La migrante

LA VIDA EN TERRAZOLA

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Ubicada entre Eurekia y Coldland, Terrazola es una tierra pequeña, aunque hermosa. Los paisajes verdes cubren la mayoría de la superficie de nuestro país. Nuestra flora y fauna es la más abundante de la región. Los guacamayos azules nos despiertan por las mañanas volando en bandadas hacia el sur y los árboles producen frutos en abundancia.

En el pasado, Terrazola tenía acceso al mar. Mi familia y yo íbamos a la playa todas las tardes, para ver cómo el sol se escondía detrás de las olas.

La mayoría de las personas pensarían que somos afortunados por vivir en una tierra tan verde y rica en naturaleza, lejos de las industrias, del esmog y de la “tóxica tecnología”, pero se equivocan, nuestro país también ha sido industrializado, es solo que el producto somos nosotros.

Hace veintinueve años, el presidente Mottur ganó las elecciones populares ofreciendo a los terrecos una vida de ensueño. Les prometió vivir de manera cómoda sin trabajar, subsidios para los más necesitados y obligar a la clase alta a compartir sus riquezas con la clase baja. Todo esto a cambio de dos simples cosas: que votaran por él y que continuaran reproduciéndose.

Lamentablemente, mi pueblo se dejó llevar por sus promesas, y en el año dos mil veinte, luego de que Mottur ganara las elecciones por una exultante mayoría de votos, todos los terrecos perdimos la libertad.

En un mes se cumplirán treinta años desde ese fatídico día. Mottur celebrará en un gran desfile con una fiesta en la que clasificará a los recién nacidos en las diferentes facciones, y otorgará a los padres la primera herencia de *50,000 terrones. También cosechará por primera vez a aquellos que tengan edad suficiente.

Si me preguntan a mí, 50,000 terrones es una herencia extremadamente baja para criar a tu propio hijo siendo vendido por partes, como si fuera un animal de granja.

Sí, Mottur cumplió su promesa, los terrecos no trabajamos, no tenemos permitido hacerlo. Nuestra vida se basa en mantener nuestro cuerpo en estado óptimo para la cosecha.

El sueño de vivir sin trabajar trajo consigo duras realidades para nuestro pueblo. No existen clases sociales, no se nos permite escoger nuestra ropa, nuestro alimento, nuestra rutina de ejercicios, ni siquiera podemos escoger a nuestras parejas. En fin, no tenemos elección alguna sobre nuestras propias vidas. Vendimos el alma, a cambio de un sueño que nunca se logró.

Al nacer, los terrecos somos asignados a una facción de la cual formaremos parte por el resto de nuestras vidas. En base a ella seremos alimentados, entrenados y preparados psicológicamente para nuestra única labor, la cosecha.

El Instituto Biológico de Preparación (IBP) nos recoge al salir del vientre de nuestras madres, analiza nuestra genética y nos asigna dependiendo de nuestras mejores cualidades físicas, para que el cuerpo pueda desarrollar de forma específica los órganos que serán cosechados.

Los bebés que nacen con desperfectos, son desechados de manera inmediata, sin excepciones.

Cuenta mi madre, que cuando nací casi fui desechada porque padezco del Síndrome de Alejandría, cuya principal manifestación es tener los ojos y el cabello lila, sin embargo mi padre acudió a los viejos archivos y pudo probar al IBP que mi abuela contaba con la misma condición desde su nacimiento y nunca fue un impedimento para la correcta realización de la cosecha. Así logró que “perdonaran mi vida”.

Los padres de los niños viables recibirán la primera herencia una vez el niño haya sido asignado a una facción (asignación). La segunda herencia cuando el hijo cumpla los quince años y sea registrado en el catálogo (registro), y la última en el instante en el que el hijo sea cosechado por primera vez (primera cosecha). El resto de las herencias las cobrará el individuo cada vez que sea cosechado.

Por eso, los terrecos debemos reproducirnos, si no generamos más personas (en otras palabras: más órganos para cosechar), la economía de nuestro país no podría subsistir.

En Terrazola, la población está dividida en cuatro facciones: en la facción A se cosechan extremidades y se identifican con el color amarillo; en la facción B se recolectan órganos vitales y usan el rojo; en la facción C cabellos, pestañas, cartílagos, piel y grasa para tratamientos estéticos y se identifican con el azul, y en la facción D se recoge sangre, médula ósea y hormonas, entre otras sustancias, tienen asignado el verde.

Nuestra única vestimenta permitida para usar en público son zapatillas deportivas blancas, camiseta blanca y un enterizo en tela de jeans, cuyo color dependerá de la facción de la que formemos parte.

En fin, el presidente nos vende por partes a los países de la región, para que sus habitantes puedan cambiar sus órganos y apariencias cada vez que quieran.

El año pasado la tendencia del verano fueron las narices respingadas. La demanda fue tan grande que el 35% de las narices de la facción A fueron cosechadas.

Toman partes de nosotros y las insertan en sus cuerpos para vivir muchos años más de lo que deberían, mientras nosotros morimos mucho antes de lo que nos tocaría. En especial la facción B, quienes tienen herencias exorbitantes, pero vidas tan cortas que no pueden ni disfrutarlas.

El presidente controla de forma rigurosa la información que se comparte en los medios de comunicación, redujo las horas de clases, aumentó las penas de cárcel para aquellos que intenten escapar e instauró la pena de muerte para los que usen anticonceptivos.

Mottur vendió a Eurekia nuestro acceso al mar para detener las fugas de los terrecos desesperados, y desde entonces el mundo nos dio la espalda.

Cuando mi abuela falleció, a la edad de sesenta y seis años, sus cuatro extremidades, nariz y oídos habían sido vendidos. Recibió muchas herencias, no obstante la depresión por perder su movilidad la mató.



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En el texto hay: suspenso, futurista, acción

Editado: 19.10.2022

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