Un ruido fuerte lo despertó, estaba profundamente dormido, pero juraría que había escuchado una especie de explosión. Lo achacó a un sueño y con desgana se levantó y caminó hasta el baño. Desde el día que Álex le dijo que le gustaba su pelo al natural, no volvió a recogérselo. Era una tontería y él lo sabía, pero le hacía ilusión que le gustara algo suyo, aunque sólo fuera su pelo.
Una vez cambiado, abrió la puerta de su dormitorio y vio la del pasillo cerrada, algo inusual porque esa nunca la cerraban. Al pasar por la habitación de Álex, la vio ordenada y con la ventana abierta para que entrara el aire fresco de la mañana. Finalmente entró al salón y descubrió lo que la muchacha había preparado para él.
—¿Y esto?—había unos cuantos globos esparcidos por el salón y allí estaba ella, sonriéndole como nunca.
—¿No sabes qué día es hoy?
—Hace mucho que perdí la noción del tiempo con este encierro… No te sé decir en qué día estamos.
—Te iba a dar una pista, pero visto lo visto… ¡Feliz cumpleaños René!
—¿Hoy es veintiséis de Abril?
—Sí, hijo, sí…—respondió resignada.
—¿Preparaste esto para mí?—ella asintió—¿De verdad?—el corazón le latía con fuerza dentro del pecho. Ese detalle que había tenido con él, jamás lo iba a olvidar—Yo…esto… Muchas gracias Álex… No sé ni qué decirte…
—Es la primera vez que te quedas sin palabras desde que te conozco ¡Increíble! Y raro, porque tú no te callas ni debajo del agua.
—Por ahí dicen que para todo hay una primera vez—y eso él bien lo sabía.
—Es una tontería, pero no sé, quería que fuera un día distinto, después de todo esto que está pasando. Lo malo es que no tengo un regalo para ti, pero…
—No necesito un regalo, tengo todo lo que quiero…—«Casi todo» pensó—Me encantó, de verdad.
—Hay algo más, ven—lo agarró de la mano para llevarlo hasta la cocina—He hecho el bizcocho de chocolate que tanto te gusta y…—abrió el frigorífico para sacar algo—Tarta de queso, tu favorita. No sé si me habrá salido buena porque tengo el paladar estropeado, pero ojalá que sí… Y aún falta el toque final—sacó del cajón las velas con el número dos y el nueve y las pinchó en la tarta—Ahora sí ¡Felices veintitodos!
—Todo esto… ¿Lo hiciste vos? ¿Cuándo?—estaba echando mano de todo su autocontrol para no ir por Álex y comérsela a besos. Esa mujer se merecía el mundo entero.
—Pues entre anoche y esta mañana. Ventajas de quién está acostumbrada a despertarse muy temprano y descansar poco. Esto—dijo refiriéndose a la tarta de queso—Mejor lo guardamos para después. Pero el bizcocho puedes comértelo ya si te apetece.
La muchacha guardó de nuevo la tarta y cuando se dio la vuelta, se encontró con René muy cerca de ella.
—No sé cómo agradecerte todo esto… Es un montón Álex, no debiste tomarte tantas molestias sólo por mí—no pudo detenerse y terminó abrazándola.
—No tienes que hacer nada—ella le devolvió el abrazo con mucho gusto—Es algo sin importancia, habrás tenido mejores fiestas de cumpleaños seguro.
—Esta le gana por mucho a todas… Gracias—dejó de pensar en las consecuencias y se atrevió a darle un beso por primera vez… Eso sí, en la cara—Sos la mejor.
—¡Qué exagerado!—sonrió separándose de él—Voy por el móvil, hay otra cosita más.
Álex salió de la cocina dejando a René solo y desarmado por una mujercilla que superaba por poco el metro y medio de estatura. Estaba emocionado tanto por la sorpresa, como por que ella no se hubiera sentido incómoda con su afectuoso abrazo y su beso amistoso.
La conocía bien, poca gente podía tener ese tipo de acercamiento con ella si Álex no quería, y por lo que acababa de comprobar, el también formaba parte de ese círculo ya.
Después del desayuno, Álex llamó con su teléfono a Bea y Toni, y con el de René a Valentina, Mía y Matito. Todos juntos le cantaron el Cumpleaños Feliz en la versión argentina y española, mientras esperaba a soplar las velas de la tarta.
—Recuerda que tienes que pedir un deseo antes de soplar—comentó Álex.
—Tengo clarísimo qué deseo—le respondió mirándola directamente a los ojos antes de apagar las velas.
—No lo podés decir tío—intervino Matito—Si no, no se te cumple.
—Escucha a tu sobrino—dijo Toni en tono jocoso, era el único que sabía cuál era su más ansiado deseo.
—Oigan…¿Dónde está Rocco? Aún no lo felicité—quiso saber René.
—¿También es el cumpleaños de tu hermano?—preguntó Álex.
—Sí, los dos cumplen el mismo día—aclaró Valentina—Rocco se tuvo que ir para Buenos Aires de urgencia. Él no quería irse por como están las cosas, pero lo obligaron—explicó su madre—Ayer en la noche hablé con él.
—Aprovechando que están todos acá presentes de una u otra manera—René tomó la palabra—Quería agradecerles por estar conmigo un día como hoy a pesar de todo lo que está pasando en el mundo. Desde ya les prometo que en algún momento festejaremos este día todos juntos, como debe ser—todos aplaudieron—Quisiera hacer una mención especial a Álex por prepararme tan linda sorpresa.