La musa de Leif

Capítulo 8

Leif

Me mezclé entre los vampiros de la fiesta; eran demasiados para ser que era un evento clandestino. Fingí que todo estaba bien, sonreí, y, aunque tomé una copa de aymirith, no me atreví a beberla. La casa era antigua y se ubicaba en el centro de la ciudad, a la vista de todos. ¿Es que acaso Liam, el regente zonal, no lo sabía? No sería yo quien se lo dijera.

Un grupo de jóvenes comenzó a distribuirse por el salón ofreciéndose para la alimentación y en ese momento, Radish, un vampiro algo más joven que yo, quien me había invitado, se acercó a hablar conmigo.

— ¿No es maravilloso poder tomar lo que quieras?

— ¿A qué te refieres?

— ¿Te imaginas poder tener a esa mujer de la que hablabas en la tarde? ¿Suplicándote?

Él tomó a una chica y ella tembló ante su brusco agarre.

— La verdad, no tengo esa clase de morbo todavía. Me iré antes de que explote mi teléfono de tantas llamadas — sonreí como si no pasara nada y me marché.

Mientras conducía hacia casa, no podía evitar preguntarme si no había expuesto demasiado a Kendra. Todavía yo no había declarado abiertamente el bando al que apoyaba, si me negara a seguirlos, quizá ellos querrían extorsionarme a través de ella. Claro que si todos supieran lo que somos, yo no me enfrentaría a la mirada condescendiente de mi asesora que creía que yo podía ser su hijo, cuando en realidad tenía más de cuatrocientos años más que ella.

***

Kendra

Desperté en la mañana, un poco tarde, pues luego de la declaración de Leif en los medios, no había podido dormir nada. Al tomar el móvil, el mundo se me vino encima. Estaba llena de mensajes de personas que conocía de revistas y programas televisivos, no quise mirar lo que decían. Vi que tenía llamadas perdidas de Becky y le marqué.

¡Kendra! ¡Al fin te apareces! ¿No tienes idea de lo que sucede?

— ¿Es por lo de Gallagher? No pude dormir devanándome los sesos pensando en cómo solucionarlo.

Tienes un millón de invitaciones a medios y Arthur ha llamado diciendo que Leif también y que no se ha podido comunicar con él.

— Yo tampoco pude, pero ya mismo lo vuelvo a llamar.

Colgué y busqué el número de Leif. Le marqué y esperé.

¿Sí? —Su voz era soñolienta.

— ¿Te das cuenta de lo que hiciste? ¡No voy a perdonártelo nunca! ¡Este es un motivo por el cual, si pudiera, renunciaría ya mismo! ¡Te odio, te aborrezco! Has ensuciado mi nombre delante del mundo, todos me verán como una roba cunas, maldito egoísta, niño rico, malcriado y... — Lancé un quejido de impotencia, él no hablaba. — ¿Estás ahí? — cuestioné.

Sí.

— ¿¡Sí!? Tan tranquilo. Igual no creas que quedas bien librado, estarás en boca de todos, ¡y tus fans! Tus fans, se decepcionarán de ti, maldito niño pervertido.

No soy un pervertido, ni un niño. Admito que estaba airado y me sobrepasé, pero nada más.

— Eres un pervertido, y si me entrevistan diré que intentaste hacer trastabillar a una pobre anciana como yo — Leif se empezó a reír. — ¿De qué te ríes, niño tonto?

Tú no eres una anciana, bastará que vean una foto tuya para que lo sepan.

— Aunque no sea una anciana, soy una mujer madura, puedo ser tu madre, tu estúpida madre, ¿qué no entiendes?

Eso no es verdad. Ya para de gritarme, y dime qué quieres que haga.

— Harás una declaración pública y negarás lo que has dicho, dirás que lo dijiste para molestarme porque me odias desde el día uno, y como yo te dejé libertad en esa respuesta, viste la oportunidad de vengarte de mí.

De acuerdo.

— Bien, adiós.

Espera.

— ¿Qué?

Redáctame un escrito con lo que debo decir, lo buscaré en la tarde. Adiós.

Colgó y yo llamé a Arthur.

Kendra, musa inspiradora.

— No te burles, te odio tanto como a él.

Se lo tenían bien escondido.

— No digas tonterías y no me hagas gritarte a ti también. Concerta una entrevista para el señor Gallagher, él negará todo públicamente.

Eso no es necesario, no tienes idea de lo que subieron sus redes en lo que va del día y siguen en alza.

— Eso no es bueno, Arthur. La gente que busca escándalos, así como llega, se va.

Pero si ustedes blanquean su relación, puede ser un boom, no te das cuenta.

— No tenemos ninguna relación.

Sé que es arriesgado, pero piensa en la estrategia.

— Porque pienso en la estrategia, te digo que no es bueno, déjalo así y que haga una declaración pública retractándose.

Bueno, pero quizá se niegue y...

— No se negará, ya le he hablado.

Corté y volví a llamar a Becky.

— ¿Cómo está todo?

Hay periodistas fuera.

— Seguramente aquí en casa también, bueno, esperaremos a que las cosas se calmen, ya hablé con Arthur y con Leif, él se retractará públicamente.

Bueno... Kendra... ¿No sabías que él se sentía así?

— ¿Así cómo?

El chico está enamorado de ti, es evidente.

— Becky, ¡claro que no! Él lo hizo para molestarme, siempre me ha odiado.

Nunca se comportó como si te odiara, siempre ha sido muy amable contigo, incluso las veces que lo maltrataste, además las letras de sus canciones lo dicen...

Me quedé callada, ella tenía razón en algo, en el año que llevábamos trabajando juntos. Él jamás me había faltado al respeto, ni me levantó la voz, por más que yo sí me molestaba con él, muchas veces.

— Me haces sentir como la mala de la película. Pero en el caso de que fuera como dices, algún problema psicológico tiene, para fijarse en una mujer que lo vive maltratando.

Tampoco es que lo vives maltratando, pero es evidente que le gustas.

— Ay, no. No quiero tener esta conversación, tengo demasiados problemas. Avísame cuando él haya hecho la declaración.




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