Me desperté y mire mi habitación oscura, me duche mientras disfrutaba del silencio que se hacía presente, cepillé mis dientes y bajé para ir a la preparatoria. No tenía hambre, así que solo cogí una manzana y salí de la casa. Mientras caminaba, iba pensando en cómo acercarme a aquel chico de cabello rubio; no quería parecer una loca, pero me concentré en disfrutar la letra de mi canción favorita.
Al llegar a la escuela, miré a mi alrededor, pero no lo encontré, así que me concentré en ir a mi casillero a buscar unos cuadernos que dejé el día anterior, y justo ahí estaba Kian. Me sentí bastante nerviosa, pero me acerqué tratando de verme lo más normal posible.
—Buenos días —exclamó mientras cerraba su casillero.
—Buenos días, Kian —contesté tratando de sonar lo más normal posible.
—Me alegro que ya no te alejes de mí —replicó con una sonrisa en su rostro.
—No, no me alejaba de ti, solo que tenía un poco de prisa —respondí nerviosa.
—Bueno, vamos al salón —mencionó con esa hermosa sonrisa que tenía mientras sus dientes pequeños y blancos se mostraban.
Accedí, pero me detuvo en el instante.
—Déjame llevarte tu mochila; se puede mirar que lleva mucho peso —exclamó
—¿Qué!? Está bien —dije nerviosa.
Estaba demasiado nerviosa y me sentía rara, ya que desde hace mucho tiempo no interactuaba con alguien y menos con un chico. Aparte, nadie se había ofrecido a llevarme la mochila, o tal vez será porque siempre que alguien se acercaba a mí, yo hacía todo lo posible para alejarme de ellos.
Al entrar con Kian al salón, todos nos miraban sorprendidos, ya que todos estaban acostumbrados a verme entrar sola. Desde que mi vida se sumergió en depresión total, me alejé de todos mis amigos o hacía todo lo posible para que se decepcionaran de mí. Después de eso, me quedé completamente sin amigos y así estaba mejor; nadie se acercaba a mí, ni mucho menos querían dirigirme la palabra. Los profesores ya estaban hartos de gastar saliva conmigo tratando de convencerme en socializar con otros o que aprendiera a trabajar en equipo.
— Por cierto, ¿cuál es tu nombre? —preguntó, tratando de romper el silencio que estaba presente.
—Anne Windsor.
—Windsor —masculló Kian.
Mi apellido es difícil de pronunciar, así que no me sorprendió que Kian no supiera pronunciarlo.
—Asi es — Respondí.
—Ya somos amigos verdad Winnie.
—¡Qué!, ¿cómo me has dicho!, ¿acaso me dijiste Winnie? —protesté haciendo a un lado mi cuaderno. Nadie me había puesto apodos y no era como que me gustara tampoco.
—Así es, tu apellido es muy difícil de pronunciar y de pequeño siempre me gustó ver a Winnie Pooh. Sé que eso no tiene nada que ver con tu nombre, pero el nombre Winnie es parecido a tu apellido —dijo mientras una carcajada escapó de su garganta, contagiando a quienes lo rodeaban.
No había conocido a un chico con ese humor y eso hacia que me divirtiera también.
*******
«Kian»
En esos pocos minutos que interactué con Anne, me di cuenta de que es una chica con una personalidad única, solo que intenta esconderla detrás de esa máscara que lleva puesta día a día.
Empecé a escribir lo que estaba escrito en el pizarrón, traté de concentrarme, pero era imposible dejar de mirar a Anne. Es tan hermosa a pesar de que no usa maquillaje; su piel se mira muy suave y sus labios rojos y carnosos son tan atractivos.
—Eres muy bonita, Winnie —mencioné mientras escribía en mi cuaderno.
—Gracias, Kian —exclamó con nerviosismo.
Estaba muy contento porque había dado un gran paso al haber hecho hablar a Anne; su voz era muy delicada y suave, capaz de formar una hermosa melodía.
—Soy nuevo en España —exclamé tratando de sacarle plática—. Espero y algún día me enseñes sus calles.
Mi ciudad natal es Los Angeles California, pero por motivos importantes me mudé con mi madre a España.
—Ohh, bienvenido —masculló mientras mordía la goma de su lápiz. Note que lo hacía habitualmente, pues el pobre lápiz estaba bastante mordido y maltratado.
—Toma, te lo regalo. —Le entregué un lápiz nuevo.
—¿Que? —No, no es necesario —protestó.
— Acéptalo, linda —afirmé.
Me sentía agusto poder platicar con Anne, es una chica increíble apesar de que no intenta socializar con los demás.
☆