La muerte de Eddy Kutner

Capítulo 13

 

Hunter

3 de diciembre de 2018

Noche
 

Miro su fotografía en mi computador sin despegar los ojos de ella. Eddy en la pantalla tiene el rostro serio. La he sacado del perfil de Facebook de Lena. Ella no tiene privacidad en nada, por lo que es demasiado fácil extraer fotos de su familia. Me llevo un dedo a la barbilla y estudio su rostro.

Un niño prácticamente pálido, con ojos y cabellos oscuros, con una mirada que no parece de su edad, sino la de alguien mucho mayor. Entre más miro la fotografía, más me convenzo.

Sé quién es Eddy Kutner.

Acerco la fotografía con el zoom de la pantalla y esbozo una media sonrisa. Ese niño no pudo tener un mejor destino. Eddy murió porque así tenía que ser. Por ser un maldito intruso.

Escucho un ruido en la planta baja de la casa y cierro el computador de inmediato. Miro la hora en el reloj de la alarma, frunzo el ceño.

23:50 pm.

Es casi media noche.

En medio de la oscuridad de la habitación, camino hacia la puerta y salgo. Con los pies descalzos camino por el corredor, me acerco al barandal de las escaleras. Cuando la veo no me sorprendo. Por supuesto.

Sarah está borracha y acaba de llegar de quién sabe dónde. Su aspecto es terrible, su blusa está desaliñada, su falda está al revés y su rostro está rojo y cansado. No puedo evitar sentirme mal por ella, pero no le digo nada. Lo que mi hermana haga no es mi problema.

Ella sube las escaleras sujetándose con el brandal de madera y justo cuando llega a mi lado, suelta una carcajada al verme ahí, de pie.

—¿Hunter?, ¿no te has dormido?

Está muy pasada, su aliento apesta a alcohol y todo el maquillaje de su rostro está esparcido de una forma asquerosa. La miro con frialdad, después regreso a mi habitación dando un portazo.

Siempre es lo mismo, ella no puede cambiar.

Sin encender la luz de la habitación, me acerco a la ventana y corro las persianas antes de abrirla en su totalidad. El viento frío corta mis mejillas, solo puedo otear hacia el portón de la casa, como siempre. Anhelo que se abra y un coche blanco entre, pero no pasa.

Él no llega.

Suspiro, no puedo evitar sentirme abatido y abandonado por mi padre. Si tan solo.... Sacudo la cabeza y trato de no recordar los viejos tiempos, mas los rememoro. Vuelven a mi cabeza los momentos en que yo era todo para mi padre. El tiempo en el que pasábamos los días juntos, como los dos mejores amigos del mundo.

Un nudo se incrusta en mi garganta.

Eso se ha acabado. Desde ese día se ha acabado para siempre. Cierro la ventana y corro las persianas de nuevo antes de regresar a la cama y deshacer las sábanas puestas para tratar de dormir. Sin embargo, no puedo.

En cuanto cierro los párpados, lo vuelvo a ver.

 

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