La muerte para empezar: Oscuridad, Libro 2

Capitulo 30: En el camino

Unas semanas despues, estábamos a medio viaje de camino. Ahora mismo estábamos cruzando un bosque pequeño que divide la provincia de Long con la provincia Font, que es donde las tres ciudades más importantes del reino se encuentran. Aunque la provincia de Long esta más alejada del bosque sin fin que divide el continente, no es tan prospera como las ciudades que son aledañas a este bosque, ya que los animales por alguna razón se concentran en esta zona y la tierra es mejor para el cultivo. Por lo que, este pequeño bosque que divide las provincias es la última gran acumulación de fauna en los alrededores, la ciudad Katabi tiene un paisaje árido en sus alrededores, básicamente es una “ciudad paraíso” como los lugareños le dicen, esto se debe a que fue construida alrededor de una manantial natural. Por lo que las personas que pasaron días o semanas vagando por sus áridas tierras la ven como un espejismo de ahí su otro nombre “Ciudad espejismo”. Nunca hemos estado en esta ciudad antes, y al contrario de lo que uno podría imaginar cuando mencionan una ciudad construida en medio de un desierto es una ciudad muy prospera y con vida, o eso es lo que dice la “Guia del mundo” que compre en el gremio de aventureros en mis primeros años. Posee una barrera de viento que cubre toda la ciudad y la mantiene con una temperatura agradable, esta barrera también disminuye los rayos del sol y protege contra tormentas de arena. Por lo que el trabajo de guardián de la barrera es muy respetado, porque básicamente son los encargados de cuidar y cambiar los corazones mágicos de bestias que dan energía a la barrera.

El calor aumentaba gradualmente conforme nos acercábamos al desierto, por lo que cubrí mi cuerpo con una capa de aire muy tenue para no gastar mucho poder mágico, combiné con un poco de magia diluida y enfriada. Básicamente era un aire acondicionado andante. Mientras el resto de mis amigos sudaba y gemía por el calor, yo estaba tan fresco como una lechuga. Sin embargo, no era muy buena idea derrochar magia porque si, así que solo lo usaba un par de horas al día cuando el sol estaba en su punto máximo, ahora que el sol empezaba a esconderse no era necesario, es más, incluso hacia frio. Lastimosamente aun no lograba dominar la magia de fuego, por lo que no podía aplicar la misma técnica para calentarme, suspire y ayude al grupo a colocar las tiendas de campaña.

—Está listo, hombres dormirán en esta tienda y mujeres en la otra. — Señalo Aldous, todos asintieron con caras serias, estaban en modo de combate. No podías ver nada de su atmosfera relajada y amigable de antes.

—¿Quién montara guardia? —Pregunto Glenn.

Aldous asintió y formo las parejas para la guardia nocturna. —A ver… Frank y Glenn serán la primera guardia, seguida de Nate y Freya, después seremos… —Aldous tosió avergonzado. —Latifa y yo.

—¿Eh? ¿y yo? ¡Quiero hacer guardia con Nate! —Protesto Annie, todos enviaron una mirada complicada en su dirección.

—No puedes. —Me negué en nombre de todos. —¿Recuerdas la última vez? Casi nos asesina una manada de ogros por tu descuido. —Regañe con dureza, ella hizo una mueca.

—Pero…

—Sin peros, duerme esta noche. —Corte la conversación. Annie entro a su tienda de cabaña cabizbaja.

Suspiré y no pude evitar sentirme un poco mal por ella. En los últimos días no habíamos tenido la necesidad de acampar a fuera ya que siempre alcanzábamos alguna aldea antes del anochecer y pagábamos al jefe de la aldea para que nos prestara una casa. Sin embargo, la provincia de Long era en su mayoría un desierto, no había casi población en sus tierras aparte de la ciudad y sus aledaños.

Las tiendas de campaña eran grandes y estaban encantadas con un hechizo de larga duración que mantenía un ambiente agradable adentro, así que era bastante costosas. Cuando entré en una, escogí un rincón y empecé a darle cuidado a mi espada después de sacarla de mi anillo dimensional. Saque un trapo del mismo anillo y trace la hoja brillante bajo la luz de una lampara de aceite. El mango color dorado brillaba majestuosamente y la piedra color jade se iluminaba tenuemente. Estaba en trance, con movimientos monótonos y practicados seguí limpiando la espada, aunque no estuviera sucia. Esto era un pasatiempo que adquirí desde que volví de Theorin. Limpiar mi espada era como mantener frescos y sin distorsiones los momentos que pase en el castillo, con Trea, Charlotte y Sebastián. También me recordaba que algún día tenía que volver allí, por eso tenía que hacerme me fuerte para proteger esas puertas de teletransportación y no dejar que nadie las use para fines egoístas. Cada vez que salíamos a una misión fuera de la ciudad echaba un vistazo a la cueva donde estaba escondida la puerta y me aseguraba de que no hubiera sido descubierta, por el momento estaba segura, pero no sabía cuándo eso podía cambiar, así que entrenaba mi magia y espada desesperadamente para protegerla.

—Se que estoy siendo repetitivo, pero esa espada es muy hermosa. ¿Aun no le has puesto nombre? ——Levantando la cabeza hacia la voz, mi hermano Aldous miraba la espada reluciente en mis manos.

—¿Por qué una espada debería tener nombre? No es como si la llamara y ella viniera corriendo hacia mí. —Me reí y puse la espada en su funda dorada con adornos de líneas curvas que recorrían toda su superficie.

Mi hermano se encogió de hombros y negó con la cabeza. —No entiendes el romance de un hombre, ponerle nombre a tu espada es un ritual. —Suspiro decepcionado, luego se sentó a mi lado y también empezó a limpiar su espada.




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