La musa de Leif

Capítulo 11

Leif

No se volvió a tocar el tema de nuestras mutuas emociones en el resto de la noche. Sin la tensión de aquellas conversaciones pendientes flotando entre nosotros, nos permitimos simplemente disfrutar del momento, sin expectativas ni presiones. Sus padres y sus hermanos se fueron aproximadamente una hora después del brindis y yo me quedé, se sentía natural estar juntos ahora que sus barreras habían caído.

Estábamos sentados en la barra de desayuno, uno a cada lado, ella comía una copa de gelato, y conversábamos de manera amena, mientras yo no podía dejar de observarla atentamente, cada uno de sus gestos y movimientos.

— ¿Crees que tengo su aprobación? — inquirí sonriendo.

— Es peor que eso, ellos te han adoptado.

— ¿Eso es malo para ti?

— Son capaces de desheredarme a mí, para acogerte — bromeó. Pero luego se hizo un silencio entre nosotros. — Leif... — suspiró. — No es que no me gustes, estás como quieres y eso ya lo sabes. Luego de todo el vino que he tomado, incluso puedo admitir que tengo sueños húmedos contigo. Pero yo no puedo llevar adelante esto, no sé cómo podría salir a la calle bajo el juicio de todos los que me miren, y sepan que salgo con alguien que es mucho menor que yo. Es demasiado para mí.

— No creo que la opinión de los demás sea tan importante — repliqué.

— Si no fuéramos nadie quizá te daría la razón, pero en nuestro ambiente eso no es así — ella jugaba con la crema en su copa sin mirarme.

— Tu "quizá" me dice que me rechazarías de todas formas.

— No sé, Leif, nuestra situación es la que es.

— Dame una oportunidad de demostrarte que puedo ser lo que necesitas.

— Yo no necesito nada ni a nadie.

Rodé la barra y ella se giró para quedar frente a mí, mientras yo la encerraba poniendo los brazos a sus lados.

— Déjame demostrarte que a mí sí.

Ella abrió la boca para replicar, pero la besé antes de que pudiera hacerlo. Kendra se sostuvo de mis hombros y yo la rodeé por la cintura. Acaricié sus costados, me metí entre sus piernas para tenerla mucho más cerca. Su aroma se volvió extremadamente dulce.

Abandoné sus labios para descender hacia su cuello y ella habló.

— Para, por favor.

— Yo soy quien te pide por favor, Kendra... — musité a su oído sin soltarla. — Dime que sí.

— Solo por hoy — aceptó buscando mis labios. — Mañana te irás y no me pedirás nada, te olvidarás que ha pasado algo entre nosotros.

— Solo por hoy — accedí levantándola para volver a besarla.

No la solté hasta que la tuve en la cama, lancé al piso mi camisa y me apresuré a quitarle la ropa, ahora que ella me aceptaba por fin, me daba cuenta de lo desesperado, deseoso y hambriento que estaba.

— ¿Qué... qué le pasa a tus ojos?

— Nada — volví a sus labios para distraerla y la besé hasta que se distrajo. — Eres hermosa.

— Ni siquiera pude prepararme —. Busqué sus pechos. — ¿Son lentes de contacto? — No respondí.

— Eres tan perfecta como te imaginaba.

Lamí sus pezones, rosados y duros, los tomé entre mis dientes y tironeé de ellos con suavidad. Ella gimió. El que no se hubiera preparado significaba que no se había perfumado ni puesto cremas ni nada de esas cosas desagradables.

Kendra se incorporó intentando tomar el control de la situación, pero yo la obligué a acostarse.

— Por favor.

— Otro día podrás hacer lo que quieras conmigo. Hoy no.

Volví mi boca hacia su ombligo el cual rodeé con un movimiento de mi lengua, antes de bajar hacia su intimidad. La razón por la que quería llevar yo la parte dominante era simple, mi necesidad estaba al límite, había esperado mucho este momento y ahora las sensaciones físicas y emocionales estaban a punto de sobrepasarme.

La recorrí con mi lengua y ella acariciaba sus pechos arqueando su espalda mientras lo hacía. La visión era completamente erótica y adictiva, sentí mis colmillos asomar, ya no resistía más, metí mis dedos y comprobé que estaba muy húmeda, por lo que deshaciéndome de mis pantalones con velocidad me hundí en ella, controlándome con gran esfuerzo.

Me dejé caer hacia atrás sentándome y arrastrándola conmigo, para que ella pudiera moverse a su ritmo sobre mi, pues sus formas me decían que estaba acostumbrada a llevar la voz cantante en la cama.

Kendra comenzó a mecerse sobre mí y yo mientras sostenía sus pechos en mis manos y estimulaba sus pezones, busqué la piel delicada debajo de su seno y la mordí. Ella gritó y entendí que le había provocado el clímax, en un instante saboreé la descarga hormonal en su sangre. Ella quedó laxa, pero yo quería más, la coloqué boca abajo y volví a penetrarla.

— ¡Leif! No... no sigas.

— No puedo detenerme todavía.

— Me volverás loca... — Kendra levantó su cadera hacia mí gimiendo.

— Ese es mi objetivo, mi hermosa asesora — susurré a su oído y volví a morderla, esta vez entre el hombro y el cuello.

Solo cuando llegó el amanecer le permití dormir, ella se apretó contra mi cuerpo, y fue algo que me resultó exquisito. Pero entonces recordé sus palabras, "solo por hoy" y fue una punzada de dolor, no lo aceptaba. Ya vería como hacía para que eso no fuera así, porque ahora, que la tenía así, no quería dejarla de ninguna manera.




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