La Muerte De Una Empresa. Mi muerte.

EL ASESOR

            François se reúne con André, el dueño de la asesoría encargada de las nóminas y la contabilidad de su empresa. El ambiente es tenso y cargado de ansiedad mientras ambos hombres se sientan a discutir el futuro incierto de la empresa y las enormes deudas que ha acumulado.

            André expone sin rodeos la cruda realidad: el cierre de la empresa parece inevitable, y el proceso de liquidación será largo y complicado. Las deudas son abrumadoras y las perspectivas de recuperación, tal y como se indica imposibles. François escucha en silencio, sintiendo el peso aplastante de la responsabilidad y el fracaso.

            La conversación se torna en un análisis meticuloso de las opciones disponibles y las estrategias posibles para mitigar los daños. Se discuten los pasos a seguir y se trazan planes para enfrentar los desafíos que se avecinan. Aunque la situación parece desesperada, François mantiene la compostura.

            −Lo primero de todo sería quedar con un abogado −le explica el asesor−. ¿Tienes copia de los créditos pedidos?

            −Supongo que sí.

            −Bien, me los traes. ¿Y en cuanto a tus bienes?

            −Ya no tengo nada.

            −Bueno, algo tendrás. ¿Piso, coche, acciones? Te lo pregunto porque en el cierre es muy importante saber si se puede hacer frente o no a la situación.

            −No tengo nada. Estos dos últimos años puse dinero para intentar sostener el negocio y lo he perdido todo.

            −Pues vaya situación, ya lo siento.

            − ¿Y se podría acelerar el proceso de cierre? No sé si aguantaré mucho más.

            −No, no se puede. Vas a tener que estar preparado, porque pueden pasar meses.

            −Pero ¿cómo puede costar tanto cerrar un negocio tan pequeño, solo son dos empleados?

            −Hace falta un abogado y un procurador y presentar toda la información lo más detallada posible. Y pueden pasar meses hasta que llegue al juez. Y necesitarás dinero para el proceso.

            François sale de la oficina del asesor con el peso de la realidad apretándole el pecho. Cada paso parece más pesado que el anterior. Justo en ese momento, un mensaje en su móvil, de un banco reclamando un cobro, no hace más que aumentar su desesperación. Con rabia, apaga el teléfono, pero la sombra de la angustia lo sigue acosando.

            En medio de la tormenta emocional, una idea aterradora se cuela en la mente de François: la idea de poner fin a su propia vida. La oscuridad interior se apodera de él, envolviéndolo en una nube de desesperación y desesperanza. Se siente solo y abrumado, incapaz de ver una salida a su situación.

            El miedo lo consumen mientras lucha por contener las lágrimas. Cada pensamiento parece un eco de su dolor y sufrimiento, y la idea del suicidio se aferra a él como una sombra amenazadora. Se siente atrapado en un callejón sin salida, sin esperanza de encontrar una luz al final del túnel.

            François se enfrenta a su momento más oscuro y desgarrador. Es un momento de crisis existencial, donde la vida misma pende de un hilo y el futuro parece desolador e incierto. Con el corazón lleno de angustia y desesperación, François lucha por encontrar una razón para seguir adelante en medio de la tormenta que amenaza con consumirlo por completo.



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En el texto hay: competencia, drama, empresa

Editado: 21.03.2024

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