La muerte de Eddy Kutner

Capítulo 21

 

Lena

6 de diciembre de 2018

Noche
 

Las lágrimas no cesan en salir.

Porque lo he perdido.

Porque ahora sí que ya no hay vuelta atrás. Tal vez Alec en su intento de olvidarme, lo ha logrado ya y con Sarah. ¿Y quién no me olvidaría con una chica como ella? Mucho más hermosa, más escultural... más todo. La visión de haberlos visto casi follando en la sala, rompe mi corazón en millones de pedazos. Ver por algunos segundos las ganas de Alec por besarla y tocarla de esa manera, me hicieron enloquecer de celos y de amargura, pues yo jamás podré tenerlo así, dado que esto es prohibido, enfermo y, aun sabiendo eso, sufro por ello.

Alec, en definitiva, me ha abandonado.

No ha estado conmigo, no cree en mi certeza y ahora decide revolcarse con Sarah. Me siento enferma y muy decepcionada. No tengo a nadie, nadie me cree, nadie ve el supuesto accidente de mi hermano como una vil mentira. Solo Jane. Mis piernas no se detienen hasta que llego al portón de su casa e incluso, aunque la lluvia ya empapó todo a mi alrededor, toco el timbre con insistencia.

El portón por fin se abre y yo puedo entrar con presura. La puerta principal de la entrada también lo hace y sé que Jane está aquí sola, pues de otra forma su madre jamás me dejaría entrar. Puedo saborear el olor a chocolate caliente en mis fosas nasales. Llego a la camina y encuentro a Jane, hace algo en la estufa.

Me mira y sonríe, pero al pasar los segundos, su sonrisa se desdibuja y apaga la lumbre del chocolate. Deja la cuchara dentro del traste y la servilleta blanca que empleaba sobre un tarro de azúcar.

—¿Lena? Por Dios —susurra.

Mi aspecto debe ser nefasto porque ella de inmediato se acerca y me abraza. El nudo en mi garganta amenaza con liberar los sollozos contenidos. Me siento al borde de un colapso. Por todo, porque no logro entender nada. Y también siento la urgencia de consumir como nunca antes. Ver a Alec besar a otra solo ha terminado por destrozarme.

—Todo está mal, Jane, todo está mal. Me siento sola.

Toma mi mano y me guía hasta la sala de la casa. Ahí me siento, me llevo las manos a la cara. Jane sirve un poco de agua de la jarra que está en el centro de mesa en un pequeño vaso de vidrio. Me lo pasa, le doy un sorbo.

—¿Qué ha pasado, Lena?

—Alec... está con Sarah y no es un simple juego, es real —resuello sin apartar la vista del vaso—, pero no es solo eso, Jane, es todo lo que no puedo entender. Porque, tú sí me crees, ¿verdad? No estoy loca, Jane.

Asiente y pone una mano sobre mi hombro.

—Lena, creo que tienes que separarte de Alec, es lo mejor, no puedes seguir así. —Sacude su cabeza—. Y claro que te creo, amiga, si hay alguien en quien pueda creer siempre, es en ti.

Sus palabras me reconfortan y también duelen.

—Sí, Jane, sé que tengo que separarme de Alec, pero por ahora es imposible, vivimos en la misma casa y verlo a diario es inevitable.

—Tienes razón, pero su cercanía te hace daño, Lena. Además, supongo que él quiere olvidarte al estar con Sarah porque, vamos, siempre noté lo mucho que le importas.

Recarga su mejilla en la cabecera del sofá.

—Es algo enfermo, Jane, y no sé cómo salir de esto, pero esto no es lo peor, lo peor es que sigo viendo a mi hermano cada vez que cierro los párpados y así también me duele oír su voz.

«Lena, no quiero ir al agua».

«Lena, me da miedo».

—Sé que él jamás se hubiera acercado a la maldita piscina y, aunque no tengo ninguna sola prueba que alguien haya provocado su muerte... Lo sé, simplemente lo sé. La muerte de mi hermano no fue un jodido accidente.

Deja de toquetear mi hambre y desvía la vista.

—Yo te creo, Lena, conocí a Eddy. Tal vez nadie en tu familia te cree porque solo Libby fue testigo y según ella no sabe nada. Es normal que crean que solo fue un accidente.

—Pero no lo fue, y el que mi hermana haya decidido quedarse callada... tal vez tiene algo que ver, pero todo es tan confuso. Solo sé que Hunter sí fue al cumpleaños de Eddy, Dean lo vio, y también sé que, por alguna razón, odiaba a mi hermano, pero... —Una punzada de dolor atraviesa mi cabeza—. Eso no es suficiente. No tengo nada con qué demostrar la certeza de mi mente.

Jane frunce el ceño.

—Tienes que saber por qué Hunter odiaba a Eddy, a como dé lugar. Tal vez... tal vez eso es una pieza importante para saber realmente si fue un accidente o no. ¿Y las cámaras de seguridad?, ¿tu casa no tenía de esas?

Niego con lentitud.

—Emma, la hermana de mi madre, quiso quitar las cámaras para llevarlas a revisión porque comenzaron a fallar, eso fue un mes antes.

Jane asiente con lentitud.

—Lena... ¿hay algo que no recuerdes?, ¿algo que se te pasa por alto? Ya sabes, siempre suelen pasársenos las cosas donde usualmente está la clave. A veces olvidamos lo más importante.

Parpadeo.

¿Algo que olvidé?

Las punzadas de la cabeza comienzan a ser más fuertes y entonces me llevo una mano a la cien para dar un suave masaje con las yemas de los dedos. No, estoy segura que he pensado en todas las posibilidades y que, con simpleza, una neblina ocupa toda mi mente en el momento en que intento pensar en lo que podría haber pasado.

—No, Jane, creo que...

Escuchamos la puerta abrirse de repente, sin avisar. Jane abre los ojos como platos y voltea sobre su hombro. El vaso de cristal casi cae de mi mano cuando me encuentro con los ojos verdes de Josh. Ha entrado de una manera tan repentina a la casa con un ramo de rosas rojas en la mano, acompañado con una sonrisa en los labios, pero en cuanto me ha visto, su rostro se ha convertido en un poema.

Mira de Jane hacia mí sin entender.

Mi amiga se levanta del sofá como un resorte y se acerca a su novio con las manos unidas, está nerviosa y un poco titubeante. Josh respira profundo y se acerca a nosotras con los músculos tensos.




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