La melodía de un alma (2025)

CAPÍTULO 30

—Tú…¿Eres uno de los hijos de Cristina?—preguntó completamente asombrada.

—Sí, Cristina se llama mi madre—Pipe buscó una foto en su móvil y se la enseñó a los dos—Es ella.

—Entonces tú…¿Eres Felipe?—aún no podía creer que acabara de conocer a uno de sus sobrinos.

—Sí, pero todos me llaman Pipe. Me alegra haberte conocido…tita.

René los observó a los dos. Los rasgos de Álex ya los conocía de memoria, pero cuando se fijó en el chico, supo que no mentía. Tenía pelo castaño, le sacaba una cabeza de alto a su tía y sus ojos…¡Eran iguales a los de ella!

—¿Se dieron cuenta que los dos tienen los mismos ojos?—ambos lo miraron a la vez y comprobó lo que pensaba—Son idénticos, a fuerza tienen que ser familia.

Pipe y Álex se analizaron más exhaustivamente y supieron que René estaba en lo cierto.

—¿Eres…mi sobrino?—Álex sonrió acariciándole la mejilla a Pipe—¡No me lo puedo creer!

—Y menos que me vas a creer…Mi hermano David también tiene los ojos igual que nosotros, imagino que debe ser algo genético.

—No sé. Cristina no tiene heterocromía, y mi madre tampoco. Y si fuera por parte de vuestro padre, sería imposible que yo la tuviera.

—Igual viene de generaciones anteriores a todos ustedes—intervino René—Esas cosas pasan.

—Es un poco fuerte que, de todos sólo la tengamos nosotros tres—Álex permaneció callada mientras asimilaba haber conocido a uno de sus sobrinos—¿Cómo supiste de mi existencia? ¿Tu madre te habló de mí?

—No, de hecho, hasta hace un par de años o así, yo no sabía que mi madre tenía una hermana.

—Viniendo de Cristina tampoco puedo decir que me sorprenda…También tienes una abuela, aunque supongo que eso tampoco lo sabías—Pipe negó con la cabeza—¿Entonces cómo te enteraste que tu madre tenía una hermana? ¿Cómo sabes mi nombre?

—Cuando os casasteis bueno, se viralizó y todo eso…

—Sí, no hace falta que me lo recuerdes…

—Bueno, entonces salisteis en la tele y a mi madre le cambió la cara, gritó «¿Qué hace el incordio de Álex ahí?»

—¿Después de tantos años me sigue llamando incordio? Qué patética es la pobre…Entiendo que supieras que yo me llamaba Álex, pero ¿Cómo supiste que era su hermana?

—Buscando entre sus cosas, vi un documento con su nombre y el tuyo, tenéis los mismos apellidos. Imagino que Alexia Gutiérrez Vázquez, eres tú—la joven asintió—Entonces no hay duda…No sé por qué ni mi hermano ni yo hemos sabido nunca nada de tu existencia. Jamás te mencionaron, ni mi madre ni mi padre.

—Tu padre me conoce, es cierto que sólo nos hemos visto una vez cuando yo tenía ocho años. Es…una larga historia…

—Me gustaría poder conocerte Álex, y que mi hermano también te conozca, que nos cuentes cosas sobre ti, sobre nuestra abuela…

—No Pipe, no podemos hacer eso—la cara de desilusión del niño, le dolía en el alma—No me malinterpretes, me encantaría conoceros a tu hermano y a ti, de verdad que sí. Pero si tu madre se entera, no me dejará vivir en paz y a vosotros tampoco. Ella y yo nunca nos hemos llevado bien.

—Mi madre no es muy buena persona que digamos, eso ya lo sabemos. Por eso tenía la esperanza de que tú fueras diferente y aferrarme a la idea que no toda mi familia es horrible—Pipe no pudo más y terminó llorando.

—No Pipe…No me hagas esto—acunó su cara entre sus manos—Tal vez, cuando seáis mayores y no dependáis de ella, podemos hacerlo si queréis. No quiero meteros en un lío con Cristina, entiéndeme.

—Vale, lo entiendo, no importa…De todas formas, me ha gustado conocerte y comprobar que eres buena gente. No os molesto más y perdón por haberme chocado contigo—Pipe le dio la espalda y de fue rápidamente de allí.

—Pipe, espera—el chico se paró en seco—Podemos quedar un día si quieres, te contaré todo lo que quieras saber, pero por Dios que tu madre no se entere.

—¿De verdad lo harás?

—Sí, te lo prometo—le sonrió y el chico le devolvió la sonrisa—¿Cuántos años tienes?

—Catorce.

—Sólo eres nueve años menor que yo…—entre su hermana y ella había más de dieciséis años de diferencia—¿Y tu hermano?

—David tiene doce, pronto cumplirá trece. No te lo he preguntado, pero ¿Le puedo contar quién eres? ¿Puedo llevarlo el día que quedemos?

—Si crees que guardará silencio, hazlo…Pipe, tengo que irme—estaba empezando a agobiarse con todo ese asunto.

—Vale, pero ¿Tienes redes sociales o algo para ponerme en contacto contigo?

—Emm no, no tengo…—mintió, no solía darlas a gente desconocida.

—¿Cómo no vas a tener? ¿En qué mundo vives? ¿Cómo te comunicas con la gente?

—Hablando, supongo—se encogió de hombros—Lo único que puedo hacer es darte mi número.

—Mejor te lo doy yo, saca el móvil.

—¿Puedes ir por él?—le pidió a René—Lo tiene tu madre, si voy yo es posible que para cuando vuelva, Pipe ya tenga hasta nietos.

—Vuelvo enseguida, no se muevan de acá—se fue dejándolos solos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.