Lo siguiente que vio fue los rayos de sol iluminando la habitación, no se había movido ni un centímetro y fue entonces cuando vio a Álex mirándolo con el pelo revuelto y una media sonrisa en sus labios.
—¿Por qué me mirás así?—sólo esperaba que no se tratara de otro sueño.
—No sé… ¿No te sientes raro?—le preguntó mientras se retiraba el pelo de la cara.
—Raro ¿En qué sentido?—no quería centrarse en ella, pero tampoco ser maleducado.
—A lo mejor tú estás más acostumbrado, pero es la primera vez que despierto con alguien.
—Ah, era eso—se tranquilizó—No, tampoco estoy acostumbrado a eso.
—Bueno, antes que sea aún más raro, será mejor que me levante. Tú deberías dormir, tienes cara de cansado.
—He dormido un poco mal—la vio salir de la cama mientras se recogía el pelo en un moño mal hecho, para después verla desaparecer por el vestidor.
Le fue imposible apartar la vista de ella, tenía un imán para sus ojos «Dejá de mirarla así degenerado» se regañó a sí mismo y metió la cabeza bajo la almohada. Aquello tenía que terminar por el bien de su estabilidad mental, ya no era un niño con las hormonas alborotadas, era un hombre cercano a la treintena, debería ser capaz de controlar sus calenturientos pensamientos.
Debido a lo cansado que estaba, se volvió a dormir durante un par de horas al menos. El sonido de su teléfono lo despertó.
—Hola Toni—respondió con voz adormilada.
—¿Te acabas de despertar? ¡Son las once y cuarto de la mañana!
—¿Qué querés? Me obligás a salir hasta tarde y después ni dormir lo dejan a uno.
—Te llamo para preguntarte si vais a venir a la cena de navidad del club. Es el fin de semana que viene y que no hay liga—explicó Toni.
—Sí, estaría bueno, cuenten conmigo. Lo que no entendí bien es ese plural que usaste, el vais ¿Qué querés, que vaya con mi mamá?
—No hombre. Me refería más a que si Álex irá contigo ahora que os habéis vuelto tan amiguitos y eso. Yo se lo he dicho a Bea y ha aceptado. Igual si ella va, Álex se anima, claro si tú quieres que vaya… ¿Tienes algún problema con eso?
—¿Yo? ¿Qué problema podría tener?—«Muchos René, muchos» pensó para sí mismo—La cosa es si ella quiere ir, yo no puedo hablar en su nombre.
—Claro, por supuesto. Habla con Álex y ya me dices ¿Vale? Te dejo seguir durmiendo princeso—rio a carcajadas.
—Cerrá el orto pelotudo—le colgó sin decir nada más.
Su cabeza sabía que no era buena idea, tenía que volver a tomar distancia con ella, pero si lo hacía, Álex podría volver a pensar en irse, y tampoco quería dejar de verla.
Por otra parte, le encantaría que fueran juntos a esa cena. Casi todos sus compañeros iban con sus parejas y solían mofarse de los que iban en solitario, tal y como le había pasado a él en los dos últimos años que había acudido sin compañía a pesar de estar casado.
Se lo preguntaría igualmente, aunque dudaba que ella quisiera ir con él a una reunión tan multitudinaria, no pasaba nada por intentarlo. Ya que lo habían despertado, debía salir de la cama, era algo tarde para él.
Cuando llegó hasta la sala, Matito estaba viendo algo en la televisión, su hermana y Álex parecía que no estaban en casa y Valentina estaba cocinando algo rico, el olor invadía la estancia y René sólo tuvo que seguirlo.
—¿Qué hacés viejita hermosa?—la abrazó por detrás y le dio un beso en la cabeza.
—Acá haciendo comida decente para los hombres de mi vida—Valentina amaba a sus tres hijos por igual, pero de todos, René era el más cariñoso.
—¿Qué cocinaste? Huele delicioso.
—Pues estoy preparando para hacer unas ricas milanesas, y en la mañana hice unos alfajores que sé que les encantan, especialmente a vos.
—Ahora sí es como estar en casa. Gracias mamá por todo lo que hacés por nosotros.
—De nada mi amor, lo hago con gusto hijo—esos días junto a René estaban siendo una buena medicina para ella.
—¿Dónde anda tu hijita la escurridiza?
—Se fue con Álex a su pueblo para llevarle el vestido a la amiga—le explicó—Pasarán allá el día, las invitaron a comer.
—No sabía, no me dijo nada en la mañana—al menos podría estar tranquilo una buena parte del día.
—Ella tampoco. Fue Mía la que le habló a Noe, la pobre Álex siempre termina arrastrada por tu hermana. Es una cosa esta nena…
—Ojalá y Mía no sea una mala influencia para ella.
—¿Qué decís? No hables así de tu hermana. A veces tiene ideas medio locas, pero es una buena mujer.
—Es joda vieja, si yo amo a mi hermana sea como sea. Y luego decís que ella no es tu hija predilecta.
—Todos son iguales para mí, los tres ¿Por qué te encanta irritarme?—le tiró el paño de cocina al pecho.
—Porque te ponés aún más linda cuando te enojás—le guiñó un ojo—En realidad gracias a todos ustedes, Álex está comenzando a ser ella misma, o eso creo porque yo ya la conocí con ese carácter serio y tímido y ahora parece otra persona…