3 horas antes.
Todo mi mundo se detuvo de golpe. ¿Qué se suponía que haría ahora?.
El cuerpo inerte que tenía en frente de mí se volvía cada vez más tibio mientras un charco de sangre se agrandaba a cada segundo sobre el cadáver. Me arrodillé, totalmente derrotada. Mis manos temblorosas se negaban a tocar el cuerpo, como si tanto ellas como yo aún no nos lo creyéramos.
¿”Lo siento”? ¿Qué quiso decir con eso? ¿Y de dónde diablos vino esa bala? Cada vez que recuerdo como pronunciaba cada una de esas letras con una sonrisa de oreja a oreja como si todo estuviese bien, se me revolvía el estómago, queriendo gritar a todo el pulmón como si de aquella manera devolviera a la vida a Adrien.
Sabía que en el fondo estaba sufriendo por dentro como lo había mostrado esa vez en Terminan. Todo apuntaba a que el jefe de Asher era el que estaba promoviendo el consumo de las pastillas, ya que los efectos son casi los mismos que tuvo él. Por otra parte, mi jefe se comportaba como si le estuvieran amenazando con algo si contaba la verdad. ¿Asher sabía todo esto? ¿No evitó que mataran a Adrien por como se comportó con él en la sede?. En ese instante, mi razón se desvaneció.
—¡Tú…! —Me giré lentamente hacia Asher con la mandíbula tensa— ¿Lo sabías todo, verdad?.
Este me miró con cara de sorpresa.
—¿De qué estás hablando?.
Me levanté de un salto.
—No te hagas el tonto, Asher. Sabes perfectamente que tu jefe está detrás de todo esto, por ende, del asesinato de Adrien —Le señalé con mi dedo índice fuertemente en el pecho mientras estaba a centímetros de su cara.
—¿Qué estás diciendo? No sé nada de esto. ¿Por qué me acusas así? —Negó con la cabeza.
—Puede que quisieras venganza por cómo te trató Adrien, por eso tu jefe y tú lo planeaste todo, ¿no?. O peor aún, este era el plan desde el principio y la siguiente en caer seré yo —Le obligue a retroceder unos pasos.
—Amaya, estás fuera de sí. Sé que te ha afectado mucho esta situación pero debes pensar con la cabeza fría —Interrumpió Izan, cosa que me enfureció aún más.
—¿Pensar con la cabeza fría? —Se me escapó una risita burlona— Desde que supe que era de Stamina todo a ido de mal en peor —Grité casi sin respiración —Mis padres biológicos y adoptivos murieron, y ahora Adrien. ¿Sabes lo que es eso para mí?.
No lo estaba viendo, pero sabía que Katia estaba mirando el espectáculo sin siquiera atreverse a interrumpirme, pero en ese momento me daba igual. Cómo si todo el pueblo nos miraba.
No deje tiempo para que respondiera Izan cuando comencé otra vez a acusar a Asher.
—¿Sabes que? Todo era mentira, nunca os vi como mis amigos ni mucho menos. Así que no os quiero volver a ver a ninguno.
—Amaya.... —Quiso hablar Asher.
—¿Por qué tenías que hacerme la vida imposible? Que tu jefe te drogara hasta convertirte en un monstruo no es mi problema, pero no jodas a los demás —Seguí alzando la voz impidiendo que Asher hablase.
Un silencio incómodo se apoderó del ambiente después de pronunciar esas palabras. Asher tenía la cabeza baja, mirando un punto fijo en el suelo mientras sus puños se apretaban con fuerza y la vena del cuello parecía que se le iba a explotar.
«¡Pam!»
Mi respiración se detuvo por un instante. Acto seguido, alcé la mano hasta mi mejilla, comenzando a calentarse junto con un picor intenso. Miré con incredulidad a Asher, quien me acababa de dar un bofetón. Sus ojos irradiaban ira, pero a la vez satisfacción.
—Yo no pedí matar a todas aquellas personas, como tampoco sé nada al respecto de lo que acaba de sucederle a Adrien. Si me crees o no es cosa tuya, pero no puedes andar por la vida acusando a las personas y metiendo mierda sobre lo miserable que fueron sus pasados cuando sabes perfectamente lo que sufrí. Por eso confié en hablarte sobre ello. Nunca pensé que me lo echarías en cara—Su voz era ronca pero calmada— Izan tiene razón, primero relajate y luego hablamos, si gustas.
3 horas después.
Mientras recordaba con pesar todo el drama que había hecho, colocaba un ramo de flores en la tumba improvisada que habíamos hecho para Adrien. Su espada la clavé al lado de su cuerpo enterrado mientras sudores fríos recorrían mi espalda. Mis puños apretaban con tanta fuerza la palma de mi mano que cuando la abriera no me sorprendería ver sangre.
Es verdad, no me había tomado nada bien la repentina muerte de Adrien, por eso enloquecí, acusando sin sentido a Asher y diciéndole cosas hirientes. Ahora que he entrado en razón, no me atrevo a mirarle a los ojos aunque me repitiera una y otra vez que no pasaba nada cuando me disculpé las más de diez veces. Me sentía como una niña pequeña recién regañada por algo malo que hizo, pero la diferencia es que yo era adulta y madura, o eso pensaba. Debo agradecer infinitamente a Asher por devolver mis pies a la tierra con aquel inesperado bofetón.
—Bien, sigamos —Conseguí pronunciar aclarándome la garganta después de derramar unas lágrimas en la alargada montaña de tierra.
Izan, Asher y Katia asintieron, sin embargo al ver que no me movía del sitio me preguntaron que sucedía.