La muerte de Eddy Kutner

Epílogo

 

Lena

19 de diciembre de 2018

Tarde
 

Termino de subir la última maleta en la cajuela del coche cuando ya no puedo soportarlo más y mis esfuerzos por mantenerme serena comienzan a decaer. Dejo caer algunas lágrimas por lo que es necesario e irreparable, pero lo único que queda después de la verdad, es esto. El frío de esta mañana en Sundeville es más gélido y cortante que nunca antes y no sé si eso tenga que ver con el clima o por mi propia tristeza que respira en cada poro de mi cuerpo. Cierro la puerta trasera del auto, mis ojos vuelven a posarse en la estructura de la casa; el hogar que fue mío hasta hace apenas unos meses, en el lugar en el que viví, reí y pasé infinidades de experiencias durante diecisiete años. Sin embargo, ahora mirarla es una total pesadilla que abre la herida en el alma y la envenena.

Este lugar, después de ser tan amado y cálido para mí, ahora es un sitio al que nunca querré regresar. Y esta casa es ahora un lugar que me asfixia, que me debilita e imposibilita el futuro. Y no solo a mí, también a mi madre y a mi hermana, quien no ha parado de apresurarnos para que nos marchemos de una vez por todas de este pueblo que nos vio crecer. Este sitio ya no es habitable para nosotras, dejó de serlo después de recibir un golpe tan duro que aún dudo que algún día podamos recuperarnos por completo. Ahora guarda en el silencio de sus paredes un pasado que nadie quiere recordar. Quitó mi tranquilidad, casi mi cordura y mi felicidad, pero lo único que nos queda es la esperanza. La esperanza es precisamente lo que nos salva de la terrible pesadilla que vivimos.

Por todo eso, sé que no debo quedarme aquí, que mi madre, mi hermana y yo no podemos quedarnos, pues de lo contrario, este lugar que ha dejado de ser nuestro hogar nos quitará la vida, y eso no puedo permitirlo. La herida sigue abierta en mi alma, en la mirada apagada de mi madre, en el tartamudeo aún más crítico de mi hermana, pero sé que, a pesar de esta agonía sin aparente salida, vamos a sanar.

Con el tiempo, la distancia o el olvido nos auxiliará.

Sin embargo, una parte de mí no quiere irse de Sundeville, no quiere alejarse de Alec Kutner para siempre. La sola idea produce estragos en mi estómago, pero la idea de quedarme aquí, es incluso peor que la opción de alejarme de él. Las lágrimas en mis mejillas son por él, por la separación inevitable, por esa pequeña ruptura entre los dos que es silenciosa y dolorosa, pero sobreentendida. Y duele.

Aunque jamás haya sido, duele de una forma en que no debería doler. Lo que Alec y yo sentimos jamás debió existir, no es sano, no es correcto, nunca lo fue. Es una total aberración en la que jamás debí sucumbir. Una ráfaga de viento helado sopla las copas de los árboles en este momento y me envuelve con suavidad a la vez que espero cerca del auto a que ellas terminen de empacar. Esta casa no va a desaparecer, pero tampoco será habitada por nadie de mi familia nunca más. Emma y sus hijos se mudarán a otra casa en este pueblo y Alec...

Él solo piensa en vivir solo.

No lo culpo, él debe realmente estar sufriendo, igual que yo. Su verdadera madre fue asesinada por su padre y él no para de pensar en que lleva la sangre de un ser aberrante en sus venas. Pero él es todo lo que una persona buena es. Entonces volteo sobre mi hombro y me sobresalto al verlo aquí, vestido con pantalones oscuros y una chaqueta de la misma gama. La luz del atardecer baña su cuerpo. La expresión de su rostro es de cautela, pero lo conozco y puedo leer en su mirada que está soportando las lágrimas al igual que yo.

Él avanza desde la mitad de la calle hasta llegar frente a mí. Está tan cerca que puedo respirar su colonia y estudiar cada centímetro de su rostro y sus ojos miel, que ahora están llenos de una melancolía que me hace temblar el cuerpo.

Él ha venido a despedirse. Alzo el rostro y no puedo evitar mirarlo con cierta nostalgia y felicidad por verlo ahora mismo, en este preciso instante y disfrutar de su compañía. De su dolorosa cercanía. Las personas pueden pensar lo peor sobre lo que me carcome por dentro, pero sé que es real y que ninguno de los dos pudo haberlo controlado.

—Pensé, pensé que no vendrías... —Mi voz sale ronca.

Él estira los labios en una sonrisa triste y ladea la cabeza. Mirar esa expresión me provoca escalofríos, y no es porque me de miedo, sino porque Alec se ve terrible. Se ve sin... vida.

—¿Cómo no voy a despedirme de la persona que más amé en esta vida? —pregunta y sus palabras flotan en el viento.

Me muerdo el labio inferior con fuerza para no dejar escapar un sollozo.

—Alec, no tienes que hacerlo, tú puedes venir —musito. Vuelvo a decirle por séptima ocasión.

Sin embargo, su respuesta es la misma. Alec niega con lentitud y mira hacia el fondo izquierdo de la calle durante varios segundos. El viento hace mover su cabello oscuro con gracia y lo hace ver dolorosamente guapo, mas la tristeza en su cuerpo opaca su belleza.

—Este es mi lugar, Lena, no puedo irme —susurra él antes de volverme a mirar y avanzar un paso hacia mí que provoca que mi corazón se acelere dentro de mi pecho—. No aún.

Sus ojos miel arden de dolor y sus brazos me rodean para sujetarme de la cintura baja. Alzo las manos temblorosas y las deposito sobre su pecho, Alec acerca su rostro al mío. Y, aunque mi corazón brinca por su cercanía, en realidad mi alma se desgarra por dentro, porque sabe que esta es la verdadera despedida. La última vez en que lo tendré tan cerca de mí. Baja la mirada a mis labios entreabiertos y veo en su mejilla el destello de una lágrima. Mi corazón se doblega, cierro los párpados y termino por acortar la distancia. En el momento de sentirlo no hay fuegos ni chispas artificiales. Sus labios son fríos, suaves y encajan como una pieza perfecta entre los míos. Pero el beso no sabe a amor, a calidez, sino a dolor, y a una desgarradura tan profunda que es capaz de quitarme la vida. Abro un poco más la boca y permito que su lengua roce la mía, con ternura e infinito dolor. En este momento el que Alec sea mi primo es lo último en lo que pienso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.