La melodía de un alma (2025)

CAPÍTULO 38

Entró de la forma más sigilosa que pudo, pero debido a su falta de equilibrio, casi tira el bonito jarrón de la entrada. Intentando contener la risa, se quitó la chaqueta que tan amablemente Jaime le había prestado y la colgó en una silla para que se secara.

A continuación, se quitó los zapatos para no hacer ruido y sin una pizca de iluminación, caminó esquivando muebles hasta llegar a la habitación. Pensaba que había conseguido su objetivo, pero después de cerrar la puerta, se hizo la luz pillándola in fraganti con los zapatos en la mano.

—Emm ¿Te he despertado?—otra vez las ganas de reírse la invadieron—Perdón, yo no quería…¿Qué tal?

—No tan bien como vos—respiró hondo antes de seguir hablando—¿Cómo llegaste acá?

—Me trajo un amigo—soltó los zapatos junto a la puerta y se acercó hasta la cama—Yo hoy no puedo más—la abrió, se cubrió con las sábanas y se quitó las gafas, los pendientes y el adorno de su pelo.

—¿No te vas a poner otra ropa más cómoda?

—Tooodo da vueltas, mejor que no me mueva mucho. Además, creo que tengo helados hasta los huesos, olvidé mi abrigo en el restaurante, y de eso hace un montón de horas.

—¿La pasaste bien?

—Ajá—Álex bostezo y cerró los ojos—Mañana te cuento los detalles, buenas noches René.

Y la chica en menos de un minuto se quedó completamente dormida ante la atónita mirada del futbolista. Sabiendo que ella no despertaría, le tocó la cara y las manos y notó que no exageraba cuando le había dicho que estaba helada hasta los huesos.

Inconscientemente Álex, siguió el calor que emanaba del cuerpo de René y se pegó a él. Cuando la sintió al lado, optó por quedarse inmóvil, por primera vez, Álex había traspasado la línea imaginaria entre los dos espacios.

Si las circunstancias no fueran esas, a René no le importaría compartir su calor con ella, pero en esa ocasión no podía hacerlo. No se aprovecharía de una persona que no estaba en sus cinco sentidos, tenía que respetarla.

Con el paso de los minutos, ella se acomodó mientras que el chico no movió ni un músculo. Podía sentir su aliento en el cuello, y una de sus manos rozándole el brazo y la suavidad de sus piernas que tan sólo estaban cubiertas por las finas medias que Álex llevaba.

René estaba al borde de la locura…Todo su cuerpo le gritaba que buscara una posición más cómoda para los dos y se atreviera a abrazarla, mientras que su cabeza quería hacerse fuerte y negarse. Poco después, Álex dejó de moverse y el muchacho pudo respirar, sería una noche complicada, pero se fue relajando hasta el punto de quedarse dormido.

Parecía que estaba subida a un carrusel, se sentía un poco mareada. Abrió poco a poco los ojos, a pesar del mareo, se encontraba muy cómoda. Cuando consiguió enfocar la mirada, se dio cuenta que estaba prácticamente encima de René.

Tenía la cabeza apoyada en su pecho al igual que uno de sus brazos ¿Cómo había llegado hasta ahí? Lo observó por un momento mientras dormía, sabiendo el historial que tenía René, era consciente que, aunque despertara y la encontrara allí, él nunca se aprovecharía de la situación, dado que sus gustos en cuanto a mujeres, distaban mucho de lo que ella era. Por esa parte estaba muy tranquila, confiaba en él, y realmente, que ninguno de los dos tuviese interés en el otro, ayudaba mucho. Quiso volver a su lado de la cama, aunque estuviera helado, y al moverse, despertó a René.

—¿Ya amaneció la juerguista?—Álex seguía estando donde la vio por última vez. Aunque estuviera despeinada y con todo el maquillaje fuera de su lugar, había sido un bonito despertar a su lado.

—Aún no mucho. Perdón por la invasión, en mi defensa diré, que no sé cómo llegué ahí—quiso incorporarse, pero no pudo—Creo que me quedaré aquí unas cuantas horas más.

—Deberías, ya no estás acostumbrada a dormirte tan tarde—se levantó de la cama y la cubrió bien para mantener el calor.

—Por suerte, tengo vacaciones hasta el dos de enero, espero recuperarme para entonces—le informó.

—Seguro que sí. Dale, descansá. Nosotros pasaremos el día fuera, mi mamá quiere ver los pueblitos de acá cerca. Podés venir si querés, pero algo me dice que no me aceptarás la invitación.

—Yo hoy no tengo más plan que este. Pasadlo bien—Álex se quedó en mitad de la cama y cerró los ojos para volver a dormirse.

A René le parecía más atractivo el plan de Álex, pero no podía ser. Se cambió rápidamente y salió de la habitación para no molestarla más. Su hermana estaba en la cocina desayunando, mientras que Matito y su abuela veían el sorteo de navidad en la televisión.

—Buen día hermanito ¿Querés un cafecito?—le ofreció Mía.

—Sí, gracias—se sentó en uno de los taburetes de la cocina.

—Te dejaste olvidado el saco que usaste ayer allá en la sala—le comentó.

—¿Seguro? Creo recordar que lo llevaba encima cuando me metí en mi habitación.

—No, esperá—Mía fue por la chaqueta y se la llevó para que la viera—¿Viste? Estaba en la sala.

René se fijó en la chaqueta y recordó que Álex le había contado que olvidó su abrigo y que un amigo, supuso que el tal Jaime, la había llevado a casa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.