La Misión del Ángel

Epílogo

Epílogo

 

Reflexiones posteriores al regreso en el Aura

Ava no podía dejar pasar la desobediencia de Iris al haber descendido tantas veces a la Tierra para conocer sus ciudades, sus bosques y su naturaleza, pero tampoco quiso condenarla a pasar un castigo en el Bosque de las Ánimas perdidas porque no correspondía a un ángel de luz habitar en un lugar en donde las almas debían encontrar su propia luz y sanar para poder ir al Aura junto a sus seres queridos. Ava sabía de los infinitos deseos que albergaba Iris en su corazón para consolar, cuidar y salvar a todas las almas que ella pudiera alcanzar. Ésa era su misión, guiarlas y acompañarlas, pero Iris anhelaba más, entonces tanto Aegeón, como Elkian y Ava tomaron la decisión de mostrarle cómo era habitar en el bosque de brumas, porque de otra forma Iris no iba a estar preparada para afrontar los sentimientos, las emociones y los conflictos por los que pasaban los seres humanos, si Iris no era capaz de brillar en la oscuridad de aquel bosque siniestro, no iba a ser capaz de mantener su luz en el mundo terrenal, en donde todo se sentía aún con mayor intensidad.

Ava sabía que Iris estaría dispuesta a todo, pero ella debía saber a lo que se expondría y estar dispuesta también a no dar marcha atrás, a saber que las decisiones nos marcan un plan distinto al que venimos acostumbrados, que nuestras elecciones nos indican el grado de fortaleza que deberemos desarrollar para realizar nuestros sueños, que nuestra fe siempre será el camino más seguro, porque en ella reside la convicción que habita en nuestras almas para lograr todo lo que anhelamos con la nobleza de un corazón humilde y generoso.

Un amor forjado en un mismo Cielo

 

—Yo quise alejarte de ellos…—le confesó Aelón— pero era porque no quería que te alejaras de mí, nosotros no podemos amar, somos ángeles guía, otros son guardianes, otros van aún más lejos, a batallar en infiernos ancestrales, en historias que aún no pueden ser narradas en este momento, pero que lo serán, a su debido tiempo, sin embargo yo he desobedecido a todas esas normas, por ti. —Le dijo, aunque Iris ya lo sabía, pero no quiso interrumpirlo.

—Lo sé Aelón, no sabía antes, mucho antes, nada sobre el amor, porque sólo veía escenas en mis visitas al mundo de los hombres, no sentía en mi ser, de la misma forma en la que ellos sentían, no veía lo que tantos de ellos guardaban en sus corazones como secretos incontables, pero anhelaba amar, con la misma intensidad, con la que ellos lo hacían, no sabía que de hecho, ya amaba…a ti, a quien me salvó una vez, quien no temió arriesgarse por mí, en ese entonces y ahora, mi amor por ti es el mismo que el que brilla en tu ser hacia mí, y siempre lo será, como siempre lo ha sido.

 

Una revelación mística

 

—Iris, antes de que retornes al Aura, tengo una misión que revelaré ante ti en este instante —dijo Ava, quien la había hecho llamar con el fin de comunicarle algo muy importante para sus labores— puedes continuar siendo guía para las almas que arriban al Aura, o puedes ser uno de los guardianes, de aquellos que velan por las que se han  perdido en el bosque oscuro, para ello es que has pasado todas estas vivencias, para fortalecerte, para adquirir la sabiduría necesaria, podrás ayudarlos desde este plano, o desde el mundo terrenal, guiándolos en sus propios senderos, para que cuando ya no estén allí, y se desprendan de su forma física, no tengan que sentir culpas ni temores que los obliguen a aferrarse a las sombras, es tu decisión.

—Haré todo para que estas almas no tengan que condenarse así mismas a permanecer en aquel bosque, si puedo evitarlo desde el mundo terrenal, entonces así será, es mi elección. Ava ordenó así a Elkian que Iris fuera ascendida a guardiana del sendero que llevaba al Bosque de las Ánimas perdidas, así, estaría al lado de Aelón.

Ava sabía de su mutuo amor, y esta era la primera vez que se les permitía a los ángeles de luz el poder enamorarse y amar libremente. Ambos guiarían a los que allí residen, para hacerlos volver a su luz, e Iris cuidaría de los que pudiera cuando fuera encomendada a cumplir misiones esporádicas en la Tierra.

Sin embargo, algo aún no había sido revelado: los misterios de las penumbras de Ulkram y su venganza contra Aelón, porque este demonio yacía oculto hambriento de lucha y batalla, y conocía el punto débil del ángel guerrero, sólo estaba observando el momento justo para retomar su legión perdida tiempos atrás, cuando Iris había llevado la luz a las tinieblas.

Una guerra dormía silenciosa en los confines de un mundo que se creyó extinto, pero cuyas llamas habían comenzado a arder en secreto, aguardando, anhelando…




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