El peso del pasado.
Un sollozo se escapa de mi boca, juntamente con un grito desgarrador, pido ayuda, lucho y lloro.
Un sujeto me tiene contra una pared, me ha levantado el vestido, sus manos me sujetan con violencia y parece molesto por mis inútiles intentos por apartarlo, trato de zafarme, y solo logro que me estampe con fuerza en la pared, me siento desorientada pero no dejo de gritar y de luchar.
Lloro y suplico en mi interior que alguien pueda oírme, pero sé que es inútil, nadie transita tan noche en esta desértica calle.
En uno de mis intentos por zafarme, logro darle una fuerte patada, que hace que caiga al suelo, aprovecho ese instante y corro, corro con todas mis fuerzas, volteo, y noto con horror como me persigue, corro más fuerte aun y grito por auxilió.
Con el corazón latiendo a mil y unos tenis desgastados, que me lastiman a cada paso que doy, y mi rostro cubierto de lágrimas, sigo mi huida, hasta que siento como tropiezo y me voy de bruces contra el suelo, trato de levantarme con el rostro doliendo como los mil demonios, pero un peso encima me obstaculiza mi objetivo.
Abro desmesuradamente mis ojos y observo con terror genuino como el sujeto del callejón es el que obstaculiza mi intento por levantarme.
“por favor” digo en un débil susurro, sin embargo, el tipo desagradable solo sonríe y levanta su puño, siento un terrible dolor en mi rostro para luego hundirme en la oscura inconciencia.
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Me levanto de golpe mareándome en el proceso, sujeto con fuerza los lados de la sábana y observo con frenesí el lugar, luego de unos segundos comprendo que se trata de mi habitación, comienzo a hiperventilar, cierro mis ojos y trato de respirar hondo, retengo el aire y cuento hasta diez, ahora lo suelto, despacio, lentamente y repito las veces que sea necesario hasta calmarme, lo hago una y otra vez hasta relajarme.
“solo fue un sueño” me repito en mi mente, una amarga sonrisa surca mi rostro, “solo fue un recuerdo” me corrijo amargamente, las lágrimas empiezan a descender por mi rostro, y solo me recuesto en posición fetal, empiezo a sollozar, y el sentimiento de culpa y de dolor me inundan.
El sonido de mi puerta siendo abierta me alarma, levanto mi vista solo para ver a un Nicolás preocupado entrar a mi habitación, enciende la luz y me observa por unos segundos, luego da un suspiró y se me acerca, cierro mis ojos y siento como se hunde una parte de la cama.
-Jorden, tranquila- me consuela, rápidamente me lanzo a sus brazos y lloro con todo el dolor de mi alma, - ya tranquila todo va estar bien, estas a salvó, - toma mi rostro entre sus manos, me observa con cariño – estas en casa jor, a salvó.
Luego de estar así por un momento logro calmarme, lo observo y le digo en un inaudible susurro.
-Era él.
Escucho como suelta un suspiró – lo se jor, pensé que algo así sucedería, siempre que papá no está tiendes a tener pesadillas – lo observo sin expresión alguna en mi rostro – Jorden, no deseo que vivas con miedo, que el peso del pasado te consuma poco a poco, jor, eres mi hermanita y sabes que odio verte rota.
Su voz pierde fuerza a medida habla y termina por quebrarse.
-Jorden quisiera que volvieras hacer esa muchacha expresiva, quiera volver a escuchar tu hermosa risa, que vuelvas hacer esa niña que le robaba la paz a nuestros padres – me observa con sus ojos llorosos – como te extraño jor.
Sin saber que hacer solo me vuelvo a recostar, cierro mis ojos, siento unas suaves caricias en mi cabeza que terminan por dejarme dormida.
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Me despierto temprano y sin animo alguno me levanto, hago la misma rutina desde hace un año, tomo una ducha, me visto de prisa con unos pantalones y una sudadera que no deja nada al descubierto y bajo de esta una blusa simple, termino de atar mis tenis, hago un moño en mi cabello y listo.
Bajo despacio por las escaleras, me dirijo a pasos lentos hasta la cocina tomo un poco de agua y me tomo un desayuno simple, que consiste en cereal.
Me dirijo a la sala donde se encuentra una mujer con grandes ojeras, la analizo unos minutos, tratando de recordar la mujer bella, alegre y llena de vida que era hace un año.
-Mamá – digo apenas, si fuerza en mi voz, ella al percatarse de mí, se levanta de la mesa, me observa con ternura y me abraza.
-Cariño, ven siéntate – la sigo hasta la mesa donde ambas nos sentamos.
-Tu hermano ya salió al trabajo, ya sabes con eso de que tu papá se encuentra en un viaje de negocios, tiene que estar pendiente de la compañía.
Asiento a todo lo que dice sin prestar mucha atención mientras juego con la comida, ella al percatarse de mi estado, no oculta su preocupación.
-Cariño que sucede, ¿no quieres cereal?, porque puedo prepararte un delicioso desayuno – dice mientras sostiene mi mano.
Solo niego, y comienzo a comer para no preocuparla tanto, ella solo asiente no muy convencida, recuerdo un detalle y le pregunto por papá.
-Ayer hable con él, dice que con suerte hoy firman en contrato para así poder regresar a casa hoy mismo por la noche.
Comienzo a comer más entusiasmada con la idea, noto como frunce el ceño de vez en cuando y sé que algo tiene que decir, cuando parece que no dirá nada me levanto para subir a mi habitación, pero es su voz la que me detiene.
-Jorden cariño, escuche anoche a tu hermano y a ti – “así que eso era” pienso – si quieres y si todavía te sientes mal puedo llamar a tu tutor para que informe al director que no iras hoy.
Solo niego y le digo que estoy bien, sé que no está contenta con mi decisión, pero sé que, si me quedo todo el día acá encerrada, es como volver al pasado, a pasos rápidos subo a mi habitación tomo mi mochila, y me dirijo hacia el auto, donde ya se encuentra Jorllina esperándome para llevarme a la universidad.
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Editado: 09.10.2021