La muerte de Eddy Kutner

Capítulo 9

 

Lena

1 de diciembre de 2018

Mañana
 

Me siento como una completa idiota.

Una jodida estúpida.

¿Qué me sucede? ¿Por qué la furia que siento se derrama a través de un montón de lágrimas? ¿Por qué me ha afectado tanto? No debería hacerlo, pero lo hace.

Vi a Alec. Lo vi con Sarah en el estacionamiento. Salía del edificio porque anhelaba un abrazo de él después de sentirme mal.

Fue entonces cuando lo vi, disfrutaba del cuerpo de Sarah en todo su esplendor. Estaban muy cerca y una de sus manos cogía uno de los pechos de la pelirroja. No puedo describir lo que sentí en ese instante. Fue como un veneno que se expandió dentro de mí, que comenzó a quemarme por todas las venas y cada rincón de mi cuerpo.

Y no solo fue el veneno lo que más dolió, fue darme cuenta que lo que vi no me fue indiferente, sino que, de alguna forma, me afectó más de lo que debería.

No.

Sonrío triste.

Por supuesto que no.

Ni siquiera debería afectarme de ningún modo.

¿A mí qué me importa que Alec se bese con cualquiera?

La furia que contengo me hace derramar más lágrimas y las quito con el dorso de la mano con fiereza. Es más, es una rabia contra mí, no contra Alec. Aprieto los dientes y me recargo en la camioneta blanca de Peter, justo al lado de los faros delanteros.

Estamos frente a su casa, él me vio sollozar en el estacionamiento y de inmediato se acercó a mí para intentar ayudarme. Él no sabe por qué estoy así, solo asume que es por lo último que me ha pasado, por lo que no hace preguntas. Y eso está bien, porque en estos momentos no podría mentir.

La idea de Alec con alguien más me parece repugnante.

Trato de respirar hondo y pensar con claridad. Desde que tengo memoria, Alec jamás ha tenido novia, nunca ha estado con alguien. Jamás ha compartido su tiempo con nadie más que conmigo. Siempre he sido yo.

Debo aclarar mis sentimientos.

¿Estoy celosa porque él nunca ha tenido novia y actuó como la prima envidiosa?, ¿o estoy así porque Alec ya ha decidido olvidarse del tormento que soy yo para él? Acaso... ¿Alec quiere a Sarah?, ¿desde cuándo?

No me entiendo en absoluto, como tampoco comprendo las lágrimas que se siguen en mis mejillas y que caen a la acera húmeda. No amo a Alec, estoy segura, pues solo lo veo como lo que es: mi primo. Sin embargo, aun así, no quiero compartirlo con nadie.

No lo quiero de esa manera, pero él es mío.

—Tranquila, Lena... —Escucho la voz de Peter cerca de mi oído—. Puedes hablarlo si quieres.

Niego y me limpio la humedad en mis pómulos. Alzo la mirada, noto que Peter está justo frente a mí, a unos pocos centímetros de distancia. Él alza la mano y acomoda un mechón de mi cabello detrás de la oreja. Apenas sonrío.

Lo miro a los ojos verdes esmeraldas y espero sentir algo, sentir lo que antes de la muerte de Eddy creía sentir. ¿Qué ha pasado conmigo? Los labios de Peter lucen apetecibles como siempre, pero ahora no tengo ningún deseo de besarlos. En absoluto. Peter es guapísimo, pero solo veo eso: un chico atractivo sin más.

El clima es frío, pero por fortuna llevo una chaqueta café. El asfalto de las calles aún está húmedo, pues apenas ha terminado de llover. Es así cada día en Sundeville. El pueblo frío y fantasma casi inexistente en el mapa. Peter me ve cuando, a lo lejos, sobre su hombro, veo dos faros de un Volvo plateado acercándose.

Es Alec.

De pronto, la furia vuelve a enardecerme al recordar lo que he visto. Peter no se ha dado cuenta que Alec se ha estacionado detrás a unos veinte metros de distancia, mas yo no le aviso. Los faros del Volvo se apagan y se abre la puerta del copiloto. Entonces veo a Alec y sé que me ha reconocido por la expresión que tiene. Está molesto. No entiendo. Él ha estado con Sarah, no debería sentirse molesto al verme con el hombre que se cierne frente mío.

Veo a Alec comenzar a caminar hacia nosotros y entonces no lo pienso. Miro a Peter y paso mis manos por su cuello para atraerlo hacia mí. Además, me pongo de puntillas. Peter abre los ojos sorprendido por un fragmento de segundo, pero en cuanto entiende mis intenciones, encorva la espalda y junta sus labios con los míos.

El contacto es suave y agradable, pero no saltan chispas entre nosotros. Prefiero cerrar los ojos y mover los labios en sincronía con los suyos. Siento sus manos que bajan a mi cintura y me acerca a su pecho. Me besa por un minuto más y nos separamos después de unos cortos segundos. Sus labios entreabiertos presionan una vez más los míos y me mira con los ojos dilatados.

—¿Qué ha sido eso, Lena? —jadea, su voz es más grave de lo normal.

Me muerdo el labio y me alzo de puntillas para susurrarle al oído. Demonios, ahora tengo que mentirle o no me volverá a hablar si entiende que solo lo he besado porque Alec está justo a unos pocos metros de nosotros echando humo por las orejas.

—Solo es una pequeña ayuda, Peter, por favor —susurro con rapidez—. Alec siempre me molesta al decirme que nadie me ojea, pero...

—Ya, ya, entiendo. —Sus labios se curvan—. Pensé que habías querido besarme.

—Y quise hacerlo, besas bien. —Sonrío grande y señalo con el dedo índice hacia Alec—. Mira quién está por aquí.

Peter se voltea y alza las cejas al mirar a Alec. Pasa un brazo por mis hombros y hace una seña con las manos en señal de saludo. Mi primo tiene el rostro tan serio que no puedo evitar casi sonreír de la satisfacción. Sé que habernos visto lo ha afectado, pero se lo merece. Trato de no pensarlo, mas ahora me doy cuenta. Soy una maldita egoísta, no quiero a nadie al lado de Alec, pero tampoco dejo de lastimarlo, a pesar que sé muy bien lo basura que se siente él por sentir atracción por mí.

—¿Qué es esto, Lena?, ¿ahora te sales de clases para estar besándote con este?




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