Stamina, no solo fue la organización más importante de todos tiempos, si no también la que entrenó durante años a los mejores en su campo.
Enzo Abades fundó Stamina hace más de un siglo bajo el logo de una cruz, haciendo saber que su organización podía aguantar cualquier circunstancia que se le antepusiera. Durante más de diez generaciones, Stamina ha estado cambiando de líder. Se sabe que en cierta época, Stamina cayó en manos de una persona ajena a los principales herederos de Abades por razones desconocidas. Su última actividad se reportó hace más de veinte años, dando a entender que se había disuelto sin saber hasta hoy en día las razones detrás de tal decisión.
Asher cerró el polvoriento libro y nos quedamos en silencio durante lo que parecía ser una eternidad. Sin previo aviso, se levantó casi dando un salto y un grito de frustración salió de lo más profundo de su garganta mientras colocaba sus alargadas manos en su brillante cabellera.
—¡Esto no resuelve nuestras jodidas dudas! —Señaló irritado el libro.
Suspiré.
—¿Porque te enfadas? Fui yo la que reconocí el símbolo de Stamina. No tú —Crucé los brazos.
—Me da igual.
—Chicos calmaos —Nos tranquilizó Izan —Es evidente que es un misterio el porque no hay tanta información de esta organización.
—¿No deberías conocerlos? A tus treinta y dos años tendrías que haber escuchado sobre ellos antes de que se disolvieran —Levanté una ceja.
Negó con la cabeza mientras suspiraba.
—Si que llegue a escuchar que había una organización número uno que tenían a los mejores guerreros, pero no eran de este país. Incluso algunos decían que era solo un rumor para tranquilizar a las masas ante cualquier catástrofe —Explicó.
—Si era de otro país, ¿porqué a la gente que le preguntaba se horrorizaban de solo ver el símbolo? —Pregunté recordando esas caras asustadas de los aldeanos.
—Puede que hayan creado una historia terrorífica o algo así sobre esa organización —Levantó los hombros —Lo hacen mucho.
—Vale, pero aún así —Asher se metió de nuevo en la conversación— Secuestraron a Amaya porque tenía esa caja —Señalo la mesa donde estaba la pequeña caja que me había dado.
Los ojos de Izan se abrieron de par en par ante aquella noticia.
—No me secuestraron —Corregí antes de que pudiera decir nada —Iba en busca de un vendedor de drogas cuando de pronto la casa se derrumbó y me salvó esa chica. Más o menos.
Izan se quedó incluso más sorprendido que antes. Acto seguido, puso una mano en su mentón dando a saber qué estaba pensando.
—Puede que lo hubiera provocado ella.
—Eso le dije también —Me guiñó el ojo Asher.
Le ignoré.
—Antes de desmayarme, vi a una persona corriendo a lo lejos, puede que hubiera sido Adam —Dije más para mi misma que para ellos.
—Dejando de lado esa psicópata, el hombre que vimos en Garah podría habernos ayudado de no ser porque ya estaba al otro lado —Puso los ojos en blanco —Seguro sabía porque Stamina se había disuelto.
—¿Garah? Oí que habían arrasado con ella unos bandidos o algo por el estilo —Explicó Izan.
—¿Bandidos? Más bien un huracán —Bromeó.
—Entonces, ¿donde se supone que podemos encontrar respuestas? —Pregunté ya que se estaban yendo de la verdadera razón por la que habíamos venido.
Izan y Asher se quedaron en silencio pensando en otro sitio donde podríamos buscar. Minutos después, la cara de mi compañero de viaje se le iluminó como si hubiera encontrado la cura para una pandemia.
—¡Ya sé!
Izan y yo nos quedamos en silencio esperando su gran idea, sin embargo, no obtuvimos la respuesta que esperábamos.
—Amaya, mañana por la noche me acompañaras a cierto lugar.
Fruncí el ceño.
—¿Porque por la noche? No me digas que vamos a hacer algo ilegal.
—¡Que va! —Sonrió.
—Pues dime a donde vamos.
—No. Estoy cansado y me vendría bien una siesta muy larga—Se estiró mientras se dirigía a la puerta.
—¡Espera! —Me levanté apresuradamente— ¿Donde se supone que voy a dormir esta noche?
—En casa de Izan, ¿En donde más sí no? —Asomó la cabeza por el marco de la puerta — Bonne nuit — Se escuchó el eco de su voz alejándose por el largo pasillo.
Atónita por lo que acaba de suceder, me giré en dirección a Izan para saber si era cierto o no. Como respuesta a mis dudas, sonrió humildemente.
—Tranquila, te puedes quedar en mi casa.
—No quisiera molestar.
—Para nada, el que molesta es Asher —Se rió.
No pude evitar sonreír.
—Fue un error darle mis llaves para que fuera a mi casa cuando quisiera.
—Es un error todo lo que se refiere a él —Suspiré— Bueno, si quieres te ayudo a ordenar los libros. Hemos sacado demasiados de sus lugares —Dije viendo las varias pilas de libros que habíamos leído durante más de dos horas.