Cuando abrió el mensaje de Mía, no esperaba que fuera una foto de Álex y después leyó el texto que había escrito su hermana «No me entiendo yo, me vas a entender vos» Se quedó observando la imagen de su esposa y no pudo evitar suspirar. Volvió a sentir lo mismo que la mañana anterior cuando él mismo ocupaba el lugar de su hermana en ese momento.
—¿Qué miras tan concentrado? ¿Es interesante?—Toni llegó y él bloqueó la pantalla de inmediato.
—¿Están todos en el gimnasio?—no le apetecía hablar de ese asunto con nadie.
—Sí, el míster nos espera, aunque no creo que hagamos mucha cosa teniendo en cuenta que jugamos esta noche.
—Pues sí, dale, vamos.
Después de una hora de ejercicio suave, todos los jugadores fueron saliendo del gimnasio hasta que sólo quedaron René y su entrenador.
—¿Me regalás un minuto míster?
—Te escucho—el hombre se cruzó de brazos mientras lo observaba con gesto serio.
—Te ofrezco una disculpa por lo que pasó ayer, por llegar tarde y todo lo de la cena. Me equivoqué, no debí decir lo que dije, me la agarré con vos sin razón, lo siento mucho.
—Reconozco que tu comportamiento de anoche me sorprendió muchísimo. Tú jamás has dado un problema en los cinco años que llevas en este vestuario. Eres un muchacho trabajador, disciplinado, buen compañero y excelente capitán. Sólo por eso no te tendré en cuenta el malentendido de ayer. Pero será la primera y la última que te pase ¿Entendido?
—Gracias míster. No volverá a ocurrir, prometido—estaba saliendo de la sala cuando el entrenador lo llamó.
—René, sea lo que sea que te pase, tienes que dejarlo fuera del vestuario y del terreno de juego. Te necesitamos siendo lo que eres, una bestia en la portería, lo demás no importa. Ya te puedes ir.
Le tomó la palabra y se marchó a la habitación, pronto deberían dejar el hotel e irse para el estadio, y todavía tenía que recoger sus cosas.
El día pasó rápido y cuando se quisieron dar cuenta, estaban recibiendo las últimas indicaciones antes de saltar al campo. Después del correspondiente saludo a los jugadores del equipo rival, todos ocuparon sus respectivos lugares.
Mientras René iba camino de su portería, miró hacia la grada en donde debía estar su familia, y en efecto allí estaban, su madre, su hermana, Matito y un asiento vacío. Tal como pensaba, ella no iría, era domingo, el partido terminaría tarde y Álex madrugaba mucho para salir al trabajo, o eso es lo que quería pensar él.
El partido fue un desastre, perdieron 1-4 y en todos los goles, él era el culpable. Cuando el árbitro dio por finalizado el encuentro, René se arrodilló y golpeó el césped con rabia. Toni y un par de compañeros más llegaron hasta él para animarlo, pero no permitió que nadie se acercara a él, como hacía siempre que estaba enfadado.
Llegó al vestuario, arrojó los guantes contra el suelo con fuerza y se sentó cabizbajo, quería evitar hacer contacto visual con nadie, lo que menos le apetecía era que alguien más viniera a decirle que no pasaba nada.
Poco a poco el vestuario se fue vaciando, todos se habían duchado y cambiado de ropa para volver a sus casas, pero René seguía aún sentado, mirando a la nada.
—Vidal ¿Puedes esperar fuera?—Toni obedeció a su entrenador y los dejó solos—Quedándote ahí sentado con cara de mala leche no solucionarás nada. Te lo dije esta mañana y te lo repito ahora, en este vestuario no caben vuestros problemas personales, y me parece que aquí hay unos cuantos. Tienes dos opciones. O los solucionas y todo sigue como siempre o aprendes a aparcarlos fuera de aquí y te dedicas a lo que sabes hacer…No me hagas contarte la tercera porque me dolería mucho tener que recurrir a eso. Ahora vete a la ducha y después a casa. Nos vemos el martes y espero que vuelvas a ser el mismo de antes.
El hombre se fue y entró Toni de nuevo, no hizo falta que le dijera nada, sólo se quedó allí con René haciéndole compañía. Lo esperó hasta que estuvo listo para irse.
—Vamos, te llevaré a tu casa, otro día vienes a por tu coche—René asintió y salieron juntos. No hablaron en todo el camino salvo para despedirse y darle las gracias a Toni.
Al llegar a casa, soltó las llaves despacio y caminó sin hacer ruido hasta su habitación. Al entrar vio el pequeño bulto que se suponía que era Álex, prefirió desviar la mirada y pasar al vestidor para ponerse algo cómodo y tratar de dormir.
Estaba a punto de meterse en la cama cuando ella se movió y quedó frente a él, en ese momento desechó la idea y salió del dormitorio.
Llevaba dos días para el olvido y aunque estuviera en su casa con todo bajo control, seguía intranquilo y con poco sueño. Se sentó en su sillón a oscuras y buscó resúmenes del partido, noticias, críticas sobre él, no tardó demasiado en encontrar de todo en redes sociales. Mucha gente a su favor y una minoría dedicándole palabras poco amables. Estuvo horas viendo, leyendo y culpándose por lo acontecido esa noche y casi sin querer, se quedó dormido con el teléfono en la mano.
La alarma sonó a las cinco de la mañana como cada día, pero ese lunes Álex tenía la sensación de no haber descansado nada, efecto del desfase horario del día anterior. Se sorprendió al encontrar el otro lado de la cama vacío e impoluto, tal y como lo había dejado cuando se fue a dormir.