La Mentira [saga Contratos del Corazón #1]

Capítulo 11: El Nido Roto

=Apartamento de Andrea, Lauría - Mañana=

Andrea se despertó con una sensación de ahogo. El aire de su pequeño apartamento estaba denso, espeso por el perfume de las peonías. Era un aroma dulce y funerario que se había adherido a las sábanas, a su pelo, a sus pulmones. Cada inspiración era un recordatorio de Nicolás, una invasión silenciosa y fragante. No podía soportarlo un segundo más.

En un arrebato de actividad febril, recogió las docenas y docenas de flores, sus pétalos blancos y perfectos pareciendo una burla en la modesta luz de la mañana. Llenó sus brazos con ellos, la seda fría de los tallos contra su piel, y salió de su edificio sintiéndose ridícula, como un jardín ambulante escapando de un incendio invisible. Su destino fue el pequeño hospicio al final de la calle, un edificio humilde con las paredes desconchadas.

Una enfermera la miró con sorpresa, pero la dejó pasar. Andrea caminó por los pasillos silenciosos, repartiendo los ramos. Una anciana en una silla de ruedas, con los ojos nublados por las cataratas, tomó un enorme ramo entre sus manos temblorosas y le sonrió, confundida.

—“Gracias, mi niña. Hacía tanto que no venías a verme"—La mujer la había confundido con su nieta.

Andrea solo asintió, con un nudo en la garganta, y se retiró antes de que la anciana pudiera ver sus ojos llenos de lágrimas. Había transformado el gesto posesivo de Nicolás en un instante de alegría ajena, pero el acto la había dejado sintiéndose más sola que nunca.

De vuelta en su apartamento, el aire limpio la recibió como una bendición. Su teléfono vibró. Era un mensaje de Luciano.

Día de locos en la oficina. Mi padre y yo parecemos dos generales en un búnker. Hay reuniones con abogados, con los bancos... un desastre. Solo quería asegurarme de que estabas bien. Avísame si necesitas algo. Lo que sea.”

Andrea se sentó en el borde de su cama. Empezó a escribir: “Nicolás me llenó el apartamento de flores. Creo que me está vigilando. Tengo miedo.” Miró las palabras en la pantalla, el peso de su propia vulnerabilidad. Luciano ya estaba librando una guerra por ella. No podía, no debía, añadirle el peso de sus miedos personales. Borró el mensaje.

—“Todo tranquilo por aquí”, escribió en su lugar, cada letra una pequeña traición a sí misma. “Concéntrate en lo tuyo. Cuídate mucho. Eres más fuerte que ellos.”

Pulsó enviar y sintió cómo la distancia entre ellos se convertía en un océano. Estaba sola. Y en el fondo, sabía que ese era exactamente el primer paso del plan de Nicolás.

=Calle de Lauría - Mediodía=

La carta llegó en un sobre oficial, con el membrete de una empresa que no reconoció. La abrió en el portal, sus dedos rasgando el papel con una premonición de desastre. Las palabras eran un laberinto de jerga legal, pero el mensaje era brutalmente claro: el edificio había sido adquirido por una nueva entidad, "Soluciones Globales Barreiros", y su contrato de alquiler, convenientemente flexible por ser para una estudiante, no sería renovado. Disponía de treinta días naturales para desalojar la propiedad.

Soluciones Globales Barreiros.

El nombre era un puñetazo en el estómago. Tan descarado, tan arrogante. Se apoyó contra la pared del portal, el papel arrugándose en su puño. No era solo un ataque; era una firma.

**
En su suite de hotel, Nicolás terminaba una llamada.

—Informe —dijo, su voz tranquila, casi aburrida.

—La compra del edificio "Miramar" está completada, señor. La carta de desalojo fue entregada en mano hace una hora, tal como solicitó.

—¿Y la segunda fase? —preguntó Nicolás mientras se servía un vaso de agua.

—Activada, señor. Nuestro equipo ha contactado a todas las inmobiliarias y administradores de propiedades relevantes en Lauría. Han recibido ofertas muy generosas para mantener sus apartamentos clave "fuera de mercado" por "reformas imprevistas" o para rechazar solicitudes con el perfil de la señorita Paz, alegando exceso de demanda. También hemos monitorizado sus finanzas. Con la beca como único ingreso, no podría pagar el depósito de seguridad que ahora piden en el 90% de los alquileres disponibles. El perímetro está sellado.

—Perfecto. Buen trabajo, Ramiro. Mantén la vigilancia.

Nicolás colgó y bebió un sorbo de agua. Ahora solo tenía que esperar a que la presa se diera cuenta de que todas las salidas de la jaula llevaban a otra jaula.

=Apartamento de Andrea - Tarde/Noche=

Las siguientes horas fueron una pesadilla burocrática. Andrea, sentada frente a su portátil, sentía cómo el pánico le subía por la garganta. Cada portal inmobiliario era un callejón sin salida. "Alquilado". "Solicitud denegada". "No disponible". Llamó a un número. El agente fue encantador hasta que ella dio su nombre.

—Oh, Andrea Paz —dijo el hombre, su tono cambiando súbitamente—. Lo siento muchísimo, pero ese apartamento se acaba de alquilar hace cinco minutos. Qué mala suerte.

No era mala suerte. Era un diseño.

La red invisible se estrechaba. Desesperada, su mente buscaba un salvavidas. ¿Luciano? Imposible.

Ya estaba ahogándose por su culpa.mmEntonces, un nombre. Una posibilidad. Massimo.




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