La muerte de Eddy Kutner

Capítulo 28

 

Doris

9 de diciembre de 2018

Tarde
 

No puedo.

Miro el plato de comida sin que el apetito llegue a mi estómago. Cada día que pasa me siento menos animada, menos feliz, menos normal...

Dean vuelve a empujar la charola hacia mí.

—Doris, come —me dice con el ceño fruncido—. Mamá va a llegar pronto y se enojará si ve que no has comido.

Pero yo sigo sin mover un dedo para tomar los cubiertos. Dean es incluso más rubio que yo y cuando se preocupa, sus ojos azules se vuelven un poco más oscuros.

—No quiero, Dean...

Junto las manos mientras la ansiedad vuelve a llenar mi mente a cada segundo. Los recuerdos y el remordimiento vuelven a estremecerme. De manera inconsciente, observo hacia mi costado derecho, clavo el interés en la silla contigua y vacía

Eddy.

Ese era su asiento de siempre.

Recuerdo su voz, su rostro, su risa y la forma en que me miraba cómplice de alguna travesura entre los dos. Lo extraño mucho. Si tan solo... si tan solo Eddy hubiera sido menos orgulloso...

Si tan solo no le hubiera dicho aquello nunca. Mis manos comienzan a temblar y las lágrimas se asoman. Ya no puedo más, ya no puedo. Eddy está en todos lados, en mi habitación, en la casa, en el agua tranquila de la piscina, en la escuela. Entonces Dean me toma de la mano y me da un pequeño apretón.

Lo veo con más ansiedad.

—Ya no puedo, Dean.

—Cállate, Doris, por mamá, por todos...

Un pequeño sollozo se escapa de mi garganta.

Me arde.

—Pero ya no puedo más, Dean, tengo que decirlo —susurro con la voz entrecortada—. Ya no puedo ocultarlo más.

Dean niega, alarmado.

—No, Doris, eso no es lo mejor. Esto debe quedarse así o solo destruirás a la familia, incluso... incluso Libby lo prometió, tú no puedes romper esa promesa.

Una lágrima se desliza por mi mejilla.

—No, Dean.

—¡Doris! Lena está convencida que Hunter es sospechoso, y debe quedarse así. Tú no puedes hablar.

Lo que dice Dean no me gusta. Él ha mentido, yo también. Todos hemos mentido y yo no puedo ocultarlo más. Si sigo de esta manera, el fantasma de Eddy nunca va a dejarme tranquila.

—Dean, yo fui. —Mi voz sale a trompicones—. Por mi culpa Eddy está muerto.

Es verdad.

Solo puedo llorar. 

 

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