Mi cuerpo recién revivido de la muerte no se quejaba ni de la herida mortal de mi pecho, que ya ni estaba. Me levanté con ligereza, como si fuera una persona totalmente diferente, cosa que en teoría era cierto ya que en mi interior las voces de las tres diosas retumbaban como si estuvieran a mi lado.
—¿E-estás bien? —tartamudeó Asher, aún atónito al milagro que acababa de suceder
Le miré con el ceño fruncido.
—¿Crees que me puedes dirigir la palabra como si nada? —me oí decir con mas rudeza de la que pensé.
Sus ojos se abrieron de par en par, llenos de dolor y culpabilidad, pero, aun así, no dijo nada.
—Amaya, él…
—No. No hay disculpas que valgan —interrumpí a Izan.
—Chicos será mejor que tengan la charla para mas tarde —dijo Katia señalando al enorme gigante avanzar lento pero constante.
—Quedaos aquí. Yo me ocuparé de esto.
Sin poner mucho esfuerzo, me propulsé con las piernas y comencé a volar. No sabía que podía hacer con aquel nuevo cuerpo, ya que sabía que tal fuerza era gracias a las diosas, pero utilizaría todo su poder para acabar con este desastre. De pronto, alguien se interpuso en las alturas.
—Elian, que quieres
—Solo me sorprendió sentir una fuerza sobrehumana en el lugar. Al parecer eras tú. ¿A que se debe este renacimiento imprevisto?
—No tiene nada que ver contigo. Ahora, si me permites —quise escabullirme por su lado
Su alargada mano me detuvo en seco antes de seguir.
—Antes tendrás que enfrentarme. Quiero saber que tanto poder de pronto has conseguido.
Si quería una demostración, la tendría. Desenvainé la espada y con un corte le partí por la mitad. Suspiré. Un problema menos. Escuché una risa detrás de mí y abrí los ojos de par en par.
—Interesante fuerza, pero al parecer me subestimaste —se acercó de nuevo a mi — Te enseñaré lo que es poder de verdad.
Antes de darme cuenta, estaba cayendo en picado hasta golpear el suelo.
Ten cuidado, no es humano ni Dios. Una de las diosas me advirtió.
Escupí sangre y me reincorporé en un segundo.
—Te felicito por sobrevivir a esa caída, pero solo estaba calentando.
Se abalanzó sobre mí, era rápido, pero podía seguirle el ritmo. Ya no era una simple humana, si no una especie de recipiente vacío con el poder antiguo de tres diosas en mi interior. La verdad es que no se como me sentía ante aquella realidad. Pude darle unas cuantas veces, pero se veía de sobra que no era una persona normal. Había desafiado el espacio-tiempo infinidad de veces y eso le había conllevado a ser inmortal. O eso decía.
Espada con espada, observé sus ojos, vacíos, sin sentimientos. Eran como un agujero negro sin principio ni final. Me estremecí, pero no bajé la guardia. De pronto, una flecha atravesó el campo de batalla, silbando a la velocidad de la luz. Elian lo esquivó ladeando la cabeza hacia un lado.
—¿Los Tres Dragones? —me sorprendí al ver a Minna, Ancel y Emil
—Venimos a ayudar. Al parecer tienes problemas
—Gracias por la oferta, pero es peli…
La espada de Elian me atravesó, como si fuese aquello un deyavú pero, en esta ocasión, el dolor no era comparado con la ultima vez, ni mis sentidos empezaban a fallar. Elian sacó la espada de mi interior con cara de satisfacción, pero le duró un segundo. La herida mortal se cerraba a una velocidad vertiginosa, dejando solo la sangre recién derramada en mi pecho.
No te emociones, solo es esta vez. La voz de una de las diosas me quitó la idea de ser inmortal.
Por lo menos, con esta actuación, Elian creería que lo sería por lo que buscaría otras formas de matarme.
—Eso no me lo esperaba —Silbó Ancel de admiración.
—Esto pone más interesante las cosas —sonrió Elian.
Pero esta vez, los Tres Dragones y un recipiente con tres diosas en el interior serían suficiente para acabar con él, o eso creía entre todo mi optimismo.
La pelea estuvo llena de movimiento. Era un punto neutro en el que nadie perdía ni ganaba, aunque dentro de mi pensaba que no podría ser tan fácil igual su poder, me temía que tendría un as bajo la manga.
—¡Amaya! —se escuchó desde la lejanía la voz del elfo
Me sentía mal por haberlos dejado atrás, pero la ultima persona que quería ver era a Asher.
—Vaya, vaya. Se unió toda la tropa —sonrió con arrogancia Elian
—Tranquilo, serás el primero en caer —escupió Minna, amenazándole— y después iremos hacia ese gigante
—Ahí es donde te equivocas, señorita
Nos miramos entre todos, confusos por sus palabras. De pronto, se agarró la camisa bien impoluta y la desgarro como si fuese papel. Nos quedamos estupefactos al ver un orbe de luz en su pecho, sustituyendo el corazón.
—Este es el núcleo del dios Sith, su energía vital. ¿Seria dos pájaros de un tiro si me mataseis no? Ahí es la cuestión. Cuando yo quiera podre fusionarme con el Dios, adquiriendo su poder, controlándolo.