Desde el ataque de ansiedad que sufrí ayer, tuve la intención de comportarme de la forma más ordinaria posible; no quería que Kian me perciba así. Cuando llegue, Kian ya se encontraba en el salón de clases. Ingresé y camine hacia él.
—Winnie, ¿Cómo estás?— Pregunto.
—Estoy bien.
Tire la silla para sentarme, saque mi cuaderno y mis lápices.
— Buenos días, estudiantes, deseo que este comienzo de semana sea repleto de éxitos. Solo vine a presentarles a Marcus Lancaster; recién ha sido transferido y espero que lo ayuden a actualizarse con sus obligaciones— Exclamó el director de la preparatoria.
Kian se puso de pie y comunicó a Marcus la página en la que nos hallamos, prometiéndole que luego le prestaría sus anotaciones.
—Te agrada ayudar a los demás, ¿no es cierto? —Sí, Winnie, mi madre siempre me ha inculcado la importancia de ayudar a las personas —exclamó Kian.
Me gustaría pensar como tú, pero siempre me persigue el temor, tal vez porque siempre me distancié de aquellos que me quieren. —Me casqué.
—Te apoyaré para vencer ese temor, Winnie, te mostraré que el amor puede derrumbar cualquier obstáculo —dijo sonriendo.Una vez transcurridos unos minutos, la campana hizo sonido.
—No creo que saldré esta vez, Kian —confíé mientras jugaba con mis dedos.
—Winnie, ¿te encuentras bien?—exclamo—esta bien, te traeré algo de beber.
Accedí y vi a Kian abandonar el salón, recogí mis pertenencias y saqué mis auriculares; tenía la intención de ponerlos, pero una voz me detuvo.
—¿Qué nombre tienes? —indagó Marcus.
—Anne —se dispersó. No tenía idea de cómo comportarme; todavía no estaba lista para intercambiar palabras con otras personas que no fueran Kian o mi madre.
—Me llamo Marcus, también puedes llamarme Marcos —exclamó.
—No hay problema.
—Te encuentras entre las personas que no expresan la verdad —indagó. —Soy algo introvertida—respondi.
—Es tu novio el chico que estaba contigo hace un instante —indagó Marcus. —No, él es mi mejor amigo —contesté.
—Hola, chicos —exclamó Kian al llegar al salón.
Estaba conversando tranquilamente con los chicos cuando observamos que un chico de alto se aproximaba a nuestra mesa; nos proporcionó un sobre a cada uno.
—Organizaré una celebración en esta dirección mañana por la noche; todos los alumnos están invitados, espero que vayan —dijo el joven.
¿Una celebración? —Ay, me encantan las celebraciones; vendrán, ¿no? —indagó Marcus.
—No, no me agradan las celebraciones, no me agrada el ruido, prefiero quedarme en casa leyendo libros, no me agrada ese entorno; además, no poseo la ropa apropiada para una celebración —exclamé.
—Winnie, eres extremadamente bella. Estoy convencido de que cualquier prenda de vestir te queda ideal —exclamó Kian.
—Kian está en lo correcto, Anne — expresó Marcus. —Lo consideraré.
—También pasaré por ti, Winnie — expresó Kian. Tras abandonar la escuela, me despedí de los jóvenes y me encaminé hacia mi hogar. Cuando llegué, entré a mi cuarto para cambiarme y decidir si me apunto o no a esa celebración. No llego a fiestas desde hace años, no me gusta salir de mi casa y no creo que ese ambiente sea de mi agrado, es increíble como la depresión te puede llegar a cambiar la vida, ¿Cómo es posible que llegues a odiar lo que antes te gustaba? las fiestas era algo que amaba, me encantaba cuando la época de la navidad llegaba, insistía para que ya fuera anoche y abrir los regalos que estaban bajo el árbol, de pequeña siempre anhele crecer lo más pronto posible sin saber que pedir eso se convertiría en un gran error, deseo regresar el tiempo y volver a ser la misma Anne feliz y tierna que era antes y evitar convertirme en este monstruo que ahora soy.