La Navidad del Ceo Solitario: Millonario en la Nieve

El CEO Bajo las Estrellas Invernales

La noche era fría y silenciosa en las colinas de Aspen. La nieve caía con suavidad, cubriendo el paisaje con un manto de pureza. En medio de esta tranquilidad invernal, una imponente mansión se alzaba en la cima de una colina, iluminada solo por la suave luz de las estrellas y la luna llena.

 

En el interior, Julian Kane, el infame CEO de Kane Enterprises, estaba sumido en su rutina habitual. Sentado en su lujoso estudio, con vistas a la ciudad en la distancia, revisaba informes financieros y planes estratégicos. Sus ojos azules, fríos como el hielo, escudriñaban los números con precisión implacable. Para el mundo exterior, Julian era un magnate multimillonario, conocido por su éxito y su actitud implacable en los negocios. Pero en su interior, su corazón estaba tan frío como el invierno que lo rodeaba.

 

El sonido suave de su teléfono interrumpió sus pensamientos. Julian respondió sin mirar quién llamaba.

 

—Señor Kane, el avión privado está listo para su vuelo a Nueva York mañana por la mañana —, informó su asistente personal, Sarah.

 

—Gracias, Sarah. Asegúrate de que todo esté en orden —, respondió Julian con su habitual tono tranquilo y calculador.

 

Después de la llamada, Julian cerró los informes y se levantó de su silla de cuero. Caminó hacia la ventana y miró hacia afuera, hacia el paisaje invernal que se extendía ante él. La Navidad se acercaba, pero para Julian, era solo otro día más en su apretada agenda.

 

Sin embargo, lo que Julian no sabía era que esa Navidad sería diferente. Un destino inesperado lo aguardaba en el corazón de la tormenta de nieve que se avecinaba.

 

Al día siguiente, mientras se preparaba para abordar su avión privado, un cambio en el clima hizo que la nieve comenzara a caer con fuerza. Los copos blancos cubrían el aeropuerto de Aspen, y pronto quedó claro que su vuelo se retrasaría. Julian, que rara vez se veía afectado por contratiempos, comenzó a sentir una creciente irritación.

 

—Señor Kane, lamento informarle que su vuelo se ha cancelado debido a la tormenta. No habrá más vuelos hoy —, anunció Sarah con aprensión.

 

Julian apretó la mandíbula con frustración. No estaba acostumbrado a que nada se interpusiera en su camino, y mucho menos una tormenta de nieve. Pero mientras observaba por la ventana, vio la nevada aumentar en intensidad y la visibilidad reducirse a casi cero.

 

—¿Y ahora qué? —, murmuró para sí mismo.

 

La respuesta a esa pregunta llegaría más tarde esa noche, cuando Julian, en busca de refugio, se encontrará con una cabaña aislada en las profundidades de las montañas de Aspen. Y en esa cabaña, bajo las estrellas invernales, su vida daría un giro que nunca había imaginado.

 

La tormenta de nieve rugía afuera mientras Julian conducía con cuidado por el estrecho camino que llevaba a la cabaña. Las luces del coche iluminaban la blancura que lo rodeaba, y la nieve caía tan densamente que apenas podía ver más allá del parabrisas. El viento soplaba con fuerza, haciendo que los árboles crujieran y los copos de nieve se arremolinaran en el aire.

 

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Julian divisó la cabaña. Era una modesta construcción de madera, rodeada de altos pinos cubiertos de nieve. Las luces brillaban en su interior, ofreciendo un destello cálido y acogedor en medio de la tormenta. Sin pensarlo dos veces, Julian detuvo su coche y se apresuró a refugiarse en el edificio.

 

Al entrar, la temperatura subió de inmediato, y Julian se sintió aliviado al quitarse el abrigo empapado de nieve. La cabaña era pequeña pero encantadora, con un salón de techos altos, vigas de madera a la vista y una chimenea que crepitaba con el calor y la luz. Había un árbol de Navidad adornado en una esquina, y el aroma a canela y pino llenaba el aire.

 

En medio de la habitación, frente a la chimenea, una joven de cabello oscuro estaba ocupada preparando algo en la cocina. Julian no pudo evitar notar su elegante figura y su cabello que caía en ondas hasta la mitad de su espalda.

 

—¿Quién es usted? ¿Qué hace aquí? —, preguntó la joven con sorpresa al ver a Julian entrar.

 

—Mi vuelo se canceló debido a la tormenta de nieve —, respondió Julian, intentando sonar tan tranquilo como siempre. —Estaba buscando refugio y vi esta cabaña. Espero que no le importe que esté aquí —.

 

La joven lo miró con cautela antes de sonreír con amabilidad. —No hay problema. Estás más que bienvenido a quedarte hasta que pase la tormenta. Soy Isabella, por cierto —.

 

—Julian Kane —, dijo él mientras se acercaba a estrechar su mano. —Gracias, Isabella —.

 

Julian observó mientras Isabella regresaba a la cocina y continuaba con lo que estaba haciendo. Parecía estar preparando una cena navideña, y el aroma de asados y especias llenaba la cabaña. Julian se sintió intrigado por esta misteriosa mujer que había aparecido en su camino en medio de la tormenta.




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