La Muerte De Una Empresa, Mi muerte

RECORDANDO LOS INICIOS

RECORDANDO LOS INICIOS

El peso del tiempo se posa sobre los hombros de François mientras está solo en su desolada oficina, rodeado por las sombras de un pasado que parece desvanecerse en la distancia. El año 2023 ha llegado, pero para él, no es más que un recordatorio implacable de lo que alguna vez fue y ya no es.

Con la mirada perdida en el vacío, François rememora con amargura los días llenos de esperanza que precedieron a la caída de su empresa. Recuerda con claridad punzante aquella conversación en el bar, donde los sueños parecían alcanzables y el futuro prometía infinitas posibilidades. Jean y Joseph, con sus palabras de aliento, fueron los pilares sobre los que se construyó su empresa, ahora reducida a cenizas.

Recuerda aquel local maravilloso que encontró en una zona de actividad, un lugar ideal para el inicio del negocio. Con sus amplios espacios y su ubicación estratégica, parecía el lugar perfecto para dar vida a sus sueños empresariales. Pero ahora, es solo un recuerdo doloroso de lo que pudo haber sido y nunca fue.

Se pregunta si fue una cuestión de mala suerte, una mala gestión suya debido a la inexperiencia en los negocios o si simplemente tenía que ocurrir. Se pregunta dónde estarán ahora los que vivieron junto a él aquellos primeros días llenos de ilusión.

La desolación se entrelaza con el eco de sus propios pasos solitarios en la oficina, donde las paredes vacías parecen susurrar las vivencias de un pasado que se ha desvanecido en el olvido. Y mientras el peso de sus decisiones erróneas, y tal vez la

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mala suerte, se vuelve más opresivo con cada recuerdo, François se aferra a la esperanza de que algún día, tal vez, pueda encontrar la redención que tanto ansía.

En el año 2023, François se encuentra solo en medio de las ruinas de lo que una vez fue su sueño, contemplando los escombros de una vida que se desmorona a su alrededor, y que finalmente también se ha llevado su vida familiar.

Su mujer, que tanto le apoyó en el negocio durante todos los años, no pudo finalmente aguantar tanta tensión y decidió irse a vivir con su madre. François nunca se lo reprochó, incluso le animó a que lo hiciera, sabiendo que con ello se quedaba solo frente a lo que ya era inevitable.

El recuerdo de aquellos días tumultuosos se agolpa en la mente de François, como un torrente de emociones encontradas que amenaza con arrastrarlo hacia la oscuridad.

Recuerda vívidamente el momento en que se vió obligado a pedir ayuda a su hermana Amélie para iniciar el negocio. Y Amélie, con su bondad inquebrantable, le tendió una mano que ahora recuerda con gratitud y humildad.

Recuerda al cliente que le ofreció la oportunidad de montar el negocio, con su confianza depositada en él como un faro en medio de la tormenta. Y la firma en la notaría, ese acto solemne de la constitución de la sociedad, ese punto de no retorno en su viaje hacia la competencia y la lucha por la supervivencia.

A pesar de las dificultades y los obstáculos a lo largo de los años, y especialmente en los inicios, los momentos de ilusión y esperanza seguían ardiendo en lo más profundo de su ser, como

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brasas que se niegan a apagarse. Porque incluso en los momentos más oscuros, François se aferró a la convicción de que la luz aún brillaría en algún lugar del horizonte, esperando ser alcanzada.

En estos recuerdos, mezcla de gratitud, nostalgia y angustia, François ya no encuentra la fuerza para seguir adelante, para enfrentar los desafíos que el destino le ha deparado, para seguir con la misma valentía que lo llevó a emprender su viaje empresarial hace tantos años.

Y mientras el peso del pasado amenaza con arrastrarlo hacia el abismo, él se aferra con fuerza a la esperanza de desaparecer, dejando que los errores se conviertan en lecciones aprendidas, las deudas de los bancos en simple impotencia para hacerlas frente y las lágrimas derramadas en semillas de superación.

Recuerda aquellos primeros días con Jean y Joseph. Apenas tenían materiales para trabajar, ni medios propios, pero lo compensaba una gran ilusión y dedicación. Pronto comenzó a crecer la actividad y con ella el entusiasmo.

Y estaban los clientes del anterior trabajo de François, muchos de los cuales estuvieron encantados de ser ahora atendidos por la nueva empresa. Esto les dio mucha confianza a Jean y Joseph para volcarse por completo en el negocio. Las reticencias iniciales de Joseph habían quedado ya en el olvido.

François recuerda las reuniones de cada mañana, en aquellos primeros días, antes de iniciar la jornada, en una mesa redonda, repasando la actividad y organizando la jornada. Y cómo, después de cada reunión, Jean y él iban a tomar un café al bar de enfrente.

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Las conversaciones siempre eran sobre temas relacionados con la empresa. Siempre había una gran ilusión y esperanza. Hablaban de los clientes, de venderles sus servicios, de hacer ofertas atractivas. Revisaban a los proveedores y colaborados una y otra vez, proponiendo ideas y haciendo planes.

Ahora, en este momento de soledad y fracaso, François siente miedo. Agotados todos sus recursos, todos sus contactos, siente el peso terrible de las circunstancias. Su vida se ha convertido en algo que jamás sospechó, siempre con la esperanza de poder superar las adversidades económicas de los últimos años.

Sentado en medio de la soledad y el silencio de la oficina, mira a su alrededor, y con un sentimiento de angustia que lo ahoga, empieza a recoger las pocas pertenencias que aún quedan, tiene que vaciar el local y entregar las llaves.

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NOTA DEL AUTOR

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