
—Genial. Cuando me hayas hecho sitio en tu «capricho coqueto» avísame—Álex salió de la habitación dejando a René allí para que hiciera lo que le había pedido.
Al día siguiente al llegar del trabajo, René estaba en casa. Esa tarde tenía que ir a buscar a su familia al aeropuerto.
—¿Qué haces aún aquí?—preguntó Álex.