La misión

3.

—No existe —Repitió por tercera vez el CEO con voz ronca.

—Entonces, ¿porqué lo reconocí? —Insistí.

—No lo sé Amaya, pero esa organización no existe desde hace más de veinte años.

Suspiré.

—Necesito preguntar sobre ese símbolo. Seguro hay personas que lo saben —Me convencí a mí misma.

—Entonces, ¿No volverás a COED? —Su voz se vuelve más apagada—. Tendré que darte unas cuantas misiones que están por Epheria.

—Está bien.

Le había contado a Adrien sobre la caja misteriosa que me había dado Asher el día anterior, e insistía en que hacía años que esa asociación se había disuelto y por consiguiente, no se acordaba del nombre. Sin embargo, algo no cuadraba, ¿Cómo iba a reconocer el símbolo de una organización que se disolvió antes de que naciera? No tenía ningún sentido. Algo me debía de ocultar el CEO, no obstante, le dejé en paz en cuánto me dijo que estaba muy ocupado y que tenía que colgar.

Aunque era temprano por la mañana, aún parecía de noche debido a la tormenta que no había cesado en horas. Eché de nuevo un vistazo dentro de la caja, en la que había un pequeño hueco rectangular como si antes hubiera albergado un anillo de compromiso. La primera vez que lo abrí fue cuando estaba hablando con Adrien, sin embargo, tampoco sabía lo que esa caja había podido alojar.

Mi siguiente misión, era encontrar a un traficante droga que había por la ciudad. El CEO me había dado una posible dirección que podría ser donde viviera aquella persona por lo que me pondría en su busca en cuanto devolviera el vestido y demás cosas. 

 

— — —

 

—¡Es un desastre! —Me miró horrorizada la dependienta.

—Lo siento... tuve algunos problemas —Me disculpé avergonzada.

La joven chica frunció el ceño antes de dar un largo suspiro.

—Si, si. Las organizaciones y sus problemas. Lo siento pero me tendrás que devolver el doble de lo que cuesta.

Mi cuerpo se puso rígido al pensar en todo lo que he estado gastando en los estos últimos días.

—Entiendo que le haya molestado...

—Son las normas, y no aceptaré un no por respuesta —Me interrumpió funciendo los labios.

Miré de nuevo el vestido azul, ahora lleno de manchas oscuras debido a la suciedad y con un claro agujero de bala. En cuanto a los tacones, no habían sufrido tanto como la otra vestimenta.

Suspiré, no tenía otra opción que pagarlo.

Salí de la tienda con quinientos mil euros menos en mi cuenta. Me pagaban una buena cantidad en cada misión, pero si lo gastaba todo en este tipo de cosas, al final sería como si no hubiese ganado nada. Intenté dejar ese sentimiento de lado y abrí el paraguas. El diluvio había creado charcos por todas las calles de Epheria, haciendo que las temperaturas descendieran de manera considerable.

Agarré el papel que había guardado en mi chaqueta y miré la dirección que me había dado Adrien. Tendría que preguntar a las pocas personas que se aventuraban a salir de sus casas con aquella tormenta ya que nunca antes había estado en Epheria.

 

Varias horas después, lo único que había descubierto era el rostro de pánico que ponían todas aquellas personas que les había preguntado si conocían el símbolo de la caja, a parte de que tampoco sabían donde estaba la calle que había estado buscando.

Después de caminar un poco más, estaba decidida a darme por vencida y dejarlo para otro día cuando de pronto, lo encontré. Busqué el edificio número veintitrés y golpeé varias veces la puerta. No hubo respuesta. Opté por abrirla con una patada, aunque alertasen a los vecinos.

Al entrar, me fijé en que el oxígeno era pesado y olía a humedad. Al caminar se podían ver pequeñas partículas de polvo que se veían con claridad y el poco mobiliario que había, estaba cubierto por sábanas o en nefastas condiciones. Estaba abandonado. ¿Me había dado Adrien una dirección errónea?. No me sorprendería viniendo de él ya que a veces podía ser un poco despistado.

Cuando me dispuse a salir de la casa, no me dio tiempo a reaccionar ante la explosión que haría añicos la vivienda. En un instante, sentía todo el peso de los escombros sobre mí y un dolor insoportable en todo el cuerpo por lo que temía que me hubiera fracturado algún hueso. Intenté sacar las pocas fuerzas que me quedaban para apartar unos cuántos pedazos de hormigón que me impedían moverme con libertad. A pesar de tener la vista borrosa, pude divisar a lo lejos una silueta corriendo. ¿Fue ese el causante de la explosión? Intenté ir tras aquella persona pero mis esfuerzos fueron en vano.

—¿Estás bien? —Escuché vagamente mientras mi cuerpo dejaba de obedecer a mis órdenes. 

Pude ver el contorno de una figura acercándose. ¿Asher? ¿Qué hacía aquí? Ya le imaginaba diciendo cualquiera de sus frases sarcásticas sobre el aspecto que debía de tener mientras sus ojos rebosaban de energía. Sin embargo, segundos después me desmayé, sin ser consciente de la cantidad de personas curiosas que se habían formado alrededor de las ruinas.

 

— — —



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En el texto hay: aventura, magia, espada

Editado: 17.05.2021

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