Joel estaba en su habitación con la televisión prendida, estaba tratando de prestar atención a lo que ese aparato inerte le prestaba en imagen y sonido, pero no podía, su mente estaba en otro lado, se sentía avergonzado al recordar que había bailado con Jessica, su mente repetía una y otra vez ese momento donde logró tenerla tan cerca.
—Mierda, me siento tan patético de haber hecho eso, ¿Por que lo hice? Que idiota soy, ahora no puedo dejar de pensar en ese maldito momento, que vergüenza.
Su imaginación se ve interrumpida al escuchar que Guada lo estaba llamando desde el comedor, sale de la habitación y se lleva una gran sorpresa al ver a su hermana sentada en la mesa con esa particular sonrisa, entre sus manos sostenía su regalo con orgullo, para decorar la escena había una torta bastante grande y colorida que tenía la frase grabada "Feliz Cumpleaños, te amamos". Joel mira a su alrededor sin llegar a comprender la situación que estaba viviendo, trataba de deducir bien la situación aun que era bastante obvia, él trataba de darle un significado diferente para así no tener que alegrarse.
—¿Que significa esto?.
—Es doce de Julio, es tu cumpleaños, con Jess te preparamos esto. ¿Te gusta?.
—¿Que hace esta cosa aquí?.
Joel apunta con su dedo a Jessica sin vergüenza, esto lo podía hacer sin verse mal educado gracias a la confianza ganada.
—¡Hey! ¿Encima que te traje un regalo me tratas así?.
—No me importa.
—No te pongas triste, igual te lo voy a dar.
—Acercate así te cantamos.
—¡¿Que?! No voy hacer eso.
—No tengas vergüenza solo porque está Jessica.
—Eso no tiene nada que ver.
Guada lo toma suavemente del brazo y lo acerca hasta la torta como si fuera llevando a un preso ya culpable a una tortura.
—Sopla las velas y pide tres deseos.
—Bien, bien.
Jessica se acerca a Joel y le habla suave al oído.
—No tienes que pedir que siga contigo, no hace falta un deseo para que lo haga.
—No voy a pedir eso.
—Si, ya se, porque recién te lo dije.
—Igual no lo iba a hacer.
Ambas comienzan a cantarle esa típica canción cliché que se usa cada vez que alguien suma trecientos sesenta y cinco días a su vida, lo único que alumbraba esas cuatro paredes gastadas era una vela que se iba consumiendo lentamente, Joel estaba avergonzado al sentir el ritmo que llevaba, con el paso de los segundos su mejillas se pintaban de un color rojizo que delataba su emoción vívida, al terminar Joel se acerca hasta el pastel tímidamente para apagar el fuego que hacía resaltar su rostro.
—Acuérdate de pedir tres deseos.
—Si, ya se.
Al terminar de pedir los tres deseos que le correspondían sopla para apagarlas, al hacerlo ambas aplauden con alegría, Jessica comenzaba a silbar bastante fuerte para llenar el ambiente.
—¡Es hora de los regalos! Jessi corta la torta.
—Si, será un placer.
—No sé porque pienso que vas a cortar las porciones redondas.
–Cállate, no soy tan tonta.
—¿Eso quiere decir que lo eres?.
—No quieras llegar al punto donde diga que si lo soy.
—Dijiste que no eres tan torpe, eso quiere decir que lo eres, pero no tanto.
—Dije tonta, no torpe, eso quiere decir que el idiota eres tu.
—Tantos sinónimos en una sola oración.
—¡Ah! ya se a lo que te estabas refiriendo.
—No puede ser que te esté diciendo esto.
Guada se acerca a Joel con una sonrisa.
—¿Podrias empezar a abrir los regalos?.
—Ah, cierto.
Jessica busca en su mochila el regalo que había preparado y se detiene al mirar dentro, se queda en silencio observando su interior.
—¿No me digas, te lo olvidaste, verdad?.
—No es eso, es que me da vergüenza dártelo.
—¿Enserio? ¿Después de todas las cosas que hiciste? ¿Esto te da vergüenza?.
—Oh eres muy tierna.
—Esto es diferente, siempre que se trata de ti me pongo nerviosa.
—Es un regalo, lo voy a recibir bien, no te preocupes, aún que no me guste.
—Eso me pone aún más nerviosa.
Ella se lo entrega al sentirse con confianza luego de las palabras de Joel.
—Espero que te guste.
Joel abre su regalo tratando de conservar el envoltorio intacto, separaba las puntas que estaban unidas con cintas, el sonido despegandose del envoltorio aumentaban gradualmente los nervios dentro de ella.
—Asi no idiota, rompelo que te trae suerte.
Jessica comienza a ayudarlo a destrozar la capa colorida que envolvía el regalo que había preparado, al sacarlo ve lo que había dentro, era una bufanda negra y un gorro del mismo color.
—¿Lo hice yo, te gusta? Lo hice de ese color porque se que amas el negro.