La Mentira [saga Contratos del Corazón #1]

Capítulo 10: Guerra Silenciosa

=Aeropuerto de Lauría / Apartamento de Andrea - Noche=

El anuncio de la última llamada para el vuelo a Cauria resonó en la terminal, metálico e impersonal.

Luciano sostenía el teléfono contra su oreja, intentando absorber el sonido de la voz de Andrea como si fuera una reserva de aire para un viaje submarino.

—Ya voy a abordar —dijo, su propia voz sonando extraña, forzada—. Cuídate mucho, Andrea. Cierra bien la puerta, ¿de acuerdo? Te llamaré en cuanto aterrice.

—Tú también ten cuidado, Luciano —respondió ella desde la seguridad precaria de su apartamento. Su voz era un susurro, pero él pudo oír el miedo que ella intentaba ocultar.

La llamada se cortó. El vínculo se rompió. Luciano se guardó el teléfono en el bolsillo, una sensación de impotencia y rabia ardiendo en su pecho. Estaba volando hacia una guerra, pero sentía que estaba abandonando el único territorio que de verdad importaba proteger.

**

A kilómetros de distancia, en la suite presidencial del Hotel Barreiros, Nicolás observaba un punto de luz parpadeante en la pantalla de su tablet. El vuelo EK-451. El avión de Luciano. Siguió su trayectoria sobre el mapa digital, un depredador observando a su presa alejarse del coto de caza. Cuando el punto finalmente cruzó la línea de la costa y se adentró en el mar, una fría y absoluta satisfacción se instaló en su interior.

El tablero estaba despejado. La partida, ahora, era solo entre él y ella.

=Oficinas de Ferrer Corp., Cauria - A la mañana siguiente=

Luciano entró en la sala de juntas y el olor a pánico y café rancio lo golpeó como una pared. Su padre, Ignacio Ferrer, un hombre cuya postura de acero solía dominar cualquier habitación, estaba de pie junto a la gran mesa de caoba, con el rostro pálido y los hombros tensos. Un grupo de ejecutivos murmuraba en voz baja, sus rostros sombríos.

—Llegas tarde —dijo su padre sin mirarlo, su voz un gruñido.

—El vuelo se adelantó —replicó Luciano, dejando su maletín—. ¿Qué tenemos?

Antes de que Ignacio pudiera responder, un asistente entró corriendo, con una tablet en la mano y el sudor perlando su frente.

—Señor Ferrer, es el consorcio bancario europeo. Han puesto en 'revisión de riesgo inesperado' nuestra principal línea de crédito para el proyecto del Báltico. Alegan "inestabilidad en el sector". Y... —tragó saliva—, el Financial Post acaba de publicar un artículo de opinión en portada. Cuestiona la solvencia de nuestras operaciones en Asia, citando fuentes anónimas de alto nivel.

Luciano sintió un frío glacial. El Financial Post. Propiedad de un conglomerado mediático que los Barreiros habían absorbido hacía dos años.

Ignacio Ferrer golpeó la mesa con el puño cerrado. Un único y sordo impacto que silenció la sala.

—¿Barreiros? ¿Eliseo sabe de esto?

—He intentado contactarlo. Está en "reuniones impostergables" —dijo un ejecutivo.

Luciano miró a su padre. Por primera vez en años, no vio al hombre que criticaba sus tatuajes y su rebeldía. Vio a un león viejo y cansado, defendiendo su territorio de un ataque invisible. Y supo, con una certeza que le helaba los huesos, que esto era solo el principio.

=Oficina de Don Eliseo, Torre Barreiros, Cauria - Mediodía=

La oficina de Don Eliseo Barreiros era moderna pero no ostentosa. Olía a madera de cedro y a poder generacional. Estaba sentado detrás de un escritorio del tamaño de un coche pequeño, un monolito de poder silencioso. Sostenía el teléfono con una mano mientras con la otra hacía girar lentamente un pesado globo terráqueo de escritorio.

—Ignacio, por supuesto que estoy al tanto —dijo, su voz profunda y con un tono de sincera preocupación—. Mis analistas están tan desconcertados como los tuyos. Un ataque coordinado, sin duda. Pero ¿quién tendría el poder y la audacia?... No, no, descarta a los rusos, esto es más sutil, tiene un toque personal... Sí, mis condolencias por lo del Báltico. Una verdadera lástima.

Escuchó pacientemente la voz tensa de su socio al otro lado de la línea.

—Te doy mi palabra, Ignacio —continuó, su tono ahora paternal y firme—, que los recursos de Barreiros están a tu disposición para encontrar a los responsables. La alianza Barreiros-Ferrer es sólida como una roca. Lo que te afecta a ti, me afecta a mí. Somos familia, al fin y al cabo.

Colgó la llamada.

La máscara de afable preocupación se desvaneció de su rostro, dejando tras de sí una quietud depredadora. Sus ojos, fríos y calculadores, se posaron en una pantalla secundaria de su escritorio que mostraba en tiempo real el índice bursátil de Ferrer Corp., con una flecha roja apuntando decididamente hacia abajo.

Una sonrisa casi imperceptible, fina como el filo de una navaja, curvó sus labios. La chica, esa huérfana, era un peón insignificante. Jamás mancharía el apellido Barreiros. Pero la guerra que su hijo había iniciado por ella... esa era una prueba fascinante.

Una prueba de fuego para un rey.

=Apartamento de Andrea, Lauría - Tarde=

Andrea se sentía como un fantasma en su propio apartamento. El silencio era un ente físico, pesado.




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