La Navidad del Ceo Solitario: Millonario en la Nieve

Un Momento de Cuidado

1 semana antes de navidad.

 

La segunda semana de las vacaciones de Julian se acercaba, y estaba decidido a escapar de su matrimonio sin amor y visitar a Isabella en Aspen. Lo que no sabía era que una tormenta de nieve feroz se estaba gestando en el horizonte.

 

Julian aterrizó en el pequeño aeropuerto de Aspen, empapado por la nieve que caía incesantemente. Tomó un taxi y le indicó al conductor que lo llevara a las colinas de Aspen. La tormenta estaba empeorando con cada minuto que pasaba, y la visibilidad se reducía a casi nada.

 

El conductor luchaba por mantener el control del vehículo en medio de la ventisca. La tormenta de nieve era implacable, y la carretera se había vuelto peligrosamente resbaladiza. Julian comenzó a preocuparse por su seguridad.

 

De repente, en un momento de pánico, el taxi derrapó y se salió de la carretera, terminando accidentado en un banco de nieve. Julian se golpeó la cabeza en el impacto, y durante unos momentos, todo quedó en silencio.

 

Mientras intentaba recobrar el sentido, Isabella, que había estado en la misma área, había salido de su cabaña para hacer frente a la tormenta. La visibilidad era extremadamente pobre, pero oyó un ruido y vio luces destellantes en la distancia.

 

Corrió hacia el lugar del accidente, enfrentando la tormenta con valentía. Cuando llegó, vio al conductor y a un hombre que estaba saliendo tambaleante del taxi accidentado.

 

El taxista se llenó de pánico, y agarro el primer automóvil que vio y desapareció mientras Julian andaba aturdido.

 

Julian, aún aturdido por el impacto, no se dio cuenta de quién era su salvadora hasta que Isabella se acercó y lo miró con sorpresa. —Julian, ¿eres tú? —

 

Julian parpadeó para aclarar su visión y finalmente reconoció a Isabella. —Isabella, eres tú. No sabía que estarías aquí, iba camino a tu cabaña, ya no respondías mis mensajes.

 

Isabella ayudó a Julian a ponerse de pie y lo abrazó para mantenerlo abrigado. —La tormenta de nieve va a atrapar a muchos aquí de nuevo, creo que nos tomó de sorpresas, Julian. Pero estoy feliz de verte a salvo. Vamos, volvamos a mi cabaña.

 

Julian no pudo evitar sentir un calor reconfortante en su corazón al estar de nuevo con Isabella, en medio de la tormenta que azotaba Aspen. No sabía cómo enfrentar a su esposa, a sus padres y a las expectativas de su familia, pero en ese momento, solo sabía que estaba donde debía estar, en brazos de la persona que realmente le importaba, aunque su miedo fuera intenso.

 

Finalmente lograron llegar con vida a la cabaña. Después de su encuentro en medio de la tormenta de nieve, Julian y Isabella llegaron a la cabaña. El calor y el confort del interior eran un alivio después de la aterradora experiencia en la ventisca.

 

El viento aullaba afuera, sacudiendo las ventanas de la cabaña en la colina de Aspen. Isabella miró por la ventana mientras los copos de nieve caían en espiral, tejiendo un manto blanco sobre el paisaje. En el interior, la cabaña estaba iluminada por el cálido resplandor de la chimenea que crepitaba con fuego, arrojando sombras danzantes en las paredes de madera.

 

Julián Kane, el CEO solitario, estaba sentado en un sillón junto a la chimenea, mirando fijamente las llamas con una expresión distante. Isabella lo observaba desde el otro lado de la habitación, preguntándose qué pensamientos ocupaban su mente en ese momento.

 

Finalmente, Julian rompió el silencio. —Isabella, ¿qué te trajo de nuevo ca las montañas en esta cercana época del año? ¿Deberías estar en cualquier otro lugar esperando, disfrutar de la Navidad de nuevo?

 

Ella se acercó a la chimenea y sus ojos encontraron los de él. —Las Navidades en la ciudad nunca me han parecido auténticas. Aquí, en las montañas, siento que puedo experimentar la verdadera magia de la temporada. Además, siempre he soñado con una Navidad bajo la nieve —.

 

Julian asintió, pero sus ojos seguían reflejando una tristeza que no podía ocultar.

 

—Para mí, la Navidad es solo otro día en el calendario. No significa mucho —.

 

Isabella se sentó en el sofá frente a él. —Eso no puede ser cierto. Nadie puede ser tan cínico acerca de la Navidad. ¿Qué te ha pasado, Julian?.

 

Él se pasó una mano por el cabello, visiblemente incómodo.

 

—Todo me sale mal, de nada m sirve tener dinero, carros de lujos, yates, mansiones, celulares ultimo modelos, si tengo a una mujer que no amo, quizá viste la revista o las noticias de que me case con una mujer millonaria, pero me ha hecho el hombre mas infeliz de mi vida —añadió suspirando.

 




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