La Misión del Ángel

Capítulo 1: Un anhelo despierto desde hacia tiempo

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Un anhelo despierto desde hacia tiempo

 

“Al  que cree todo le es posible

Marcos 9:23

 

Iris, con lágrimas en sus bellos ojos pardos, indagó al ángel de enormes alas oscuras que se hallaba bajo la escasa luz que iluminaba el largo pasillo:

—Dime Aelón, ¿porqué estos seres tienen que sufrir tanto?, ¿porqué debe existir tanto dolor en el mundo? —El ángel la miró con fuerza, y le respondió impávido.

—Pues porque ellos provocan su propio sufrimiento mi querida Iris, pero tú eres un ser de luz, puro y celestial que nada tiene que ver con ellos, y de hecho ¡no debes preguntar más sobre ellos! Ni siquiera deberías estar aquí, éste es el sendero que conduce a los afligidos al Bosque de las Ánimas perdidas, jamás debes volver a este turbio laberinto de espinas mi bella Iris. —Le ordenó aquél, con severidad y firmeza en sus palabras.

—Aelón, hoy vi a una joven morir, estaba en un bosque sombrío como este, se había desmayado en aquel horrible lugar, luego de un fuerte mareo, mientras, al parecer, hacía una caminata. Su débil cuerpo no había podido soportar las inclemencias del gélido clima de las montañas invernales, y se había dejado marchitar, en ese mismo sitio.

Ella me vio también, le acaricié el rostro suavemente antes de que su corazón expirara el último suspiro de vida que le quedaba, y ella me miró con dulzura, no pudo decir nada, pero aquella mirada inundó mi alma de tanto amor, que quise que ella viviera, quise que le dejaran cumplir con su misión en la Tierra. ¿Por qué se le ha arrebatado su oportunidad más importante?, lo sentí allí mismo, supe sobre cada día de su corta existencia, ella iba a salvar otras vidas Aelón, por eso no entiendo y nunca lo haré, ¿por qué se la ha abandonado así?, ¿por qué no le permitieron cumplir con su destino?, tenía tanto por hacer…—Entonces el guardián superior del bosque, Elkian, quien era otro ángel, pero de los niveles elevados, les brindó una respuesta al escucharlos con paciencia.

—Iris, como ha dicho Aelón, no debes permanecer en este bosque por más tiempo, pero te diré que esa joven no perdió su oportunidad, ella tendrá otra, y muchas más, aunque ahora no puedas comprenderlo. —Iris lo interrumpió furiosa.

—Sé que podrá volver, si ella lo desea, pero lo que no entiendo es por qué debe desperdiciarse esta vida que también era suya, cuando ella tenía mucho por ofrecer al mundo, ella era especial, aún siento su alma, la ternura de su corazón, ¡No…no  Elkian! —exclamó— ¡jamás aceptaré que se le haya dado semejante pena y castigo! —Y entonces se marchó muy enfadada.

Iris era un ángel de luz, su deber era únicamente estar al lado de las almas que llegaban al portal del Aura, lugar en donde habitaban todos los seres de luz que habían superado sus miedos, sus culpas y sus conflictos en la Tierra, y que estaban listos para avanzar en los distintos niveles del mundo espiritual. Pero Iris siempre había sido muy curiosa, y a pesar de que se le había prohibido bajar al mundo terrenal, ella de vez en cuando lo hacía a escondidas de los arcángeles, así había descubierto mucho sobre la existencia de los humanos y sobre sus pensamientos, emociones y decisiones, por lo que le habían producido un gran conflicto en su ser. Iris no alcanzaba a interpretar y a aceptar ciertos comportamientos que le parecían por demás erróneos, abruptos e incoherentes, lo que era cierto, es que ella no conocía la maldad, y aunque los otros ángeles le habían advertido tantas veces, no pudo haber imaginado que una maldad tan abominable podía envolver a los corazones de los hombres.

Así, en sus muchas visitas se deleitaba contemplando las ciudades, espiando en los rincones de aquellos muros de cemento que formaban las casas y hogares de miles de aquellos seres, y se maravillaba en los confines de los valles, de los prados, de los campos, de los lagos, ríos, mares y montañas nevadas que se alzaban majestuosas ante sus ojos. Iris amaba la Tierra, a sus criaturas, admiraba la nobleza y la belleza con la que aquella había sido creada, y por eso su corazón tan puro no lograba entender la crueldad de los hombres, sus mentiras, engaños e injusticias para con ellos mismos como para con los demás.




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