Horas más tarde, todo había salido bien y René estaba de vuelta en la habitación, aunque seguía dormido. Toni se ofreció a pasar esa noche con él, pero Álex se negó, prefería quedarse ella y saber que todo iba bien.
Había llegado la hora de llamar a la familia de René. No quiso hacerlo hasta después de la operación para poder darle todos los datos que pudiera y tranquilizarlos.
Una suave y conocida melodía, inundó sus oídos y puso más atención. Era Álex y parecía que estaba hablando con alguien. Abrió los ojos poco a poco con algo de dolor y la vio de perfil junto a la ventana. Debía estar atardeciendo porque la luz era tan rojiza como su cabello, haciendo una combinación preciosa. Sonrió levemente, ella no se había dado cuenta que acababa de abrir los ojos. Hacía más de un mes que no despertaba teniendo aquella cara que tanto amaba tan cerca suya.
—Valentina, escúchame. Te juro por mi madre que todo está perfectamente. La operación ha sido exitosa y se va a recuperar bien, y todo lo demás también lo está—se hizo el silencio, imaginó que su madre estaba muy alterada—Eso no tienes ni que pedírmelo, por supuesto que voy a cuidar de él—escucharla decir eso hizo que se le encogiera el corazón por la emoción—En cuanto se despierte os llamo para que lo veáis ¿Vale?—instantes después colgó y entonces se dio cuenta que René había abierto los ojos—Bienvenido de vuelta—le sonrió—No sé si estás aquí o todavía estás un poco en las nubes por la anestesia.
—Más…o…menos—seguía sintiendo dolor, pero ya era más llevadero.
—Me han dicho que ya puedes beber agua y más tarde te traerán algo para cenar.
—Menos…mal—Álex le acercó el agua para que pudiera beber y se la acabó en segundos.
—Sé que debes ese estar muerto de sed, pero bebe con calma—le quitó el vaso y él gruñó—Tu familia está preocupada y quiere verte, hay que llamarlos y bueno…Tú los conoces mejor que yo…¿Preparado?—levantó el pulgar para hacérselo saber y la muchacha los llamó—Bueno, aquí lo tenéis, sano, salvo y un poquito drogado—le pasó el teléfono y podía escuchar como Valentina y Mía lo acribillaban a preguntas mientras él apenas podía decir alguna que otra palabra—Voy a buscar más agua—le informó—Si no vuelvo en un rato será porque se me ha aparecido el fantasma de la abuela y me he muerto del susto—bromeó y salió de la habitación.
René continuó hablando con ellas durante unos minutos más intentando tranquilizarlas. Cuando finalizó la llamada, el teléfono se quedó desbloqueado y, aun sabiendo que estaba mal, comenzó a leer la conversación entre ella y Jaime.
JAIME—¿Te gustaría quedar mañana para ir a tomar algo?
ÁLEX—No puedo, estoy ocupada.
Su rechazo le gustó. Él ya sabía que a ese chico le gustaba Álex, e imaginó que en el último mes habían vuelto a verse. El siguiente mensaje se lo había enviado de madrugada, y la muchacha le había respondido hacía apenas unas horas.
JAIME—He visto en las noticias lo de René ¿Sabes algo de él?
ÁLEX—René está bien, gracias por preguntar.
JAIME—¿Y tú? Aunque ya no estéis juntos, imagino el susto que te habrás llevado ¿Irás a verlo?
ÁLEX—Llevo con él desde anoche.
JAIME—Ah vale…
Álex no le volvió a responder. Ese tal Jaime parecía un poco pesado y por como ella le hablaba, se notaba que no le apetecía nada mantener una conversación con ese hombre.
JAIME—¿Eso significa que vas a volver con tu ex?
ÁLEX—Probablemente.
JAIME—Ah, ok. Que se mejore.
Y ahí acababa la conversación, dejó el móvil sobre la cama y sonrió satisfecho. Álex lo había elegido a él antes que a otra persona y eso lo hacía muy feliz.
La muchacha volvió a la habitación y había traído algo para poner la tele y al menos tener una fuente de entretenimiento.
La noticia de la que todo el mundo hablaba parecía más grave cada día. Había países que habían cerrado sus fronteras y se estaba empezando hablar de una epidemia global. El coronavirus o Covid-19, se propagaba a lo largo y ancho del planeta, los casos ascendían y ya había muerto gente por su causa.
—Dios, que miedo da ver las noticias últimamente. Ojalá encuentren pronto como curarlo o estamos fritos. Mejor pongo algo más entretenido, aunque esté más repetido que el telediario—Álex cambió de canal. Durante un rato, estuvieron viendo la televisión y olvidaron por un momento dónde estaban y por qué.
Al llegar la cena de René, Álex apagó la televisión. El muchacho estaba hambriento y después de que ella le acercara la bandeja, intentó comer con la mano izquierda sin decir nada. Agarraba la cuchara con cuidado y cuando trataba de llevársela a la boca, la mitad del contenido, en este caso una nutritiva crema de verduras, volvía a caer sobre el plato.
—¿Necesitas ayuda?—llevaba viéndolo unos minutos y sabía que sería incapaz de comer con su mano no dominante—Deja que te ayude…—se aproximó hasta él.
—No…ya aprenderé—volvió a repetir la misma operación y obtuvo exactamente el mismo resultado.
—O me dejas ayudarte o tendré que ir a comprarte un babero, y ya la hora que es, lo veo complicado…Trae eso—le quitó la cuchara de la mano, se sentó en la cama y acercó la bandeja hasta ella—Venga, abre—le acercó el cubierto y a René no le quedó más remedio que abrir la boca. La comida no estaba muy allá, pero tenía tanta hambre que se comería cualquier cosa—¿Quién me iba a decir a mí que iba a terminar dándote de comer como si fueras un niño?