Antes de llegar, Álex hizo una parada para comprar algunas cosas que necesitaba. Había tomado la decisión de ir hasta casa de René sin preguntar ¿Y si no quería que se quedara? Sería un poco humillante, pero lo entendería perfectamente, si no fuera por la lesión, no hubieran vuelto a encontrarse.
Al llegar al edificio, el conserje la dejó subir, se conocían de sobra. Poco después, el ascensor la dejó frente a la puerta y llamó al timbre.
—¿Esperas visita?—preguntó Toni.
—No ¿Podés ir a ver quién es?
—¿No será una de tus…amiguitas? A lo mejor se ha enterado que ya estás en casa y viene a cuidarte—le guiñó un ojo.
—Ve y abrí—le ordenó—Ellas no saben dónde vivo ¡Dale, abrí!
Toni caminó por el pasillo hasta llegar a la entrada para posteriormente abrir la puerta.
—¿Tú por aquí? Deja que te ayudo—le quitó las bolsas de las manos y las dejó en la cocina—Es curioso que la última vez que estuviste aquí, yo también lo estaba, y ahora que has vuelto a pisar esta casa, yo aún sigo aquí.
—Tienes razón, es curioso—se quedó quieta antes de pasar al salón—¿Crees que he hecho bien en venir Toni?
—Pues claro mujer—la animó—Además llegas en el momento justo porque yo me tengo que ir—le explicó—¡René!—llamó la atención de su amigo a veces—¡Me voy a casa, luego te llamo!
—¡Ok, cuídate amigo y gracias por traerme a la casa!—pensando que estaba solo, se levantó del sillón para ir hasta la cocina, pero al abrir la puerta del salón, se llevó una grata sorpresa—¿Qué hacés vos acá?
—He venido a traerte unas cuantas cosas por si te hacían falta. Pero si quieres que me vaya, yo me voy y aquí no ha pasado nada…
—No, está bien. Gracias igual por tomarte la molestia de venir hasta acá y…—tuvo que detenerse a respirar hondo porque, aun teniendo media cara rota, deseaba besarla allí mismo por mucho dolor que pudiera sentir—¿Qué trajiste?—se alejó de ella por precaución.
—Traigo algo para cenar y que puedas comer fácil. Crema de verduras, arroz, zumos, gelatina…La crema es de bote, sé que no es lo mismo que una recién hecha, pero habrá que conformarse—Álex guardaba todo bajo la atenta mirada de René—Y también he comprado esto. Sirve para que te lo pongas en el brazo y te consolará un poco el dolor. Evidentemente tienes que meterlo en frío, si no, poco te va a ayudar.
—No tenías que hacer nada de esto, yo lo podía haberlo mandado traer con alguien. Ya que me llenaste la despensa y la heladera, te invito a cenar, aunque no pueda hacer mucho.
—Iba a dejarte algo hecho para que pudieras cenar, no hace falta que me lo pidas con una indirecta.
—No quiero que te quedes para hacerme de comer Álex. Va en serio, quédate a cenar conmigo…Digo, si no tenés otros planes—lo último que quería es que ella pensara que la estaba utilizando para su beneficio.
—Yo nunca tengo planes—le confirmó con un deje de tristeza—Además de para traerte todo esto, he venido a preguntarte una cosa...
—¿Ah, sí? Decime con confianza ¿Qué pasó?
—Lo primero de todo que quiero que te quede claro es que puedes no aceptar y no pasaría nada ¿Vale?
—Álex, dejá de darle vuelta y preguntá—al futbolista le picaba la curiosidad ya.
—Creo que en unos días no deberías estar solo…Entonces había pensado en quedarme aquí un tiempo…como antes, ya sabes. Mi conciencia no estaría tranquila sabiendo que yo puedo ayudarte…Aunque a lo mejor ya te has acostumbrado a estar solo otra vez, yo no quiero molestarte y…
—Álex, esta siempre será tu casa. Y si tu conciencia se queda tranquila quedándote acá, yo no tengo problema con eso—intentó sonar tranquilo, aunque por dentro estaba dando saltos de alegría.
—¿De verdad?
—Claro. Soy yo el que tiene que estar agradecido con vos por venir hasta acá para estar al pendiente de mí ¿Cómo voy a negarme a eso?
—Le di muchas vueltas a preguntártelo porque si no fuera por esto—lo señaló—Tú y yo no nos hubiéramos vuelto a ver.
—Cierto—no estaba preparado para que le preguntara en motivo—¿Trajiste tus cosas o tenés que volver por ellas?
—Están en mi coche. No iba a presentarme aquí con una maleta así sin más.
—¿Estacionaste en la calle?—la joven asintió, y él fue hasta el mueble de la entrada—Tomá, estaciónalo donde siempre—le dio sus antiguas llaves de la casa y del garaje—Andá antes que sea más tarde.
Álex le tomó la palabra y se fue en busca de su coche. René no podía estar más contento. Tenerla allí, aunque sólo fuera por unos días era algo que no esperaba que ocurriera, y a sabiendas que sufriría de nuevo cuando ella se volviera a ir, asumía las consecuencias gustoso.
Después de la cena, Álex fue hasta su antigua habitación a guardar las cosas que había traído y a vestir la cama. Estaba en eso cuando René apareció y se apoyó en el marco de la puerta.
—¿Está todo bien?
—Sí, muy bien. Deberías ir a descansar, por fin dormirás en una cama decente.
—Y vos también, ese sillón parecía muy incómodo—recordó.
—Sí—esbozó una sonrisa sincera—Voy a disfrutar esa cama como no te puedes imaginar.