Corrimos unos minutos hasta llegar a un callejón sin salida.
-¡¿Q-que era eso?!-preguntó Sergio con la respiración agitada, (lo gracioso es que el había estado llevando el carro donde se encontraba el televisor.
-Creo que un fantasma- dije apoyando mis manos en las rodillas, para tomar aire.
-¿Y por qué no le dijiste que dejara de perseguirnos?- dijo mirándome-los fantasmas son tus ayudantes, podrías habérselo dicho, y no tendríamos que estar corriendo-
-Es verdad- me dije a mi misma
-Entonces salgamos, me acercare a el, y le diré que deje de perseguirnos- dije en voz alta, y Sergio asintió.
Salimos del callejón, para ir a la avenida principal, y vimos que el fantasma estaba en la esquina, en cuanto nos vio, comenzó a caminar lentamente hacia nosotros, pero estaba lo suficiente mente cerca para escucharnos a si que le dije:
-Creo que no hace falta que nos sigas- dije
-¿En serio?, le dijiste creo, se supone que tienes que darle una orden no una sugerencia- me susurró Sergio en el oído.
-Hace mucho que no doy órdenes- le susurré de vuelta, pero el tenía razón, el fantasma no se detuvo, y seguía caminando.
-Deja de seguirnos- dije con voz firme, y el fantasma se detuvo. Me giré hacia Sergio y le sonreí con satisfacción.
-Tu no me das órdenes- dijo con una voz, pero una voz que no había hablado durante mucho tiempo, y parecía salir de una tumba. Y siguió caminando más rápido hacia nosotros.
-Esto es malo- dije, sin poder evitar que se notara la preocupación en mi voz.
Retrocedimos hasta volver al callejón donde estábamos.
-¿Y ahora que?- preguntó Sergio, mirando hacia atrás, y viendo que estábamos muy cerca del muro.
El fantasma se detuvo, y sacó las manos de sus bolsillos, y vimos como poco a poco iban cambiando del color normal de la piel, a un color negro y las manos se le iban consumiendo poco a poco.
-No dejes que te toque- le advertí a Sergio, y el asintió.
-Hay que separarnos, a la de tres tu corres por la derecha del fantasma, y yo por la izquierda- me dijo Sergio,- y después me sigues.
-Creo que es mejor que yo lleve el carro con la televisión- dije
-¿Por qué?- preguntó Sergio extrañado.
-Todos sabemos que yo tengo más resistencia- dije sonriendo
-Pero has estado encerrada por mucho tiempo- dijo
-Tenías que recordarme lo- dije molesta, y el lo noto, y me dio el carro.
-Uno, dos...
-¡Tres!- dije interrumpiéndolo.
Hicimos lo que Sergio dijo, y yo lo iba siguiendo. La gente que nos veía nos gritaba de todo, ya que íbamos esquivando a las personas que podíamos, pero a algunas no podíamos y chocábamos contra ellas, y además teníamos a un fantasma encapuchado siguiéndonos, (aunque nunca dejaban que se viera su cara).
Seguimos corriendo, hasta llegar a un cruce, y Sergio se detuvo.
-¡¿Por qué te detienes?!- grité
-¡El semáforo está en rojo!- dijo el
-¡Me importa un carajo el semáforo, hay un fantasma persiguiéndonos!- dije, y empujé a Sergio con el carro para que cruzara.
Iba a comenzar a correr, cuando sentí que una mano tiraba de mi cabello ( y estaba bastante largo, y muy dañado, ya que no había podido cuidarlo), mire hacia atrás, y vi al fantasma. Sus manos se dirigían a mi rostro.
-¡¡Elena!!- gritó Sergio