La Muerte De Una Empresa, Mi muerte

EL INICIO

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El humo del cigarrillo se eleva en espirales, mientras François, Jean y Joseph se encuentran reunidos en un rincón tranquilo de un bar de aspecto antiguo, que parece resistirse al paso del tiempo.

François, con la mirada perdida en lo profundo de sus pensamientos, toma un sorbo de su cerveza, mira a sus dos amigos y suspira con una mirada cargado de nostalgia por su actual situación.

−Me han propuesto un negocio −anuncia con una mezcla de emoción y esperanza−. Y me he acordado de vosotros.

Jean y Joseph, jóvenes y con la curiosidad visible en sus ojos, dirigen su atención hacia él.

− ¿Un negocio? −pregunta Jean, inclinándose hacia adelante con el vaso de cerveza en la mano.

François asiente lentamente.

−Sí, un negocio y creo que es interesante −les revela, dejando que las palabras floten en el aire con un aura de posibilidad−. ¿Os acordáis de ese cliente que tiene un negocio en frente del centro donde estudiasteis?

Los ojos de Jean se iluminan con entusiasmo, mientras que Joseph los mira con escepticismo.

− ¿En serio? −cuestiona Joseph con un tono teñido de incredulidad.

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−Y tiene futuro, chicos −declara François con convicción−. Imaginaos, aprovechando muchos de los clientes que conozco.

Jean y Joseph intercambian miradas, contemplando la propuesta con una mezcla de asombro y expectativa.

−Suena interesante −admite Jean, con un genuino interés por la noticia.

−Creo que es una buena oportunidad para los tres −dice François−. Vosotros habéis terminado de estudiar y yo, al cerrar la empresa donde estaba, dispongo ahora de mucho tiempo.

− ¿Y para cuándo sería? −pregunta Joseph.

−Según me han dicho, para empezar ya.

François les comenta la posibilidad de tener una pequeña participación en el negocio, y los tres hombres hablan de los detalles, de si hay que poner dinero y del lugar ideal para ubicarlo. Después de una larga conversación, la decisión está tomada.

En aquel momento, en el año 1996, en medio de un bar que olía a pasado y a futuro, se gestaba el inicio de una nueva empresa, un pequeño destello de emprendimiento en un mundo en constante evolución. Y así, entre planes y sueños, y sin experiencia alguna en los negocios, comenzaba la próxima etapa del viaje de François, Jean y Joseph hacia lo desconocido.

François, a sus 35 años, casado y padre de un hijo pequeño, se sentía ilusionado con la idea del negocio. Era consciente de su falta de experiencia, pero tenía contactos que podía aprovechar en los inicios, y eso le daba mucha confianza.

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Jean, alto y delgado, de 27 años y con una energía contagiosa, apoyaba la idea del nuevo negocio, y Joseph, de constitución corpulenta y un aire de reserva que lo caracterizaba, seguía reacio a la idea, pero su actual situación de desempleo en ese momento le animó finalmente a aceptar la propuesta.

A pesar de las diferencias en sus vidas personales, François encontraba en la camaradería de sus amigos un refugio de complicidad y confianza. Jean, con su piel morena y su sonrisa siempre lista, irradiaba juventud y vitalidad, mientras que Joseph, soltero y compartiendo hogar con su madre, parecía llevar sobre sus hombros el peso de responsabilidades no compartidas.

Entre risas y gestos de complicidad, los tres hombres comparten el sueño de un futuro prometedor, donde las oportunidades podrían extenderse como un horizonte sin límites. En ese momento, en el año 1996, sus vidas se entrelazan en el umbral de una nueva aventura empresarial que promete cambiar el curso de sus vidas.

Para François, Jean y Joseph, aquel bar fue más que un lugar de encuentro; fue el punto de partida hacia un futuro incierto, pero lleno de posibilidades. Y juntos, con sus diferencias y similitudes, estaban dispuestos a enfrentar lo que el destino les deparara.

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