La muerte de Eddy Kutner

Capítulo 6

 

Libby

29 de noviembre de 2018

Noche
 

Hace frío y está oscuro. He tenido una pesadilla y por eso me he levantado de la cama solo con el pijama puesto y los pies descalzos. Mis padres duermen en su recámara, eso es muy seguro. Quiero ir con mi papá, pero prefiero no hacerlo. Necesito que me abrace y me lea un cuento, pero tal vez mamá pueda despertarse y comience a gritarme como la última vez.

Me siento en un peldaño de la escalera y siento cómo la tristeza que siento se convierte en una lágrima. La limpio con la tela de mi playera y pongo el mentón sobre mis rodillas. Tengo miedo, mucho miedo de estar sola en toda la casa sin nadie despierto, pero no puedo regresar a mi cama, porque sus ojos me persiguen.

Entonces, de pronto, la puerta de la entrada se abre y mi respiración se detiene. Me quedo congelada en mi lugar y no respiro de nuevo hasta que veo que es mi tía Emma. Suelto el aire contenido, miro cómo entra y deja su bolso sobre el perchero. Advierto que llega sola sin mis primos. Me pregunto dónde estarán ellos.

La tía Emma cierra la puerta y se quita el saco negro que lleva encima, asimismo, se quita la liga que sujeta su cabello en una coleta alta y alza la atención. Me ve desde abajo y yo trato de sonreír. Abrazo mis piernas, no dejo de hacerlo ni cuando ella comienza a subir las escaleras en silencio, casi con cuidado para no despertar a nadie.

No sé qué hora es, pero supongo que será muy tarde. Mi tía Emma ya no es la tía que era antes. Desde que murió mi tío Jason su mirada ha cambiado, ya no es la misma. Recuerdos del fuego de la cabaña llegan a mi mente, pero los detengo de inmediato.

No debo recordar eso.

No debo.

La tía Emma llega a mi lado y me extiende la mano. Sus cabellos rubios y sus ojos azules son idénticos a los de mi madre, por eso trato de ver en ella a mamá, porque tal vez ella ya no regrese nunca más.

Eddy no solo se llevó mi voz, también a mamá.

—Libby... ¿Qué haces aquí, pequeña?

La miro y niego con la cabeza. Quiero que lea en mis ojos lo que quiero decirle porque la voz sale a trompicones de mi garganta.

—Tengo miedo —susurro.

Tomo su mano y dejo que me guie hasta mi habitación de nuevo. Ella abre la puerta y me anima a subir a la cama. Me arropa, después me acaricia la frente. Esboza una suave sonrisa mientras me escruta.

—¿Doris...?

—Se han quedado en la casa de una amiga, no te preocupes, por la mañana ellos estarán aquí —murmura con su voz tan parecida a la de mamá.

Ellas parecen casi gemelas.

Pero Emma está siendo más buena que mamá.

—Sí, está bien.

Asiento y me cubro aún más con las cobijas.

La tía Emma me da un beso en la frente y me acaricia la mejilla. Sus luceros brillan tanto que casi parecen cristales. Eso es algo nuevo en ella.

—Buenas noches, princesa —susurra con un hilo de voz—. Y recuerda, Libby...

Se lleva el dedo índice a los labios y dice un casi inteligible shhhh. Yo asiento con seguridad y bostezo con los ojos casi cerrados. Ella se aleja, para salir luego de apagar el interruptor.

Tengo demasiado sueño y ahora ya no tengo tanto miedo, pero cuando trato de cerrar los párpados aún puedo verlo. Eddy me lo repite una y otra vez. No me deja dormir tranquila. Lo escucho por todos lados.

«Shhh».

 

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