La Navidad del Ceo Solitario: Millonario en la Nieve

La Boda de Julian y Victoria

Al dia siguiente de su conversación con sus padres, Julian había tomado una decisión. Se había comprometido con Victoria Sterling, la heredera de una de las familias más ricas del país. La boda se convirtió en el evento más esperado del año en la alta sociedad y acepto casarse en dos semanas.

 

Dos semanas despues.

 

El lugar elegido para la boda era un lujoso castillo en la campiña, con jardines exquisitos y vistas impresionantes. La ceremonia estaba programada para un soleado día de verano, y todo estaba preparado con meticulosidad.

 

Julian esperaba nerviosamente en el altar, con un esmoquin impecable. A su lado, su madre, Margaret, tenía una sonrisa de triunfo en su rostro. Victoria, deslumbrante en su vestido de novia de diseñador, caminó por el pasillo hacia Julian. La madre de Victoria Elizabeth y William Sterling su padre veían todo con lujo de detalle, lo único que les importaba era que su hija se casara con Julian.

 

La boda era una exhibición de lujo y opulencia, con cientos de invitados de la alta sociedad. Sin embargo, a pesar de la elegancia del evento, el corazón de Julian se sentía pesado. Su mente seguía volviendo a Isabella y a la cabaña en Aspen.

 

La ceremonia continuó con discursos y brindis, pero Julian apenas podía concentrarse. Mientras Victoria y él se intercambiaban votos, una sombra de duda pasó por sus ojos. Estaba casándose por deber, no por amor.

 

Después de la ceremonia, la recepción se llevó a cabo en los jardines del castillo, con una impresionante cena y música en vivo. Julian y Victoria se vieron rodeados de invitados que los felicitaban y brindaban sus mejores deseos.

 

La recepción de la boda de Julian y Victoria continuaba en su apogeo. Los invitados disfrutaban de una cena gourmet, con una amplia variedad de platos exquisitos. Había caviar, langosta, cordero asado y champán francés. Las mesas estaban decoradas con flores de lujo y candelabros centelleantes, y la pista de baile estaba abarrotada de invitados elegantes que disfrutaban de la música en vivo.

 

A pesar de la opulencia que los rodeaba, Julian y Victoria apenas habían intercambiado una palabra desde que se convirtieron en marido y mujer. Victoria se sentía cada vez más incómoda por la falta de emoción en la mirada de Julian y su actitud distante.

 

Finalmente, mientras compartían una copa de champán, Victoria no pudo contener su frustración. —Julian, ¿qué te pasa? Estás tan distante desde que nos casamos, no es mi culpa que yo esté aquí —.

 

Julian tomó un trago largo de champán antes de responder con frialdad. —Victoria, sé que esta boda es más una formalidad que un compromiso real. Me casé contigo por la presión de mis padres y por el deber, no por amor —.

 

Las palabras de Julian cayeron como un peso sobre la conversación. Victoria sintió como si le hubieran dado una bofetada. —¿Qué estás diciendo, Julian? ¿Te casaste conmigo solo por deber?, tus padres me dijeron otra cosa, que tu morías por conocerme y que viste mi foto y que te gusto.

 

Julian asintió, su mirada seria. —Así es. No quiero mentirte. No tengo sentimientos románticos por ti. Esto es lo que mis padres querían, y lo hice por ellos —.

 

Victoria se sintió herida y furiosa a partes iguales. —No puedo creer que me estés diciendo esto en el día de nuestra boda. ¿Qué sentido tiene casarse con alguien que solo está interesado en su empresa millonaria? —.

 

La tensión en la conversación se podía sentir en el aire, y los invitados comenzaron a darse cuenta de que algo no estaba bien. La discusión entre Julian y Victoria se intensificó, mientras intercambiaban palabras duras y acusaciones.

 

—Esto es lo que has elegido, Victoria. Lo que quería mi familia. No importa si te duele, porque esto es un acuerdo de negocios — dijo Julian, su voz cargada de amargura.

 

Victoria, con lágrimas en los ojos, respondió con firmeza. —Puedo aceptar que no me ames, Julian, pero no puedo aceptar que me trates como un trato de negocios. No merezco eso —.

 

La discusión continuó, pero sus padres los llegaron a salvar, mientras los invitados se miraban entre ellos, sorprendidos y conmocionados, intentando saber que pasa, como si sospecharan que algo anda mal entre ellos. La boda que había comenzado con tanto esplendor se estaba desmoronando en medio de una confrontación dolorosa, que los invitados no tenían porque saber.

 

Finalmente, Julian y Victoria respiraron hondo, con la certeza de que su matrimonio había comenzado en términos fríos y distantes. La boda que debería haber sido un día de amor y alegría se convirtió en un recordatorio doloroso de las expectativas familiares y el deber.

 

—No te amo, te lo estoy recordando —murmuro Julian.




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