La misión

8.

—¿En serio? ¡Qué sorpresa!.

Atónita, miré a Izan que acababa de llegar.

—¿Qué pasa? ¿He oído algo que no tendría que haber escuchado? —Dijo al ver que me había quedado congelada mirándole.

—No, tranquilo. Lo habrías averiguado tarde o temprano.

Después de que Asher me hubiera contado su doloroso pasado, decidí compartir también mi secreto, sin embargo, no había calculado que Izan llegara abruptamente en ese preciso instante.

—¿Qué demonios hace un cadáver al lado vuestra? —Hizo una mueca de asco al ver una persona en el suelo relativamente cerca de nosotros.

—Ah… eso. Estaba intentando matar a Amaya y le dí una ostia más fuerte de lo que había calculado. Por eso está ahí tirada desde hace rato, sólo la deje inconsciente —Explicó Asher con tono casual cómo si pasara todos los días —Un momento… ¡Cómo que eres la última heredera de Stam…!

Le cubrí la boca con mi mano antes de que alguien le escuchase. Nunca se sabe si nos están observando.

—A buenas horas te das cuenta —Se rió su amigo.

—Es que interrumpiste nuestra escapada romántica —Entrelazo sus manos con las mías con una expresión pervertida.

—¿Escapada romántica? ¡Y un cuerno! —Me deshice de él lo más rápido que pude.

—No te quejes nena, te salve la vida ¿recuerdas? —Señaló la mujer en el suelo.

Resople.

—Si no consigo dormir en los próximos días, te tocará salvarme unas cuantas veces más —Dije mientras recordaba que había bajado la guardia más de lo debido por la falta de sueño.

—¿Te persiguen para quitarte el trono de Stamina o algo por el estilo? —Preguntó confuso Izan mientras se cruzaba de brazos.

—El trono no lo sé, pero el simple hecho de existir ya es suficiente motivo para que quieran acabar conmigo aparentemente —Suspiré.

—Lo que sea, ya lo averiguaremos más tarde. Yo tengo hambre y ya estarán poniendo el desayuno, así que voy tirando —Comentó Asher tan rápido como se iba.

Izan y yo nos reímos, yendo detrás de él.

—Llamaré a algún guardia para decirle lo sucedido y que se lleven a esa pobre chica. Dudo que le guste estar todo el día en el suelo.

—Está bien. Más tarde le preguntaré porque me había atacado.

—Por cierto. ¿Ya lo sabes? El pasado de Asher quiero decir —Me preguntó con seriedad.

Asentí.

—Debes ser especial para él. Solo me lo había contado a mí y tuve que insistirle en su momento.

¿Especial? Lo dudo. Simplemente tuvimos un momento de estrechar vínculos… si se le puede llamar así. Por otra parte, me alegraba ver que de un Asher destrozado y traumatizado como lo había visto antes, ahora era el Asher de siempre. Eso me tranquilizaba.


 

Después de desayunar, me dirigí a una sala de interrogatorios que tenía el barco. Tenía muchas preguntas que hacerle a aquella chica.

—Lo siento, justo cuando llegué saltó por la borda.

—¿Qué? —Dijimos al unísono Asher, Izan y yo.

—Lo lamento —Se volvió a disculpar el guardia.

Ahora que tenía la oportunidad de resolver muchas dudas, se había esfumado toda oportunidad de aclararlas.

—Que mala suerte —Comentó decepcionado Izan.

Al salir, nos encontramos de frente con Los Tres Dragones. Minna se quedó sorprendida de encontrarme ahí, mientras que Ancel y Emil parecían aburridos.

—¿Qué haces aquí? Adrien está preocupado por tí. Dice que no le has devuelto las llamadas desde la reunión.

Mi jefe me había estado llamando por el pinganillo por lo menos dos veces al día pero, personalmente, lo último que quería hacer era hablar con él.

—No le digas que me has visto. Y menos aún que estoy haciendo la misión —Respondí sin vacilar.

Aunque conocía a Adrien lo suficientemente bien para imaginar que ya sabía que estaba de camino a Antigua.

—Mmm… está bien —Vaciló levantando una ceja.

—Creo que ya lo sabe —Dijo Izan cuando se alejaron Los Tres Dragones.

—Lo sé —Suspiré.


 

El sol de la tarde reflejaba con intensidad en el mar, mecido por una brisa de aire caliente que venía desde el noreste. A pesar de la humedad del ambiente, hacía un calor veraniego. Eso es lo que pensé al poner un pie en Antigua, más concretamente Latam, el pueblo pesquero en el que nos había dejado el barco.

Todos los de la organización se dirigían en grupos a distintos sitios del pueblo para comenzar a planear cómo harían la misión.

—Amaya.

Me giré para ver quién me había llamado.

—Ten cuidado por favor. Adrien se sentiría culpable si te pasara algo —Me dijo Minna.

Como respuesta, asentí con una sonrisa.

—Bueno, tenemos un gran camino por delante. Será mejor que organicemos los días —Comentó Izan.



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En el texto hay: aventura, magia, espada

Editado: 17.05.2021

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