—¿A quién le mandaste la foto Bea?
—A Toni, para que le de envidia… Soy lo peor, pobrecito, él ahí concentrado en un hotel y nosotras aquí de cachondeo.
—¿Cómo que a Toni?—Álex se puso pálida.
—¿Pero quién es Toni? ¿Por qué tanto revuelo?—preguntó Mía sin entender nada.
—El novio de Bea—aclaró Noe.
—Y el mejor amigo de tu hermano—añadió Álex.
—Si le enseña la foto, se pudrió todo... Nena—se dirigió a Bea—Decile que si René la vio.
—Espera, le pregunto—todas esperaron la respuesta del chico—Sí, la ha visto.
—Todo mal…—Mía apuró su vaso y después miró a Álex—Aprovechemos la noche porque se avecina tormenta en la casa.
—¿Crees que bebiendo se arreglará algo Mía?
—No, pero ¿Ya qué importa? Disfrutá Álex, déjate llevar—la abrazó por la cintura.
—Chicas, vuelvo a la barra, en cuanto pueda me vuelvo a escapar—dijo Bea—Si necesitáis algo ya sabéis.
Noe había pagado un reservado para ellas tres y Bea iba y venía cuando podía. En cuánto conoció a Mía, ambas encajaron muy bien y junto a Álex y la propia Noe, formaban un buen grupo.
Aunque siempre cuando se trataban de mujeres solas, no tardaban en aparecer las aves carroñeras como los llamaba Noe, en busca de una chica dispuesta a divertirse. Al principio estaba siendo incómodo, pero después Mía se encargó de ponerlos en su lugar de forma divertida.
—Escuchen todos. Esta mina, es casada—levantó la mano de Álex para enseñarles su alianza de matrimonio—Esta otra—señaló a Noe—Está por casarse en unos días. En cambio, yo sólo busco a un tipo que me mantenga y me trate como una reina porque a mí no me gusta hacer nada ¿Qué opinan?
—Vámonos, esta está chalada—comentó uno de ellos llevándose al resto de sus amigos de allí. Y debió correrse la voz porque ya nadie más fue a molestarlas en lo que quedaba de noche.
—¿Ya vieron? Sencillito ¿No?—las chicas contemplaban a Mía boquiabiertas.
—Eres un genio, Mía—la felicitó Noe—Yo de mayor quiero ser como tú.
—A eso lo llamo yo agilidad mental ¿Cómo se te ocurre decir todo eso sin ser verdad?
—Lo único que no es cierto, es lo mío. Vos estás casada con mi hermano y Noe está por hacerlo también. No hay mucha mentira ahí.
—Bueno más o menos, pero hay matices Mía que…—quiso justificarse Álex.
—Los matices son lo de menos querida, lo que cuentan son los hechos, y de hecho… ¡Qué sé yo! Olvidé lo que iba a decir—todas estallaron de risa—Vayamos por unos shots, me apetece interrogarlas un poco.
Después de varias rondas de chupitos, las chicas estaban más desinhibidas y habladoras.
—¿Te puedo preguntar algo quizá un poco íntimo, Álex?—su cuñada no tenía pelos en la lengua.
—Depende del grado de intimidad—si su yo sobrio fuera el que estuviera al mando, su respuesta hubiera sido un no rotundo.
—En todo este tiempo que estuviste viviendo con René ¿Nunca te fijaste en él?
—No, nunca ¿Esa era la pregunta íntima? Eso lo sabe todo el planeta, por Dios—respondió riéndose—¿A qué sí Noe?—le preguntó dándole un codazo.
—Doy fe de ello—respondió la aludida.
—¿Y puedo preguntar por qué?—insistió Mía—No es porque sea mi hermano, pero es un tipazo, alegre, divertido, amoroso, loco y muy atractivo… ¿Qué tiene de malo?
—Todo eso que dices recuérdalo cuando René llegue a casa y nos vea, a ver qué piensas entonces.
—No cambies el tema y contestá ¿Qué tiene de malo mi hermanito?—repitió.
—Pues…que yo sepa, nada. Pero no puedo juzgar a alguien a quién no conozco en profundidad. De hecho, aun siendo el hombre más perfecto del mundo, jamás lo vería de otra forma, lo siento.
—Noooo Álex…—Mía hizo un puchero gracioso—Me gustás mucho para cuñada, aunque te tardaras un poco en agarrarnos confianza. La que venga después de vos, no va a ser igual ¿De verdad no podés querer un poquito a mi hermano?
—Cuando tengas a una cuñada de verdad la vas a interrogar y te caerá mejor que yo—omitió contestar a la pregunta porque la respuesta siempre sería negativa y no quería hacer sentir mal a Mía.
—Entonces es que por ahí tendrás a otro esperándote ¿Cierto?
—No, no hay nadie. Ni antes, ni ahora, ni nunca—Álex se puso seria y Mía supo que no mentía—Además, aunque yo tuviera algún interés en él, daría igual porque no soy su tipo. Y según sé, en todo este tiempo, jamás le faltó atención femenina.
—¿Cómo? ¡Mi hermanito es un pelotudo de lo peor! ¿Cómo hace eso estando casado?—el buen humor de Mía se esfumó.
—Es de lo más normal, siempre le han gustado mucho las mujeres, o al menos desde que lo vi por primera vez por estos lares—le explicó.
—¿Te está faltando el respeto a vos y te quedás tan tranquila?
—A mí jamás me ha faltado el respeto—lo defendió—No debe guardarme ningún tipo de lealtad, es un hombre libre de hacer lo que él quiera ¡Así que no te enfades, querida!—bromeó imitando su acento.