Kendra
— Arthur Benz no para de llamar — me informó Becky, mi asistente.
— ¿Le dijiste que ya no estoy tomando a nadie y que mi agenda está completa?
— Sí, me dijo que te diga que lo desbloquees.
— Ni pienso hacerlo.
— Ha llamado también un tal...
— Espera — la interrumpí.
— ¿No te dije que no tomaría a nadie nuevo?
— Sí...
— No me interesa quién llame si no está relacionado con aquellos a los que ya estoy asesorando.
— Hizo una muy buena oferta.
— Beck, no se trata de dinero. Mi hermana está enferma. En estos días estarán listos los resultados y hasta ahora ningún estudio le ha dado bien. He investigado en internet y podría ser algo grave. Necesito tiempo libre para ocuparme si ella me necesita, ¿lo entiendes?
— Lo entiendo, pero si lo miras fríamente, te darás cuenta de que en cuestiones de salud el dinero puede hacer una gran diferencia.
Suspiré ante sus palabras, ella tenía razón, pero mi familia y yo estábamos bastante bien, el dinero no debería ser un problema.
Ella pasó a relatarme los eventos de la semana de mis actuales clientes y luego se fue. Yo me di un baño, me quedé solo con mi bata y me senté con mi laptop a diseñar atuendos, discursos y todo lo referido al programa laboral.
Tocaron a la puerta como a las siete de la tarde, me ajusté el cinturón y cerré bien el escote para ir a abrir. Allí estaba el chiquillo de la banda de rock.
Él abrió la boca para decir algo, pero no le di tiempo.
— No — cerré la puerta en su cara.
Volvió a golpear, no lo atendí. Insistió. Después de un rato que él no paraba, me puse auriculares con música para no escucharlo y me metí en mi habitación y puse una película en la televisión, solo para que hiciera ruido. Volví a mi trabajo y pronto me olvidé de que el cantante había venido. Como a las nueve tuve hambre y cuando salí de la habitación volvieron a tocar la puerta.
Abrí.
— Solo quisiera hablar — no podía creer que él hubiera estado esperando esas dos horas.
— No entiendo por qué todavía estás aquí, pero si no te vas llamaré a la policía.
— No es necesario llegar tan lejos, solo dame una oportunidad.
— No estoy tomando clientes nuevos.
— Solo te pido que me escuches.
— ¿Si te escucho, luego te irás?
— Lo prometo.
— De acuerdo.
Me moví de la puerta para que entrara, pero él no se movía. Además de todo era tonto.
— ¿Puedo entrar?
— Pasa de una vez.
Tenía el cabello cortado como yo había sugerido e incluso un maquillaje oscuro resaltaba sus ojos, dándole un look muy dark. Me di una palmadita en el hombro por ello. Cómo no tenía ganas de prestarle demasiada atención, me subí a la caminadora que se encontraba junto a la ventana.
— ¿Y bien? Habla.
— Pensaba que podríamos sentarnos a hablar.
— No puedo, necesito moverme para concentrarme. Habla.
— Me quiero disculpar por lo del otro día.
— Ya te disculpaste ese día.
— Tengo aquí el video, para que veas que fue un éxito, sin tu ayuda no lo habríamos logrado.
Él colocó el video delante de mí.
— ¿Qué haces, no querías hablar?
— Es que esto es gracias a su increíble trabajo.
— Soy una anciana, las adulaciones no me impresionan.
El chico me miró desde el rostro hacia los pies y volvió a mis ojos.
— No te ves anciana para nada.
— Acabo de decir que no me adules, si no tienes nada bueno que decir, será mejor que te vayas y no me hagas perder el tiempo, que tengo mucho que hacer.
— Estás en bata caminando sobre una cinta a las nueve de la noche, qué tanto tienes que hacer.
— No es tu asunto, habla o vete.
— Te pagaré lo que sea.
— No necesito que me pagues, y por si ese estafador de Arthur no te lo dijo, no acepté ningún dinero de su parte. Mi mejor pago es no saber más nada de ustedes.
— No creo que te hayamos hecho nada tan malo para que tengas esa actitud, y si lo hicimos, dilo para poder repararlo.
— Es cierto, no han hecho nada, y no entiendo por qué están empecinados conmigo. Hay muchos otros directores visuales muy buenos a los que podrían contratar.
— Pero sabemos que tú nunca fallas. Este video lo demuestra: éramos unos "esperpentos" y mira, después de esto nuestra audiencia creció casi un mil por ciento.
— Eso puede hacerlo cualquiera y yo no tengo tiempo.
— Yo no estaré demasiado tiempo exponiéndome públicamente, pero el tiempo que lo haga quiero que sea lo mejor y contrataré a los mejores.
— Pero contrataste al imbécil de Arthur que se cuelga del éxito de los demás.
— No lo sabía, pues fue él quien nos contactó antes que nadie y mis compañeros firmaron sin que yo lo supiera.
— Pobrecito.
— Me irritas, ¿por qué te comportas así?
— Si te irrito, busca a otra persona.
El teléfono sonó en ese momento. Me bajé de la cinta y fui por él, ya que lo había dejado en la recámara. Al mirar la pantalla vi que era mi hermana.
— ¿Nini?
— Estoy en el hospital.
— ¿Pasó algo?
— Tengo leucemia.
Sin poder responder ni reaccionar, sentí que el piso se movía debajo de mis pies. No sé cuándo Leif se acercó, pero me sostuvo y me ayudó a sentarme en la cama.
— Estarás bien — dije cuando pude hablar. — Yo te conseguiré los mejores médicos...
— Si me muero, mis hijas quedarán solas... — ella había comenzado a llorar.
— No, no digas eso, no va a pasar.
— El médico estaba hablando con Tod y nuestros padres. Ya van a entrar, te llamaré luego.
Ella colgó y yo me quedé sin poder decir nada, mirando el móvil en mi mano que temblaba sin control. Y el chico allí, sentado a mi lado, en mi cama.
Respiré profundo y me tragué mis lágrimas y todo lo que sentía para hacerle frente.
— Creo que no llegaremos a nada, será mejor que te vayas.
— No quisiera aprovecharme, pero creo que en esta situación tú sí podrías aprovecharte de mí y pedirme lo que sea. El dinero ayuda mucho en estos casos — eran las mismas palabras que en la tarde había dicho Becky.