La melodía de un alma (2025)

CAPÍTULO 39

Después de indicarle dónde quedaba el centro donde estaba su madre, pusieron rumbo hacia allí.

—¿Se habrá enfadado tu madre conmigo por no quedarme a cenar mañana?

—No creo, pero contaba con vos, igual que todos nosotros. Pero entendemos que vos tengas tus cosas por ahí—intentó que no notara que a él sí que le había molestado su plan del día siguiente.

—La navidad es para pasarla en familia, y tú hace mucho que no puedes hacerlo con la tuya. Este año tenéis la oportunidad de hacerlo ¿Qué más dará que esté yo o no? Disfrutadlas vosotros, que es lo verdaderamente importante.

—Por si no te diste cuenta, vos también sos de la familia. Y no tiene nada que ver que estemos casados, va mucho más allá de eso.

—Y yo os lo agradezco, pero no estaría cómoda sintiéndome fuera de lugar. Es algo mío, vosotros no tenéis nada que ver ¿Vale?

—Si es lo que querés…—cuando Álex se cerraba de esa forma, no había manera de sacarla de ahí.

El resto del trayecto, ambos guardaron silencio, ninguno iba a convencer al otro para que cambiara de idea, los dos sabían que era mejor así. Finalmente, llegaron a su lugar de destino.

—Gracias por el favor René, te debo una.

—¿Te molestaría si entro con vos?—le preguntó dejándose llevar por un impulso.

—¿Por qué quieres entrar? Es un lugar bastante deprimente.

—Sé que igual lo que voy a decir te puede sonar medio raro, pero, me gustaría conocer a tu mamá, si vos me lo permitís, por supuesto—por fin pudo decírselo y deshacer el nudo que tenía en la garganta desde hacía un rato.

—¿Quieres conocer a mi madre?—René asintió—¿Por qué?

—Me has hablado tanto de ella que tengo curiosidad. Además, vos conocés a mi mamá, a mi hermana y a mi sobrino. Y yo sólo conozco a tu hermana y a uno de tus sobrinos, creo que estaría bueno equilibrar la balanza ¿No?

—Pero no es lo mismo, mi madre está enferma y…Bueno, ya te conté el otro día cómo son las cosas con ella.

—No haré ni diré nada hasta que vos lo hagas, te lo juro por mi mamá. Pero si no querés, obvio que respeto tu decisión.

—Está bien, entremos entonces—bajaron del coche y frente a ellos se levantaba imponente una de los mejores centros para enfermos mentales del país.

Al llegar a recepción, tuvieron que identificarse y uno de los celadores los acompañó hasta la planta correspondiente. Cada área estaba designada a un grupo de enfermos en concreto. La puerta del ascensor se abrió y todos se le quedaron mirando, pero pronto volvieron a sus actividades. En ese momento estaban dibujando sobre un folio.

Álex vio a su madre concentrada mientras coloreaba algo, justo en ese instante, sólo ella ocupaba la mesa, así que los dos fueron hasta allí y actuaron como si no la conocieran.

—Se te ha caído este lápiz—Álex fingió un encuentro casual para hablar con ella.

—¿Ah sí? No me había dado cuenta—Gloria sonrió y su hija le devolvió la sonrisa—Muchas gracias ¿Cómo te llamas?

—Me llamo Al…Alba ¿Y tú?—como siempre, inventó un nombre distinto al suyo.

—Yo me llamo Gloria—la mujer miró detrás de ella y vio al chico—¿Quién es él? ¿Cómo se llama?

—Es un amigo mío, se llama René.

—Gusto en conocerla Gloria—le ofreció la mano y la mujer la aceptó enseguida.

—Uy…Tú de por aquí no eres. Hablas como esos de los culebrones de la tele.

—Bueno, más o menos soy de por allá—la señora parecía simpática y aunque era algo que ya pudo ver gracias a las fotos que tenía Álex, no se parecían en nada madre e hija.

—¿Queréis sentaros conmigo? Estoy aquí dibujando. Mi Álex estaba aquí hace un momento pintando conmigo ¿Dónde se habrá metido esta niña?

—Seguro que anda por acá cerca—René miró a la aludida y su gesto de tristeza le partió el corazón. Tenía a su lado a su madre y era incapaz de reconocerla, debía ser muy duro para ella.

—Te pareces mucho a ella, sólo que mi Álex es pequeña y tú mayor. A ver si viene y os la presento, mi niña es un amor.

Gloria volvió a su dibujo durante unos segundos. Su mente era incapaz de recordar a su hija como una adulta, para ella Álex era eternamente una niña.

—¿Puede contarnos más sobre su hijita? Digo, para conocerla mejor—René no sabía si había hecho bien en preguntar, esperaba no llevarse una regañina por eso.

—Pues mi hija tiene ocho años…Tiene el pelo y los ojos idénticos a esta muchacha ¡Es muy curioso eso! Cuando su padre vivía le gustaba mucho cantar, se pasaba el día cantando sola o con Juanmi, un amiguito del colegio. Cuando se juntan esos dos, tiembla el planeta. Pero cuando Salva murió…Mi Álex apagó su voz…Desde entonces vivimos aquí, creo. A veces me falla un poco la memoria y me confundo ¿Sabes?

—Bueno, todos olvidamos las cosas de vez en cuando—intervino Álex. Se sentía tan impotente por no poder gritar a los cuatro vientos que estaba ahí, a su lado…Pero lamentablemente no podía hacerlo.

—¿Quieres que te dibuje algo?

—Claro, lo que tú quieras Gloria—jamás se acostumbraría a llamar a su madre por su nombre de pila en lugar de mamá




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