Si hace unos años me hubiesen dicho que escribiría una novela y que me haría sentir la mujer más orgullosa y capaz de este mundo, les habría respondido que estaban locos. Pero, ahora que está hecho y que he tenido la gran suerte de ir encontrándome en el camino a unos angelitos que han guiado mis pasos y que me han aportado el valor suficiente para que perdiese el miedo a enfrentarme a los lectores, puedo decir que paso página y comienzo un nuevo capítulo.
La historia aún no está cerrada. La carrera de fondo que emprendí hace cinco años con este proyecto no ha tocado a su fin, pues las musas no me han permitido acabar en un solo libro esta novela.
No puedo deciros que vais a leer la mejor novela que hayáis leído nunca, pero puedo aseguraros que estáis a punto de disfrutar de un proyecto único hecho con mucho amor y cariño. Uno tan maravilloso y especial que, con que sintáis una mínima parte de lo que yo experimenté cuando lo escribí y lo leí terminado, me sentiré la mujer más agradecida y feliz de este planeta.
No soy escritora ni me consideraré como tal cuando termine de escribir esta bilogía porque estaría faltando a esos autores que tanto amo, pero sí puedo aseguraros que soy una lectora exigente, alguien que necesita que algo le sacuda el corazón cuando lee a un autor para poder catalogarlo de bueno.
No tenía ni idea de lo que quería contaros cuando tuve ante mí aquella primera hoja en blanco, pero sí tenía claro que debía narrar algo que a la primera que sorprendiera y enamorase fuera a mí. Porque hay historias que embellecen una vida y otras que destruyen el alma. Esta, en la que estáis a punto de embarcaros, surgió de una realidad desoladora y apabullante que removió mis entrañas al descubrir lo que viven niñas y mujeres en Calcuta.
Visionando el documental de ochenta y tres insignificantes minutos Born into Brothels: Calcutta’s Red Light Kids, pude hacerme a la idea del perfil de mujer que quería crear como personaje principal. Una mujer fuerte, perseverante y luchadora que sacase de quicio en momentos al lector, al cargar con unos traumas y unos miedos tan terroríficos que marcasen su presente y no la dejaran avanzar en la vida. Que, aunque todo pareciera perdido y las esperanzas se agotasen al intentar salir de ese pozo oscuro y profundo en el que se vio superada cuando solo era una niña, viera renacer en ella las esperanzas al reencontrarse con su esencia, dejando a un lado el ego y el victimismo al que se aferrará para poder sobrevivir.
Porque, al fin y al cabo, cuando te desprendes del temor y dejas de lamentarte por lo que sufriste en el pasado y por lo que te deparará el destino, empiezas a vivir y a disfrutar de lo que es entregarse en cuerpo y alma al amor verdadero. La batalla estará ganada de antemano, aunque la oscuridad sea tu próximo destino.
Os presento la primera parte de la bilogía Kalighat: La niña del barrio rojo I. Espero que lo disfrutéis y que abra conciencias. Porque ante la crueldad y la ignorancia de una nación, hay que revolverse y encararse. Es imprescindible poner granitos de arena sobre una montaña que debe derrumbarse y desaparecer para siempre. Porque muchos pocos acaban sumando.
Davinia Váfer