La Navidad del Ceo Solitario: Millonario en la Nieve

Dulces Conexiones

Cuatro horas despues de que Isabella se sintiera bien y descansara se levanto del sofá y se encontró a sus padres y a Julian mirándola atentamente.

 

Isabella se percató que ya era de noche.

 

—¿Como te sientes?, ya nos llegó la noche —Pregunto Julian.

 

—Estoy bien —dijo Isabella con una sonrisa nerviosa levantándose del sofá acercándose a Julian.

 

La cabaña de Aspen estaba iluminada por el resplandor de la chimenea, creando una atmósfera acogedora en medio de la noche invernal. Isabella, con una sonrisa nerviosa en el rostro, estaba de pie junto a Julian mientras sus padres, Susan y Robert

 

—¡Mamá, papá, os presento a Julian! — exclamó Isabella, emocionada. —Julian, estos son mis padres, Susan y Robert ya les había hablado de ti, y les enseñe una foto tu olvidaste una foto la primera vez que nos vimos.

 

Julian, con su habitual porte elegante, se adelantó y estrechó la mano de Susan y Robert. —Es un placer conocerlos. Isabella no me ha hablado mucho de ustedes, pero gracias por no dejarme a la deriva con esta tormenta de nieve que azota, esperemos no dure mucho —

 

—El placer es nuestro, Julian — dijo Susan con una sonrisa amigable. —Isabella siempre ha tenido palabras elogiosas para ti—

 

Robert asintió con aprobación. —Es bueno ver a nuestra hija tan feliz. ¿Quién diría que iba a conocer a un hombre tan impresionante en medio de la nieve? —.

 

—Bueno ya tendremos tiempo para hablar ahora le enseñare a Julian como preparar galletas saludables.

 

—Bueno hija iremos a ver unas cosas —dijo Robert dándoles espacio para que ellos cocinen.

 

Isabella tenía un brillo travieso en los ojos cuando miró a Julian. —¿Sabes qué es lo mejor de las Navidades en la cabaña? —

 

Julian arqueó una ceja, intrigado por la expresión de Isabella. —Dime, Isabella, ¿qué es?.

 

—Las galletas navideñas sin azúcar, —dijo ella con una sonrisa. —Son deliciosas y saludables. Y hoy, te voy a enseñar a hacerlas —.

 

Julian la miró con entusiasmo. —¡Me encanta la idea! Enséñame, maestra de las galletas —.

 

Isabella lo condujo hacia la cocina, donde había preparado todos los ingredientes necesarios: harina de avena, canela, nueces picadas, extracto de vainilla, y un edulcorante natural. La cocina estaba cálida y llena de aromas deliciosos.

 

—Primero, — comenzó Isabella, —mezclamos una taza de harina de avena con una cucharadita de canela. Esto les dará un sabor agradable a nuestras galletas —.

 

Julian se inclinó hacia Isabella, mirándola fijamente mientras mezclaba los ingredientes. —Eres una maestra muy paciente —

 

Isabella se sonrojó ligeramente, pero siguió adelante. —Añadimos media taza de nueces picadas para darle un toque crujiente y nutritivo. Luego, una cucharadita de extracto de vainilla para el sabor —.

 

Mientras seguían mezclando, Isabella notó la mirada romántica de Julian y se rió suavemente. —¿Y tú qué tal llevas esto de las galletas? —

 

Julian la tomó por la cintura y la acercó. —No puedo pensar en nada más que en ti mientras estamos aquí en la cocina, Isabella. Eres mi receta favorita —.

 

Isabella sonrió y se acercó para darle un beso suave. —Tú también eres mi dulce tentación —

 

Julian le devolvió el beso.

 

Después de unos minutos, terminaron de mezclar la masa y la extendieron en una bandeja. Isabella tomó un cortador de galletas con forma de corazón y comenzó a cortar las galletas con cuidado.

 

Julian la miró con admiración. —Tengo suerte de conocerte, pero tambien quiero tenerte en mi vida, Isabella. En la cocina y en todo lo demás —.

 

Isabella le dedicó una mirada amorosa y tierna. —La suerte es mía, Julian, si te revelas y luchas por mi y le dices a tus padres todo, quizá ellos puedan entender lo que sentimos, aunque te fuiste el amor por ti nunca murió, sigue vivo. —

 

Mientras las galletas se horneaban en el horno, Julian y Isabella compartieron un momento especial, disfrutando del aroma dulce y la compañía el uno del otro. La magia de la Navidad parecía envolverlos mucho mas antes de ser navidad llenando la cabaña de amor y calidez.

 

Después de hornear las galletas y dejar que se enfriaran, Isabella y Julian las probaron con una sonrisa de satisfacción. Eran deliciosas y no tenían azúcar, pero estaban llenas de amor.




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